Los 57 eventos perjudicados por los incumplimientos del presidente Petro perdieron grandes sumas de dinero, recuerden que hasta banquetes para magistrados quedaron servidos por el “olvido” presidencial. Los perjudicados decidieron desquitarse. Enviaron a Noruega una petición al Canciller pidiendo para Petro el “premio Nobel al presidente más INCUMPLIDO del siglo 21”. Por protocolo, la agencia del Nobel en Noruega responderá la petición y si sale ese Nobel, bienvenido, eso tapa los atropellos a campesinos y asesinatos de policías por don ‘Iván Mordisco’ y sus aliados. Punto.
Preguntaron a una periodista que cubre noticias del Palacio presidencial: ¿qué responde Petro a sus asistentes cuando le advierten que lo esperan en un acto programado? Él dice: “Que se esperen, que me quedan tres años de gobierno”. Usa otra frase: “El pueblo lleva cien años esperando, y yo hablo por el pueblo”. Punto.
Hoy en la banca, las juntas directivas y el periodismo tienen un exquisito plato de caviar iraní: el escándalo de Odebrecht, que regaló millonadas de dinero a las campañas de Óscar Zuluaga y de Juan Manuel Santos sin verificar o a sabiendas de que era una acción delictiva por el que regala y por el que recibe. ¿Esos millones son una acción de filántropos que aman la democracia? No y no, ellos ganaron millonarias utilidades que salieron del bolsillo de ustedes, los cumplidos pagaimpuestos. Punto.
Y se nos vino otro escándalo: que el presidente Petro le muestre al país por la televisión un examen médico que lo habilite para seguir gobernando. Eso es antipático, pero dará para trinos cómicos. La bronca por su salud mental y corporal viene de sus 77 incumplimientos aquí y de sus extravíos de 40 horas en el exterior que han traído rumores poco gratos. ¿Será cierto que Petro abrazó la línea musulmana-chiita y se esconde a rezar y meditar? Urge averiguarlo. Punto.
Y hubo un confuso desplante del presidente Petro a la Andi y sus 1.277 asistentes en Cartagena. No los visitó, no estaba obligado y se salvó de una monumental rechifla, prefirió ver en Netflix la película Atracción fatal, la pillada a un marido adúltero por su esposa.
Hay que decirlo: están carísimos los alimentos, los servicios públicos y suben los atracos callejeros. Buenas buenas: las pilatunas de la ‘recta’ Odebrecht y de los “seudofilántropos de la democracia” sirven para olvidar los fracasos de los funcionarios ineptos y lo caro que aquí cuesta vivir.
PONCHO RENTERÍA