Una de las noticias del año, sin duda, es el racionamiento de agua en Bogotá. Por su tamaño, por su población, por la decena de municipios que colindan con ella y que dependen de la capital para el suministro del líquido, el hecho de que se haya visto abocada a adoptar una medida tan drástica como racionar el servicio más importante para el consumo humano es, ciertamente, tan alarmante como responsable.
Desde hace ocho meses se viene aplicando la medida, que en términos generales puede decirse que fue bien recibida por la gente. Hay conciencia de que los estragos provocados por el fenómeno de El Niño y las bajas precipitaciones obligaron a adoptar medidas de este tipo.
Y si bien ha habido una recuperación de los embalses y en particular del sistema Chingaza, que abastece de agua al 50 por ciento de Bogotá, hay que reconocer que no ha sido suficiente. Después de haber alcanzado el 54 % de su capacidad, nuevamente está por debajo del 50 %. La línea crítica se dará en caso de que se llegue al 36 %.
Otros sistemas de los que se abastece la ciudad, como el agregado norte, no alcanzan al 60 % de su capacidad. Con todo y eso, la capital del país cuenta con alternativas que permiten prever que en el peor de los escenarios, la ciudad tendría cómo superar la crisis al menos durante ocho meses. Aunque, como lo ha dicho el alcalde Galán, ese escenario es poco probable.
Desde que comenzó la restricción, el sistema Chingaza consiguió 21 millones de metros cúbicos de agua adicionales.
Con la leve recuperación que se tuvo y teniendo en cuenta que por esta época millones de personas salen de la ciudad, la istración optó por suspender en Bogotá y 11 municipios aledaños el racionamiento de agua que viene aplicando. La medida regirá entre los días 23 de diciembre y 6 de enero del 2025. Según la Empresa de Acueducto, el éxodo de personas permitirá un ahorro de más de un millón de metros cúbicos en esos quince días.
La decisión, sin duda, resulta beneficiosa para quienes se quedan en la ciudad. Para algunos, era innecesario otorgar ese estímulo teniendo en cuenta que el problema persiste y que nuevamente hemos entrado en una etapa de tiempo seco que puede ir hasta marzo. Lo más importante es la actitud que asuman los ciudadanos en esta coyuntura. No se puede bajar la guardia.
Desde que comenzó a aplicarse la restricción, el sistema Chingaza consiguió 18 millones de metros cúbico de agua adicionales a los que se tenía hace un año por esta misma época. Y eso que no se ha alcanzado el objetivo de que la gente consuma un máximo de 15 metros cúbicos. Pese a ello, ha habido responsabilidad ciudadana y eso hay que destacarlo.
Ahora que se anuncia un relajamiento temporal de la medida, es bueno insistir en un uso responsable en el consumo de agua, apelando a la conciencia colectiva. Si hace un par de décadas la gente consumía 17 metros cúbicos por segundo y la ciudad tenía 6,5 millones de habitantes, hoy, con 11 millones de s, se consumen 16 metros cúbicos por segundo; entonces, sí se puede.
Hay que dejar en claro que el racionamiento probablemente se mantendrá a lo largo del 2025, una razón más para insistir en la adopción de una cultura del ahorro hasta que ya no sea necesario que el mismo se tenga que imponer por decreto.