Concluyó el viernes en Suiza el Foro Económico Mundial, que viene celebrándose en la población alpina de Davos desde hace más de medio siglo. Para esta ocasión la reunión tuvo como tema central el de cooperación en un mundo fragmentado. Dicho llamado es totalmente pertinente en la medida en que las crisis geopolíticas apuntan hacia la balcanización del planeta, a raíz de las diferencias conocidas entre Washington y Pekín, a las que se suma el artero ataque de Rusia a Ucrania, once meses atrás.
El distanciamiento entre las potencias hace mucho más difícil confrontar la principal amenaza que tiene la humanidad ante sí, como es el calentamiento global. Tal como lo han señalado los científicos, resulta indispensable disminuir los vertimientos de los gases que causan el efecto invernadero hasta llegar a la neutralidad en carbono, para así limitar el alza de las temperaturas promedio.
Lamentablemente, los grandes responsables de la contaminación siguen sin hacer lo suficiente. Según afirmó en Davos el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, nos enfrentamos a un temible huracán si no reaccionamos a tiempo.
Servir de caja de resonancia a las alarmas que hacen sonar los expertos mientras se examinan riesgos y avances para que un importante grupo de personalidades tome note y actúe refrenda la pertinencia de lo ocurrido. La confluencia de líderes políticos, empresariales y académicos de varios continentes sirve mucho, y más en esta coyuntura en la que hacen falta diálogo y entendimientos.
También fue importante el mensaje de apoyo a los ucranianos, cuya suerte es clave para frenar las ambiciones expansionistas de Vladimir Putin. No hay duda de que la guerra constituye un punto de quiebre que determinará el futuro de todos en las décadas por venir.
Fue importante el mensaje de apoyo a los ucranianos, cuya suerte es clave para frenar las ambiciones expansionistas de Putin
Una mirada más centrada en el corto plazo reveló que las preocupaciones en torno a la economía mundial son menores ahora, tanto por el comportamiento de la inflación, especialmente en Estados Unidos, que parece haberla controlado, como por la reactivación prevista para China. Gracias a esas circunstancias, las tasas de interés no tendrían que subir tanto, lo cual aleja el espectro de la recesión en el hemisferio norte y mejora las perspectivas en el sur. Lo anterior no quiere decir que se haya emitido un parte de tranquilidad. Son tantos los riesgos presentes que el término ‘policrisis’ es el que mejor describe una realidad global muy convulsa.
Gustavo Petro hizo su aporte sobre algunos de los temas mencionados. Describió un panorama apocalíptico que, en su concepto, solo podrá evitarse si el “capitalismo descarbonizado” que plantea se vuelve realidad o, a cambio, se adopta una especie de planificación centralizada. Y la ministra de Minas, Irene Vélez, revivió el debate de frenar en seco la exploración de petróleo y gas, una postura que parecía haber entrado en una racional tregua por declaraciones previas de otros del Gobierno. En ese mismo escenario, algunos expertos comentaron el riesgo que esa audacia implicaría no solo para la estabilidad futura del país, sino también para una sana transición energética.
En todo caso, estos planteamientos ratifican la validez de Davos como un foro plural en el cual se intercambian ideas y conocimientos. Ojalá eso le haya servido a la delegación colombiana para contrastar las posturas que defiende con las de otros que ven las cosas de manera muy diferente.
EDITORIAL