En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información aquí

CLUB VIVAMOS
Suscríbete
Disfruta de los beneficios de El Tiempo
SUSCRÍBETE CLUB VIVAMOS

¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo [email protected] no ha sido verificado. Verificar Correo

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí. Iniciar sesión

Hola, bienvenido

¿Cómo está el clima en Bogotá?
¿Cómo se llama el hijo de Petro?
¿El pico y placa en Bogotá como quedaría para el 2024?

Pescador de olas: el surfista que lucha para proteger los océanos

Ramón Navarro, hijo de pescadores, se propuso preservar la costa de Punta de Lobos, en Chile.

En 2009, Navarro se impuso en la ola más grande en el reconocido torneo Eddie Aikau Big Wave Invitational, el más prestigioso del mundo.

En 2009, Navarro se impuso en la ola más grande en el reconocido torneo Eddie Aikau Big Wave Invitational, el más prestigioso del mundo. Foto: Ramon Navarro y Bureo. Cortesía La Nación

Alt thumbnail

PERIODISTAActualizado:

00:00
00:00

Comentar

Whatsapp iconFacebook iconX iconlinkeIn iconTelegram iconThreads iconemail iconiconicon
Su pasión por el mar nació desde muy pequeño: “Mi papá llegaba a casa con pescados y algas, y yo alucinaba con lo que traía: era el sustento de mi familia”, recuerda Ramón Navarro (44), el chileno que se dedica a surfear las olas más grandes del planeta para preservar la imponente costa de Punta de Lobos, su hogar en Chile.
Si hay olas grandes se trabaja el alga y si son pequeñas o no hay olas, te enseñan a bucear y cosechar el mar
Considerado uno de los mejores surfistas del mundo, es descendiente de nueve generaciones de pescadores. Empezó a pescar de niño junto a su padre, y aunque este se resistía a llevarlo porque era muy chico, Ramón insistía y siempre lograba acompañarlo.
Recorría las costas de Pichilemu y, en verano cuando no había colegio, se pasaba desde las 6 de la mañana hasta la última luz del sol en los ‘rucos’ (viviendas precarias) de pescadores, conectado con el mar, desentrañando las mareas y los indicios de cada día: “Si hay olas grandes se trabaja el alga y si son pequeñas o no hay olas, te enseñan a bucear y cosechar el mar”, explica.
De ahí que el cochayuyo, un tipo de alga parda comestible y rica en yodo, que abunda en los litorales subantárticos de Chile, pasó a ser fundamental en su vida: “Desde los 10 años mi viejo me mandaba a vender cochayuyo a la playa y tenía que llegar a las cinco lucas para comprarme el cuaderno y mis lápices para el colegio”, rememora, y se le iluminan los ojos con gran orgullo. “Al principio me daba mucha vergüenza, pero después con el tiempo gritaba feliz: ¡Cochayuyo a 100 pesos!”.
Era la misión que tenía en el verano para acceder a sus útiles. “Por eso desde muy pequeño el mar pasó a ser mi sustento económico, igual que el de mi familia, pero también un lugar donde me sentía muy cómodo”, reflexiona.
Luego apareció el surf en su vida y esa pasión se volcó a este deporte que es el timón de su día a día, donde canaliza su entrañable conexión con el mar. A los 13 años un amigo le regaló una tabla quebrada en dos, que él mismo arregló y usó para aprender y competir. Cuando terminó sus estudios viajó a Hawái, y en 2002 se convirtió en el primer surfista profesional chileno con trece triunfos en los catorce campeonatos en los que participó ese año.
A lo largo de su carrera recorrió el mundo explorando las más singulares y desafiantes marejadas. Su historial incluye importantes reconocimientos como la ola de Eddie en 2009, la más grande del campeonato Waimea Bay en Hawái en 40 años; el último swell gigante de Fiyi, de 7 metros en 2012 y 12 metros en 2018, y las cientos de olas potentísimas que dropea en Punta de Lobos, el patio de su casa.

