Un nuevo reto tiene por delante la istración Distrital: regular los ciclomotores. Este tipo de vehículos, resultado de instalarle un motor de dos tiempos a una bicicleta, no es nuevo en la ciudad. Se ve circular desde hace más de diez años, pero su número ha aumentado de la mano con el auge de las aplicaciones de domicilios. Los servicios extrarrápidos de entrega de pedidos que estas ofrecen están apalancados en la velocidad con la que los ciclomotores de las personas que derivan su sustento de repartir dichas encomiendas circulan por vías, ciclorrutas y andenes.
El Ministerio de Transporte acaba de expedir una resolución que los reglamenta junto con las tricimotos y los cuadriciclos. La norma fija requisitos para tales vehículos y para sus conductores, equiparables a los de las motos: los fabricantes o importadores deben registrarlos en el Runt, deben circular con Soat, licencia de tránsito del aparato, revisión técnico-mecánica y de emisión de gases contaminantes, mientras que sus operarios deberán portar licencia de conducción. Ahora le corresponderá a la Secretaría de Movilidad la reglamentación de esta norma para saber cómo se va a llevar a la práctica.
El asunto no es fácil. Sin duda, es deseable y necesario que los ciclomotores tengan control, pues se han convertido en un verdadero problema para la convivencia de los actores viales, dada su velocidad, a lo que se suma, en muchos casos, la imprudencia de sus conductores, además de las deficiencias técnicas de los aparatos que no siempre garantizan mínimas condiciones de seguridad.
Pero es verdad también que no será fácil para quienes los utilizan cumplir con estos estándares. La mayoría son personas que no cuentan con los medios para ello. Es necesario abordar el desafío desde su complejidad. El llamado es a que todos los actores, incluidas las plataformas, tengan un rol proactivo en la tarea. Se trata de llegar a un punto en el que estas fuentes de ingreso puedan coexistir en la vía sin ser, como hoy, un serio factor de riesgo.
EDITORIAL