V de Victoria

Lo bueno de renunciar a los vicios es el placer que se siente cuando volvemos a ellos. Antes me tomaba dos gaseosas al día, y ahora que le bajé a dos a la semana, esos días son los mejores. Aplica lo mismo con las noticias. Tras años de informarme por necesidad y morbo, hoy no sé qué pasa ni en la esquina. Eso sí, cuando me informo de algún suceso, quedo fascinado con los alcances del comportamiento humano.

Como ahora, que me entero de las aspiraciones políticas de Vicky Dávila. No quiero pelear porque ese es su terreno, pero sí quiero decir un par de cosas, empezando por el hecho de que lo que ella ha hecho en periodismo es todo lo que no enseñan en las facultades de Comunicación Social. Sesgada y conveniente, desvirtúa aquella frase de que para ser buen periodista hay que ser antes buena persona. O la confirma, depende del lado que se mire. Lo otro es que le fascina ser más importante que la noticia que cubre.

Es también fuerte con los débiles y débil con los fuertes, sabe a quién arrimarse para cumplir sus sueños de fama y poder. Y no digo que no sea buena en lo que hace. Al revés, como personaje del espectáculo es supremamente talentosa, además de disciplinada, solo digo que en la vida no alcanza solo con ser bueno; se necesita también una dosis de lambonería y servilismo. Ella ha apelado a esa fórmula, y una vez arriba, ladrado contra aquellos que no afectan su estatus.

Ahora quiere ser presidenta y muchos se burlan de ella, pero yo digo que opciones tiene. Y si no gana, habrá figurado, que es lo que le gusta. Eso, y pelear, que es una de las razones por las que creo que puede llegar lejos. Ella le habla a esa gran franja de votantes que todo el tiempo busca enemigos. Personas como Dávila se alimentan de la polémica y la conciliación no es lo suyo, les aburre. Siempre están molestos con algo o con alguien, en constante pie de guerra, y si no hay una crisis, se la inventan.

Ahora su caballo de batalla es que hay que recuperar a Colombia, lo cual es desconcertante. Yo desde niño vengo oyendo que la cosa está regular tirando a mala, desde la economía hasta la inseguridad, y ahora el planeta. ¿Cuándo estuvo bien esto entonces?, pregunto. ¿En la era de qué dinosaurio o rey hitita esta tierra fue un paraíso, que yo no recuerdo?

Lo positivo de que Vicky se lance es que demuestra las bondades de nuestro sistema. Podremos ser un desastre en muchas cosas, pero que una persona como ella pueda aspirar al cargo más importante demuestra que la democracia sí funciona pese a todo y que está dispuesta a recibir a cualquiera. Y así no guste a muchos, quién quita que sea una buena a. Además, de qué nos quejamos, si Duque bajó la vara a ras de suelo, lo que permitió que llegara Petro. Hace un tiempo escribí que, a este paso, pronto tendríamos en Casa de Nariño a Polo Polo y María Fernanda Carrascal, pero Vicky Dávila se nos coló sin que la viéramos venir.

Y aunque no soy rival para ella, menos que un cero a la izquierda, debo decir que me bloqueó en Twitter hace más de diez años. Eran tiempos confusos en los que atacaba a todo el mundo porque sí, porque era un resentido. Qué iba a saber yo que poco después llegaría a directora de Semana, medio en el que solía escribir con frecuencia, y luego, ya veremos, a presidenta. De haberme enterado, la hubiera tratado mejor porque, al igual que ella, soy arrodillado y conveniente.

Ahora, para mostrar mi intención de borrón y cuenta nueva, le tengo una idea. Cuando empiece su campaña, que se presente en cada discurso y cada debate con un fondo que solo diga “Victoria”, grande y claro, con la V destacándose por encima de las demás letras. Al final, Victoria es su nombre y también su objetivo, por lo que no se me ocurre mejor estrategia que esa. Ella seguro ya lo habrá considerado, pero si no, acá le boto el tip sin cobrarle un peso.

(Lea más noticias de Adolfo Zableh Durán en EL TIEMPO)