Activista ambiental

Sus logros no son solo deportivos. Es un gran defensor de la cultura y el ambiente de la costa chilena: fue uno de los principales impulsores de la creación del Comité de Defensa de Punta de Lobos, luego de que esa playa fue declarada Reserva Mundial del Surf por la organización estadounidense Save The Waves. Y es un “luchador” acérrimo de causas antisalmoneras.
Recientemente, participó en el documental Corazón salado, disponible en el canal oficial de YouTube de Patagonia, donde une la historia de los lugareños Leticia y Reinaldo Caro en un viaje por la protección de las aguas ancestrales del pueblo kawésqar en la Patagonia Austral, amenazadas por el impacto de la salmonicultura.
“Durante una estadía más prolongada en su natal Pichilemu comprendí mejor el origen de su naturaleza –generosa y humilde– y pude conocer un lado diferente: su apasionada vocación ambientalista”, dice Greg Long, surfista californiano, en un artículo que escribió sobre Navarro. “Cada cierto tiempo te cruzas con alguien cuyas acciones y conducta te inspiran, te maravillan. Así me pasó cuando conocí a Ramón Navarro. Era pasión pura, determinación y humildad. Y eso me dejó la impresión de un carácter que recordaría para siempre”, agrega.
Sus triunfos en el surf, su nombre en Chile y el reconocimiento internacional son herramientas que le sirvieron para generar cambios en temas de protección del borde costero y el medioambiente, y para motivar a las nuevas generaciones a conocer y cuidar su país. Además, es uno de los cinco embajadores medioambientales en surf a nivel mundial de la marca de indumentaria Patagonia.
Navarro es considerado uno de los mejores surfistas del mundo. FOTOS:

Navarro es considerado uno de los mejores surfistas del mundo. FOTOS: Foto:Ramon Navarro y Bureo. Cortesía La Nación

¿Qué le enseñó el surf?
Aprendizaje y humildad. Me enseñó a entenderlo y conocerlo a tal nivel que uno sabe qué día puede hacer algo y qué día no. Que mis ritmos dependen del mar y no de los tiempos modernos, con sus horarios y organización y toda esa locura que imponen las reglas encajonadas. El mar ordena mi día y determina qué puedo hacer y cuándo. En el surf de olas grandes, la palabra clave es la humildad, porque si bien siempre trato de estar lo mejor preparado posible en lo que se refiere a equipo, entrenamiento físico y logística, sé que cualquier cosa puede pasar y que no tengo el control absoluto de la situación. El mar es quien tiene la última palabra siempre. Eso lo hace un deporte tan especial. Cuando estás corriendo olas grandes hay muchos factores que pueden fallar y salirse de tu plan, y de verdad hay que estar superpreparado, ya que el riesgo es muy alto. He perdido amigos y muchas veces me he quedado pensando si vale la pena seguir haciéndolo. Pero después viene otra marejada y veo que las olas están ahí y mi pasión y el amor por el mar son tan grandes que quiero estar nuevamente.
