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Cumbre para frenar el cambio climático acabó en críticas y pocos acuerdos
Análisis de las más de dos semanas de negociaciones que terminaron con un balance agridulce.
Un activista sostiene un cartel en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27) de 2022, en Sharm El-Sheikh, Egipto. Foto: EFE
Un día antes de que en Catar se jugara el primer partido del Mundial de Fútbol, el mundo conoció también un borrador de las acciones que se aplicarán para frenar el cambio climático. El documento, resultado de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27), fue hecho y discutido en sesiones extra, un día después de que la COP ya hubiese terminado, reflejando una cumbre plagada de insatisfacciones, críticas y pocos consensos.
Tiempo extra en el que se dieron discusiones álgidas en las que incluso la Unión Europea amenazó ayer con romper con la cumbre y abandonar la reunión si no se mantenían en el documento final los compromisos para no superar el límite de 1,5 ºC de calentamiento global establecido en el Acuerdo de París, un retroceso para ellos inaceptable en temas de mitigación.
La calma regresó un poco después a las negociaciones tras la presentación de un nuevo borrador por parte de la presidencia egipcia de la COP 27 –resultado del ultimátum de la UE– y de que al parecer se alcanzará un acuerdo sobre uno de los puntos más importantes: un fondo de pérdidas y daños causados por el cambio climático, según señalaron fuentes europeas a AFP bajo anonimato.
Un fondo por el que los países del Sur más impactados por los desastres naturales llevaban reclamando desde hace treinta años. Los europeos se abrieron a contemplar su creación bajo dos condiciones: primero, ampliar la base de donantes con países que se han convertido en grandes emisores, como China; y en segundo lugar, precisamente un compromiso fuerte en mitigación, para mantener el objetivo de +1,5 ºC.
Pese a lo que puede representar que se concrete este acuerdo, la sensación general sobre la cumbre es la insatisfacción. El pasado viernes 18 de noviembre (día previsto para el final de la COP que se inició el día 6 de este mes) EL TIEMPO le preguntó a Vanessa Torres, subdirectora de la ONG colombiana Ambiente y Sociedad, y quien asistió a la ciudad egipcia de Sharm el-Sheij en donde se realizó el evento, acerca de su percepción de que la COP27 se extendiera más de lo planeado y sobre que aún no hubiese un acuerdo el día que culminaba. Su respuesta fue contundente: es un reflejo de lo que fue el evento.
“Que estemos en este momento de la COP y todavía no haya un documento borrador es un reflejo de la crisis diplomática que se está viviendo al interior del espacio y la expectativa del mundo alrededor de lo que se hace aquí. Insisto: es un escenario donde se gastan muchísimos recursos para asistir por parte del Gobierno y de la ciudadanía, y todos estamos esperando una hoja de ruta que en este momento ya se estuviera perfeccionando, y no en vilo esperando un documento”, dijo.
Para la experta, que desde el 2015 está cubriendo estas cumbres anuales, este es un espacio clave en donde 198 países trabajan en conjunto para frenar el aumento de las temperaturas, factor principal del cambio climático. Sin embargo, esta edición estuvo marcada por las críticas, las insatisfacciones y el difícil a la información por parte de los gobiernos participantes hacia los medios de comunicación e integrantes de la sociedad civil, como las ONG.
Sin sentido de urgencia
Hay una falta de sentido de urgencia tremendo. Las delegaciones y los países no tienen en cuenta la crisis en la que estamos.
Egipto recibió una COP que probablemente será recordada como una de las más complejas de la historia. Hubo más de 40.000 asistentes entre líderes, diplomáticos, representantes de la sociedad civil, empresarios y ‘lobbistas’. Las altas temperaturas contrastaron con las vestimentas de los miles de burócratas y negociadores. Fueron constantes las críticas sobre temas relacionados con equidad de género en un país complejo para las libertades de las mujeres. Y, sobre todo, se repitió una y otra vez que las negociaciones no iban al ritmo necesario en temas claves.
Según explica Javiera Lecourt, directora de la ONG CEUS Chile y quien también estuvo presente en el evento, la COP27 fue un espacio donde el sentido de urgencia de la crisis climática global no importó. Una muestra de ello –detalla– es que cuando finalizó la primera semana de negociaciones quedaron al menos 13 temas pendientes en los cuales no hubo ningún tipo de acuerdo e incluso con algunos se invocó el artículo 16 de la reglamentación de la cumbre para posponer la discusión hasta la conferencia del próximo año, que se realizará en Dubái.
Sumado a ello, el evento estuvo repleto de reuniones intermedias y es que, destaca Lecourt, si bien son claves para ampliar el conocimiento, limitan los tiempos de las negociaciones que al final son el mecanismo para lograr el objetivo clave: que los países logren un acuerdo para frenar el calentamiento global.
“Hay una falta de sentido de urgencia tremendo. Las delegaciones y los países no tienen en cuenta la crisis en la que estamos. Yo entiendo que estamos en una situación compleja con una guerra, con enemistades entre las potencias; sin embargo, la capacidad de dilatar las discusiones es tremenda”, advierte.
