En Colombia, el impacto de la pandemia sigue siendo evidente en todos los sectores de la sociedad. Diferentes grupos de investigadores en el país siguen evaluando sus consecuencias, no solo en pérdida de vidas, sino a todo nivel: discapacidad, salud mental, brechas educativas y socioeconómicas, etc.
Pero la pandemia desnudó también la vulnerabilidad del país derivada de la dependencia de tecnologías sanitarias que no se producen localmente. A pesar de eso, el 80 % de los medicamentos necesarios durante la emergencia fueron fabricados aquí, en una proporción que se mantiene. Sin embargo, la crisis subrayó la necesidad de avanzar hacia una autonomía sanitaria (AS), no solo para enfrentar contingencias similares, sino para mejorar la atención en salud y promover el desarrollo socioeconómico en un contexto sostenible.
La crisis subrayó la necesidad de avanzar hacia una autonomía sanitaria (AS), no solo para enfrentar contingencias similares, sino para mejorar la atención en salud y promover el desarrollo socioeconómico en un contexto sostenible.
En ese sentido, resulta importante resaltar el valor y la proyección de esta necesidad que acaba de dar un paso imperante en el Congreso de la República con la aprobación de una ley que establece la “Política nacional de investigación científica, desarrollo tecnológico, innovación y producción de la industria farmacéutica para la autonomía sanitaria de Colombia”. Una gran iniciativa, que es el resultado de más de dos años de trabajo conjunto de academia, gremios industriales y sociedad civil, con el apoyo del Parlamento y el Gobierno Nacional y que, de entrada, proporciona un marco claro para promover avances científicos, tecnológicos y de producción en el sector farmacéutico.
Hay razones para el optimismo. Ahora lo esencial es profundizar en los compromisos intersectoriales y continuar con esta dinámica colectiva para lograr una reglamentación e implementación efectiva. Además de demostrar que es posible armonizar en torno a necesidades inaplazables, esta ley permitirá mejorar la atención en salud de la población en condiciones sostenibles y reducir la vulnerabilidad del país ante futuras emergencias sanitarias. Buen logro.
EDITORIAL