¿Alguna vez la pasó mal realmente?
Sí, varias veces. Es normal surfeando olas grandes que enfrentes situaciones complejas: que te caigan olas de 10 metros en la cabeza; que te revuelquen, te tiren más de un minuto debajo del agua; te golpeen contra el fondo. Me he sacado el hombro, me he roto una rodilla; me he cortado el ligamento cruzado; me he pegado varios golpes en la cara, en la espalda, en la pierna; varios accidentes. Pero, como te digo... esto, más que un deporte, es un estilo de vida: una pasión que no podría dejar. Mi sueño es seguir surfeando hasta que no pueda más, y ojalá pueda seguir hasta más de los 60. ¡Me alucina!
¿Qué lo lleva a seguir a pesar de los riesgos que conlleva esta actividad?
Creo que la adrenalina es una adicción. De verdad yo siento que lo necesito. No me puedo quedar tranquilo sabiendo que se vienen tres días de olas grandes y no voy a estar ahí. Lo paso peor estando afuera del agua que adentro. Mi cuerpo me lo pide y lo paso bien, lo disfruto. El día que deje de disfrutarlo, será el momento de retirarme.
¿Tiene miedo?
Obvio que sí. Aunque, para mí, la definición de la palabra ‘miedo’ es diferente: la asocio con las inseguridades. Algunas veces porque puedo estar flojo de entrenamiento o con problemas personales que me pueden desconcentrar o sacar de la zona de comodidad y confianza, y eso me genera inseguridad. Hay días que estoy seguro y mi confianza está a un nivel superalto y no siento esa sensación en el agua, pero a veces mi mente anda en otro lado y no me siento muy seguro y ese día no me va a ir muy bien surfeando.
¿Esto último es lineal, lo ha comprobado?
Hay días y días. Puedo estar surfeando increíble durante una semana y de repente, pum para abajo o pum para arriba. No sé si será lineal o en ondas; es como la vida... por eso siempre digo que el mar te va a poner en tu lugar y te hace una persona superhumilde. Esta es mi descripción del océano y por eso lo encuentro tan apasionante y alucinante. No hace distinción entre uno y otro: o lo entiendes o no lo entiendes. Poniéndolo en contexto con la vida y con la humanidad, para el mar da lo mismo tu billetera: el más exitoso va a ser quien más lo conozca de verdad. La riqueza está en conocerlo y vivir esos momentos que no se pueden comprar con dinero. Esa es una de las claves de por qué están creciendo tanto los deportes de outdoor, que requieren resiliencia y conexión con la naturaleza.
¿Cómo decidió perseguir su sueño pese a la resistencia de su padre en el primer momento?
Esa pregunta me la he hecho yo mismo y no he podido llegar a una respuesta. Tenía 14 años cuando decidí dedicarme al surf y ser profesional y vivir de esto. No sé ni de dónde, ni cómo ni cuándo se me metió la idea en la cabeza con esa convicción tan grande. Simplemente peleé y luché siempre por ese sueño. Es difícil explicarlo.
Ramón Navarro es uno de los cinco embajadores medioambientales en surf a nivel mundial de la marca de indumentaria Patagonia.

