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‘Muy poca gente se dedica a restaurar los bosques altoandinos’
Entrevista con Constantino Aucca galardonado con el premio Campeones de la Tierra, de la ONU.
Constantino Aucca sembrando una planta de polylepis en las alturas de Challhuacocha. Foto: Marco Antonio Arango
Desde hace 35 años, Constantino (Tino) Aucca trabaja por la reforestación de los bosques altoandinos, ecosistemas propios de los Andes septentrionales. Dice que en el afán de proteger la selva tropical, América Latina ha olvidado que también está formada por montañas, por páramos, por nevados. En ese tiempo ha sembrado seis millones de árboles, aunque, enfatiza, esa cifra es ínfima frente a lo que quiere lograr.
En Perú, su trabajo implica el manejo de 16 reservas naturales. Pero Tino, quien preside la Asociación Ecosistemas Andinos (Ecoan), quiere ir más allá. Por eso decidió desde 2018 crear un grupo de organizaciones que desarrolla actividades de reforestación en Ecuador, Bolivia, Chile y Argentina. Y desde 2023 esperan empezar a trabajar en Colombia.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), Tino “ha sido pionero en un modelo de reforestación comunitaria impulsado por comunidades locales e indígenas”. Por eso, la organización lo ha escogido como el único latinoamericano que este año fue galardonado con el premio Campeones de la Tierra, máximo galardón ambiental de la ONU, que desde 2005 ha sido otorgado a los pioneros en las iniciativas para proteger la naturaleza.
En entrevista con EL TIEMPO, el líder y ambientalista indígena habla de la importancia de conservar los bosques de la zona alta de los Andes, claves para la producción y regulación del agua. Además, explica cómo va Colombia en el tema y por qué cree que la región no está haciendo suficiente.
Constantino Aucca hablando con la familia local sobre la A (Área de Conservación Privada). Foto:Marco Antonio Arango
¿Por qué es clave restaurar el bosque altoandino?
Lo que estamos tratando de hacer responde a una necesidad global. No es un capricho, es una necesidad al ver tanta deglaciación y los problemas que se están enfrentando con el cambio climático. No se está asegurando el balance hídrico. O sea, hay mucha gente por donde viajo, por donde voy, que clama y pide a gritos “por favor, aseguren el agua”, porque de ello dependen su vida, su economía y el futuro de sus hijos. Así como también hay que estabilizar el suelo que se está perdiendo, porque se está perdiendo la cobertura vegetal. Entonces hay muchas necesidades que implican seguir haciendo más restauración y manejo de estos ecosistemas altoandinos.
¿Y cree que en América Latina estamos haciendo lo suficiente?
Lastimosamente, no. Hay fondos superiores a lo que yo manejo, increíbles fondos del Banco Mundial, del Banco Interamericano y demás, y terminan plantando especies exóticas como el pino, ciprés y el eucalipto, que hacen más daño que bien. Pero sí responden a intereses económicos. La verdad es que yo vengo en esta actividad desde hace más de 35 años. Soy parte de varios foros y grupos de gente que estudia los bosques a lo largo de los Andes. Y realmente es muy poca la cantidad de líderes que se están dedicando a restaurar bosques andinos a lo largo de nuestra cuenca. La gran mayoría son expertos en plantar más especies exóticas, sin importarles el daño que le hacen a su medio ambiente, ya que estas especies exóticas succionan el agua y compiten con las especies nativas. A su vez, también se consumen los recursos o nutrientes del suelo. No hay mucha preferencia por la restauración con especies nativas. Pero restaurar estos ecosistemas no es algo imposible de hacer, es solo tomar conciencia, organizar a las comunidades locales y nativas para hacer bien las cosas, con ética y profesionalismo. Mire que yo soy un personaje de ascendencia indígena. Vengo con todo este esfuerzo y uniendo a países y organizaciones, y hoy tenemos 18 proyectos a lo largo de los Andes.
Esta área es un poco complicada. Porque muchos de los técnicos tienen ideas de poner árboles como en un bosque de producción, y en un bosque de producción normalmente entran entre 1.200 y 1.300 plantas, pero nosotros cuando plantamos bosques nativos los hacemos más compactos. A veces son entre 2.000 y 2.300 plantas que tienen que entrar por hectárea. Porque es así como se comporta un bosque nativo en su hábitat natural. Entonces estamos también cambiando posturas para que podamos tener un bosque compacto con las condiciones favorables para que cumpla esas funciones que normalmente hace.
Me dijo que viene a Colombia a restaurar también, ¿cómo ve al país?
En Colombia, la gran mayoría tiene experiencia en protección, o sea, generan o crean áreas protegidas, y las experiencias de restauración que hemos visto son más para el bosque nublado o bosque amazónico. Casi nadie ha trabajado en los páramos o en los bosques altoandinos, donde nace el agua. Yo viajaré en dos semanas a varios puntos de Colombia y ya tengo identificados los posibles socios para ver en terreno las especies y especialmente la organización social que existe ahí, porque de eso depende la escala en la cual vamos a crecer. Nuestro proyecto no es un proyecto de asistencialismo, ni tampoco de generación salarial, porque ya hemos aprendido a lo largo de todos los años que cuando implementas un programa asalariado, termina el proyecto, se terminan los fondos y el proyecto muere.