En ese sentido –enfatiza–, uno los actores claves del evento fue Estados Unidos, que bajo el concepto de Lecourt, no solo impulsó las posiciones disidentes para frenar un acuerdo beneficioso para el mundo, sino que además mermó la relevancia de discusiones como pérdidas y daños (quién debe pagar por las afectaciones económicas y no económicas relacionadas a desastres climáticos y que el mundo exige en su mayoría sea los mayores emisores de gases, (como Estados Unidos).
“Los países desarrollados encabezados por Estados Unidos llegaron a la COP con una posición de no abrirse a un mecanismo de financiamiento. De hecho, el presidente Joe Biden y el enviado especial de EE. UU. para el Clima, Jhon Kerry, no usaban el lenguaje oficial del evento, no decían ‘pérdidas y daños’, sino ‘países en riesgo climático’. Entonces ahí se ve un poco de negacionismo para que el tema no se siga instalando en la agenda”, destacó la experta.
Antonio Guterres, secretario general de la ONU, en el inicio de la COP27. Foto:Bloomberg
‘Balance patético’
En una posición similar se encuentra Manuel Guzmán-Hennessey, experto y analista en temas ambientales, quien afirma que la palabra que sintetiza la COP27 en líneas generales es “patética”. Para él, las discusiones en temas como pérdidas y daños; creación de un fondo global de financiamiento; y cómo frenar el aumento de las temperaturas no llevaron a ningún lado porque los países del norte global estaban interesados en que así fuese (a excepción de Alemania, que sí impulsó un mecanismo de financiación).
“El balance de la COP es patético. Pretendieron resolver en dos días lo que no pudieron hacer en 15 y evidentemente no lo lograron. Todo el mundo reconoce que en este año ya no se logró lo requerido, entonces ya estamos asumiendo el fracaso colectivo”, enfatiza el experto.
Para él, lo grave es que más allá de que no existan consensos, el tiempo para tomar acción climática y detener el aumento de las temperaturas se está acabando. Lo que nos enfrasca en un inevitable futuro donde no se cumple lo pactado en 2015 en el Acuerdo de París, donde los científicos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) fueron enfáticos en señalar que no se debe superar los 1,5 °C de aumento de la temperatura este año y en caso de que no sea posible no se debe pasar la barrera de los 2 °C porque de hacerlo iríamos con rumbo a un mundo con un clima impredecible y sin precedentes. Hoy estamos camino a los 2,8 °C de aumento en las temperaturas.
Según Guzmán-Hennesey el clima que se ha visto en 2022, con olas de calor históricas en Europa, lluvias por encima del promedio en Colombia y Venezuela, huracanes más al sur de lo normal en el Caribe, y sequías implacables en China o Estados Unidos, son el reflejo de que las COP están fallando y de que el Acuerdo de París no se está cumpliendo.
Esa falta de cumplimiento, por ejemplo, se ve en que esta cumbre fracasó también en el intento de aumentar las ambiciones de los países en sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC). Las NDC que son el núcleo del Acuerdo de París, se traducen en las acciones que un país está dispuesto a realizar para disminuir sus emisiones de gases y deben actualizarse aumentando la ambición cada cierto tiempo, algo que este año no se logró tampoco.
Al respecto, explica Manuel Rodríguez Becerra, primera persona en ocupar el cargo de ministro de Ambiente de Ambiente de Colombia, “si estas cumbres siguen sin los liderazgos necesarios por parte de las potencias, a pesar de lo que puedan hacer los países en vías de desarrollo seguiremos viendo como se nos agota el tiempo mientras la burocracia no resuelve el cambio climático”.
Los logros de Colombia
Ministra de Ambiente, Susana Muhamad, durante la COP27. Foto:Minambiente
La ministra de Ambiente, Susana Muhamad, le explicó a EL TIEMPO que aunque la primera cumbre climática de este Gobierno fue compleja, se trató de un escenario clave para el país en cuanto a posicionamiento y creación de un bloque latinoamericano que por primera vez trabaje en conjunto para enfrentar la crisis climática.
“En esta COP hubo una oportunidad de ampliar el espectro diplomático tradicional que ha tenido Colombia con la presencia de la vicepresidente Francia Márquez hacia el gran Caribe y África. Pero también la consolidación de aliados frente a la lucha climática y el posicionamiento de la defensa amazónica y de los ecosistemas estratégicos del país tanto en la sociedad civil como los cooperantes internacionales. Esperamos que de estas relaciones salgan frutos muy importantes”, destacó la ministra.
Entre los anuncios que realizó Colombia en el evento están: la creación de un fondo anual de 200 millones de dólares durante 20 años para frenar la deforestación en la Amazonia; la firma de un Acuerdo con Venezuela y Surinam para cuidar el ecosistema amazónico; el desembolso de 25 millones de dólares de Egipto y Noruega para proteger la selva; la solicitud de cancelar deuda externa a partir de 2023 por conservación climática a países y organismos financieros multilaterales; y el apoyo a la declaración conjunta entre los países que hacen parte de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).