Ramón Navarro es uno de los cinco embajadores medioambientales en surf a nivel mundial de la marca de indumentaria Patagonia. Foto:Ramon Navarro y Bureo. Cortesía La Nación

¿Tenía plan B?
Sí, porque tenía mucho sentido lo que me decían mis padres. Si no triunfaba como surfista profesional pensaba irme a trabajar en algún restaurante en Hawái, así podía seguir surfeando, o en algún crucero de olas en Indonesia, o en mi mismo pueblo. El tema del surf nunca fue una pregunta.
¿Siente que le abrió puertas?
Miles. Si no fuera por el surf, yo seguiría siendo el hijo de un pescador. Seguramente, sería pescador de orilla igual que mi viejo y recolector de algas con la misma visión que tengo yo, pero que nadie lo escucha porque es un don nadie... y ahí es donde creo que tenemos un gran tema como sociedad. Un arriero del campo te va a contar unas historias de vida increíbles y tiene un conocimiento y una conexión con la naturaleza únicos, pero nadie lo escucha porque simplemente es una persona del campo.
¿Cómo conoció a Yvon Chouinard?
Una mañana de marzo de 1997 llegué a Punta de Lobos para surfear bien tempranito, como siempre con mi mate. Las olas estaban perfectas y había solo dos personas surfeando. Me acerqué al mirador para ver la ola y había un señor muy tranquilo, vestido como el clásico hombre de campo chileno, mirando. Su español era bien bajo, y mi nivel de inglés, muy flojo. Le pregunté si eran sus amigos quienes estaban surfeando y le ofrecí un mate. Entendí que él no se había metido porque las olas eran muy grandes. Al ver que los hombres surfeaban muy bien, me cambié rápido y fui al agua. Ya en el mar me di cuenta de que uno de los que esperaban una ola de 4 metros era Jerry López, leyenda del surf y mi ídolo. ¡No lo podía creer! Y su amigo era Jack Johnson. Nunca tuve idea de quién era ese señor que los acompañaba y con el que había intercambiado muy pocas palabras. Tiempo después, cuando viajé por primera vez para conocer las oficinas de Patagonia en Ventura, California, descubrí que aquel hombre al que le había ofrecido un mate en Pichilemu era Yvon Chouinard.
¿Cómo empezó con el programa medioambiental en Punta de Lobos?
Empecé por accidente. En 2002, en Pichilemu el gobernador de turno quería construir un emisario submarino y tirar todos los residuos en la mitad del mar, justo donde estaba la mejor ola y uno de los mejores lugares de pesca. Ya en ese tiempo era campeón nacional de surf y fui uno de los defensores de la causa por parte de los surfistas y los pescadores. Así logramos que hicieran una planta de tratamiento. También participé en las peleas en contra de la celulosa y más adelante comencé con el gran proyecto de Punta de Lobos donde llevo más de 15 años protegiendo esta ola icónica.
¿Cómo se prepara físicamente?
Entreno tres veces por semana; practico apnea, buceo, pesca. Soy una persona demasiado activa. Y mi día depende del mar: si es un día que va a haber olas grandes, me levanto a las 5 de la mañana, me tomo mis mates y como avena con frutos secos, banano y miel; un desayuno abundante, y me meto al agua desde que amanece hasta las 4 de la tarde. Si la ola no está muy buena, me levanto tranquilo, nunca después de las 8, voy a ver cómo está el mar y si no hay ola, voy a pescar o a bucear y después del cole de mi hijo, surfeo con él.
Su hijo sigue sus pasos: es fanático del surf y campeón nacional en categoría sub-12, ¿cómo ve que siga su legado?
No sé si mi legado... Yo siempre quise enseñarle surf para que tenga una pasión en su vida y para que en esos años de adolescencia complicada tenga un propósito y se levante con ganas de ir a practicar deporte. Encuentro que es una manera de salvarte de este mundo loco. Por supuesto que si quiere ser profesional, lo voy a apoyar, pero si no, cumplo con mi misión de enseñarle una pasión que le va a quedar para toda la vida.
Si tuviera que darles un consejo a los jóvenes que no saben qué estudiar, que quieren perseguir una pasión pero no se sienten seguros, ¿qué les diría?
Alejarse de la tecnología y acercarse a la naturaleza: creo que es la clave para lo que se viene con el cambio climático. Vale más tener conocimientos sobre el medioambiente y conexión con la naturaleza que tantas cosas materiales. Me choca ver a las nuevas generaciones que quieren todo aquí y ahora y rápido; se pierde la noción de que para tener algo en la vida hay que esforzarse. Las pasiones y los logros de la vida llevan mucho trabajo y tiempo.
DOLORES PASMAN
PARA LA NACIÓN - GDA

Más noticias A Fondo

Sigue toda la información de Vida en Facebook y X, o en nuestra newsletter semanal.

00:00
00:00

Comentar

Whatsapp iconFacebook iconX iconlinkeIn iconTelegram iconThreads iconemail iconiconicon

Conforme a los criterios de

Logo Trust Project
Saber más
Sugerencias
Alt thumbnail

BOLETINES EL TIEMPO

Regístrate en nuestros boletines y recibe noticias en tu correo según tus intereses. Mantente informado con lo que realmente te importa.

Alt thumbnail

EL TIEMPO GOOGLE NEWS

Síguenos en GOOGLE NEWS. Mantente siempre actualizado con las últimas noticias coberturas historias y análisis directamente en Google News.

Alt thumbnail

EL TIEMPO WHATSAPP

Únete al canal de El Tiempo en WhatsApp para estar al día con las noticias más relevantes al momento.

Alt thumbnail

EL TIEMPO APP

Mantente informado con la app de EL TIEMPO. Recibe las últimas noticias coberturas historias y análisis directamente en tu dispositivo.

Alt thumbnail

SUSCRÍBETE AL DIGITAL

Información confiable para ti. Suscríbete a EL TIEMPO y consulta de forma ilimitada nuestros contenidos periodísticos.