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Universidades privadas: ¿por qué sus matrículas son más bajas que hace cinco años?
El número de estudiantes es inferior al de 2015. Algunas instituciones han logrado mantenerse.
En el mes de febrero, la Universidad de Medellín regresó a la alternancia en su campus pero meses después retornó a la virtualidad debido al covid-19. Foto: Cortesía U. de M.
Las universidades privadas pasan por un momento difícil en lo que se refiere a matrículas. Así lo revelan los datos revelados por el Sistema Nacional de Información de la Educación Superior (Snies) cuyas últimas cifras (con corte a 2022, dado que estos datos se revelan entre seis meses y un año vencido) registraron el segundo número más bajo desde 2015.
En total, el sector privado reportó para ese periodo un total de 1’224.889 matriculados. Esto representa una muy pequeña mejoría comparado con 2021, pero al mismo tiempo es muestra de un retroceso sostenido durante años en cuanto a la cantidad de estudiantes.
Lo anterior se evidencia al comparar con el número de 2017, cuando las Instituciones de Educación Superior privadas alcanzaron un techo de 1’204.524, es decir, en cinco años se perdieron alrededor de 80.000 estudiantes.
“Este comportamiento viene de hace años, pero se refuerza en un contexto en que la gratuidad en las universidades públicas se empezó a implementar. Esto muestra, por ejemplo, que las universidades con una oferta para población de estratos 1, 2 y 3 se han visto más afectadas”, explicó el experto en educación Ricardo Rodríguez.
Los datos en algunas de las instituciones cuya oferta está destinada a esta población son preocupantes. De acuerdo con el Snies, la Uniminuto, la universidad privada con más estudiantes del país, pasó de 125.178 matriculados en 2018 a 94.711 en 2022. Esto pasa en otras instituciones con enfoque similar, como la Universidad Cooperativa (de 49.647 en 2015 a 36.944 en 2022) la Jorge Tadeo Lozano (de 12.528 a 6.744 en el mismo periodo), la Libre (de 34.292 a 26.544), de Santander (de 21.431 a 16.328) o la de Medellín (de 14.568 a 8.690).
También sucede en otras consideradas de élite, como Los Andes, Eafit, la Pontificia Bolivariana y del Norte, por poner algunos ejemplos. Los casos se repiten en muchas otras instituciones.
En cambio, hay otras que han logrado cierta estabilidad en sus números, sin mayores variaciones, como la Javeriana, Icesi o el Externado. Llaman particularmente la atención aquellas que, por el contrario, han aumentado sus estudiantes, en especial porque están, precisamente, enfocadas a poblaciones de estratos medios y bajos. Casos como el de la CUN, que en 2016 tenía 31.177 matriculados y en 2022 ya contaba con 41.974. Pasa también con El Bosque, EAN, la Simón Bolívar o la Santiago de Cali, por mencionar algunas.
Universidades de Los Andes, La Sabana, Eafit y Javeriana Foto:Varios
¿Qué está pasando?
Son muchos los análisis respecto a las causas de este desplome en las matrículas, que van desde un crecimiento del sector público en detrimento del privado por la gratuidad en la matrícula, los altos costos o incluso cambios en el sector educativo y el mercado laboral.
Así lo explica el analista Álvaro Tirado: “Ha cambiado la actitud de los jóvenes. Y eso se ve en la crisis de muchas universidades privadas aquí y en el mundo. Las matrículas han disminuido. Un joven no tiene interés en estudiar una carrera de 4 o 5 años porque no le llena intelectualmente, porque es una inversión muy grande y tiene alternativas de menos costosas de formación de 2 o 3 años que le permiten le permiten salir antes al mercado laboral y al mismo tiempo hay más mercado para este tipo de oferta educativa por habilidades”.
Con respecto a las afectaciones que la gratuidad en instituciones públicas traería a los actores privados, la ministra de Educación, Aurora Vergara señaló: “Así como estamos asignando recursos para la política de gratuidad, tenemos también todo el sistema de financiación de la educación en universidades no oficiales con programas que se manifiestan a través de los fondos que tiene Icetex. Todo ese recurso llega a las instituciones no oficiales y de esa manera conservamos el financiamiento del sistema de educación”.
Creatividad
Pero, entonces, ¿qué han hecho las instituciones que se han mantenido estables o que han mejorado sus matrículas para no verse afectadas por esta crisis? Un común denominador que se puede ver en diferentes universidades consultadas por EL TIEMPO es su adaptabilidad.
"Han logrado ofertar nuevas carreras que tratan de ser más acordes a la realidad del mundo laboral, optan por ciclos propedéuticos (que otorgan en una sola carrera títulos de técnicos, tecnológicos y profesionales), se alían con herramientas de formación virtual como Coursera o Platzi, o han volcado sus esfuerzos a ofrecer programas virtuales, más económicos para la institución y los estudiantes”, explica Alberto Sanabria, quien trabaja como asesor de algunas de estas universidades.
Por su parte, el padre Luis Fernando Múnera, rector de la Universidad Javeriana (que ha sabido mantenerse estable) señaló: “La gran oportunidad que se está desarrollando al respecto no es solo la creación de nuevos programas sino la formación a lo largo de la vida, la actualización permanente de conocimientos”.
Y agregó: “El camino es pensar en trayectorias más flexibles de formación, debemos abrirnos a una concepción de formación más amplia. Si hay menos gente en el pregrado, puede haber mucha más gente en posgrados y educación continua. Además, en las regiones todavía hay una demanda no atendida enorme en este país”.