Su nombre, Baldomero en español, quiere decir 'famoso por su audacia'. La distancia entre este presidente, Volodomir Zelenski, residente en Kiev, y mi ego es de unos 10.585 kilómetros.
Hace poco, Zelenski salió airoso en la Casa Blanca de una gavilla-matoneo que le hicieron el presidente y el vicepresidente de USA. El abogado y comediante ucraniano fue el actor principal. Los demás fueron actores muy secundarios. Trump y el 'vice' Vance, o J. D. , como lo llamó confianzudamente Zelenski, fueron por lana y salieron trasquilados.
Trump recibió a su invitado con su pinta de próspero vendedor de propiedad raíz, y aludió sarcásticamente al traje que llevaba su interlocutor de 47 años.
En el Despacho Oval la encerrona incluyó el cargo de inspirador de la tercera guerra mundial. Vance, como esos alumnos sapos, para congraciarse con su jefe, le pidió al visitante que les diera gracias a Trump y al pueblo de los Estados Unidos.
Le recordó que Putin habló de tres días para tomarse Ucrania. El atropello lleva tres años.
Zelenski, que ha debido leer el Quijote en ruso, su primer idioma, en ucraniano, el segundo, y de pronto en inglés, el tercero, leyó en Cervantes que el agradecimiento enaltece ante todo a quien lo da, le recordó que las gracias las ha dado muchas veces.
Menos mal no apareció en escena el rico epulón Elon Musk, quien suele aparecerse en la Casa Blanca con su pequeño hijo X Æ A-12 (así se llama, a mí que me esculquen. No sé dónde está el Bienestar Familiar gringo, que le permite al chiquitín juntarse con malas compañías (me refiero, claro, al dueto Trump-Musk).
Sobre el traje militar que suele usar, les aclaró a sus inamenos anfitriones que lleva esa pinta desde que Putin invadió su país, rico en tierras raras con las que sueña el negociante Trump. Un periodista de la Casa Blanca le preguntó si terminada la guerra compraría un traje como el suyo. Baldomero, perdón, mi presidente Volodomir, dijo que compraría uno más barato.
También tuvo tiempo para la ironía cuando Trump le dijo que si accedía a sus propuestas, la guerra acabaría en semanas. Le recordó que Putin habló de tres días para tomarse Ucrania. El atropello lleva tres años.
Quedé tan sorprendido con quien es "famoso por su audacia" que gustoso lo fiaría para el arrendamiento de un cambuche en islas del Rosario, o en Anapoima, donde se relaja el blancaje criollo.