América Latina es la segunda región del mundo con más embarazos adolescentes

Para América Latina y el Caribe, que ostenta la segunda mayor tasa de fecundidad adolescente del mundo, resulta una buena política económica reducir el embarazo precoz, un fenómeno que, según un informe de la ONU, cuesta cada año a la región 15.300 millones de dólares.

Ese documento consolida resultados de estudios que el Fondo de Población de la ONU (UNFPA) realizó entre 2019 y 2024 en Argentina, Bolivia, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Guyana, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú, la República Dominicana y Surinam.

De acuerdo con el informe, entre 2010 y 2024 hubo una notable disminución de la tasa específica de fecundidad adolescente (Tefa), tanto en el grupo de 15-19 años, como de 10-14 años, pasando de 73,1 a 50,6 y de 3,6 a 2,3, respectivamente. No obstante, la Tefa sigue siendo la segunda más alta del mundo, y el 67 por ciento de los embarazos en adolescentes no son intencionales.

El documento señala también que entre 2020 y 2024 hubo una desaceleración de la reducción de la Tefa frente al quinquenio previo, entre otras razones, por el impacto de la pandemia.

Pero la reducción no fue igual en todos los países: “Al 2024, 12 países de la región tenían una Tefa superior al promedio regional (50,6) y 19 del promedio mundial (41). En el interior de los países, por ejemplo, las regiones con índice de desarrollo humano (IDH) más bajo presentan una Tefa dos veces más alta que las regiones con IDH más alto. Las adolescentes de comunidades afrodescendientes tienen 50 % más madres adolescentes que las de sus pares de otras comunidades”, dijo la ONU.

“El mensaje principal de este informe es que calculamos el precio del embarazo adolescente para ellas y sus familias, así como para los Estados (...). Queremos que se visibilice que este tema puede convertirse en una oportunidad si se reduce”, dijo la directora para la región de UNFPA, Susana Sottoli, a Efe.

Esos US$ 15.300 millones se calcularon en las dimensiones de educación, participación laboral, ingresos, gastos en salud y las pérdidas fiscales; y según el informe, de ese valor, el mayor impacto recae en las mujeres y su entorno con el 88,2 por ciento del costo estimado, pues las adolescentes que quedan en embarazo alcanzan menores niveles educativos y se insertan al mercado laboral con menos herramientas para acceder a mejores empleos, perpetuando “el círculo de la pobreza y es una clara expresión de desigualdad y brechas de género” .

Así, si bien el Estado paga un costo considerable por estos embarazos –se estima un 12 % del valor total, US$ 1.819 al año–, que son un obstáculo para el desarrollo socioeconómico, la gran mayoría de la carga financiera la llevan las adolescentes de 10 a 19 años.

"En muchos los casos, los embarazos en población infantil y adolescente son producto de abuso sexual", ONU.

Sottoli enfatizó en que “esos 15.300 millones de dólares perdidos año a año, que en términos del PIB de los países analizados puede representar desde 0,25 hasta incluso 3,5 por ciento, se traducen en que reducir el embarazo adolescente representa una política económica sólida (...). Es un asunto de desarrollo, de bienestar y de igualdad. Cada dólar invertido tiene un retorno a la inversión de aproximadamente 40 dólares”.

Al respecto, el informe dice que estos beneficios no solo se traducen en ahorros económicos, sino también en una mejora en la calidad de vida y las oportunidades para las niñas.

La funcionaria recalcó que “es inaceptable” que América Latina y el Caribe tenga “la mayor tasa de fecundidad adolescente del mundo, solo por detrás de África subsahariana”, cuando tiene países de ingresos medios y medios altos. Por eso, para ella, la situación más que de escasez de recursos para abordar el tema “es de desigualdad”, porque las niñas “que ven truncada su vida por una maternidad temprana son de comunidades afrodescendientes, indígenas, de comunidades remotas y con menores ingresos”.

Sobre qué puede hacerse para enfrentar el fenómeno, la directora del UNFPA sostuvo que los gobiernos ya saben qué hay que hacer, pues son un conjunto de medidas ya conocidas, “no se inventa la rueda, pero por supuesto hay prioridades que compiten”.

Entre las estrategias que recomienda el UNFPA están garantizar el a información y a servicios de salud sexual y reproductiva de calidad, así como promover normas contra el matrimonio infantil y las uniones tempranas, algo en lo que Colombia, por ejemplo, avanzó con la Sentencia C-039 de 2025, en la que la Corte Constitucional sacó del Código Civil dos artículos que los permitían.

También se habla de transformar normas, roles y estereotipos de género, fortalecer la educación integral en sexualidad, y garantizar a las jóvenes que ya han sido madres a un sistema de cuidado que promueva el restablecimiento de sus derechos, incluyendo el retorno a la escuela, la cultura y el deporte.

Hay países en la región “que han logrado una reducción notable, del 40-50 por ciento (del embarazo adolescente) en lapsos de 3 a 4 años, porque han diseñado una estrategia que contiene elementos de sistemas de salud apropiados” para esta población, aseguró Sottoli.

“La buena noticia es que se ha venido reduciendo la tasa (de fecundidad) en adolescentes, pero no al ritmo necesario para acabar con este fenómeno. Lo que está pasando en muchos casos es que simplemente no está este tema en el tope de las prioridades de política o de inversión”, añadió.

De otra parte, la funcionaria señaló que una tarea del UNFPA es “despolarizar” temas como el embarazo adolescente, la violencia contra las mujeres, y la mortalidad materna, que son “asuntos inaceptables pero también, probablemente, no comprendidos del todo”. Al fin y al cabo, afirmó Sottoli, son temas que deberían concitar “el esfuerzo colectivo, porque, ¿quién quiere que muera una mujer en un parto? ¿Quién quiere que una chica de 10, 14, 15 años quede embarazada, en muchos casos por una violación, en otros casos por desinformación, en otros casos por presión social?”, cuestionó.

“Existe mucha desinformación y controversia acerca de términos como género, equidad de género, salud sexual y reproductiva. Nosotros, independientemente de las culturas ideológicas, creemos que invertir en las mujeres, en las niñas, proteger sus vidas, sus cuerpos, sus decisiones, es una buena política económica, es una buena política de desarrollo. Entonces, dejemos de lado las ideologías y centrémonos en cómo crear más riqueza y más oportunidades”, concluyó la directora para la región de UNFPA.

GIOVANNA FERULLO M.

EFE (*)

(*) Con información adicional de EL TIEMPO.