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Noticia
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¿Se demoró demasiado Bogotá en tomar medidas ante bajo nivel de embalses?
Desde 2023 el Consejo Nacional del Agua había solicitado tomar medidas por el fenómeno de El Niño.
Nivel de agua en los embalses que surten de agua a Bogotá es bajo. Foto: Alcaldía de Bogotá
El 26 de mayo de 2023, hace casi un año, el Consejo Nacional del Agua, instancia encargada de la coordinación interinstitucional para la gestión integral del recurso hídrico en el país, emitió su boletín Nro. 1 del año. Allí advertían que había una alta probabilidad de formación de fenómeno de El Niño, lo que se traduciría en una disminución en los niveles de las lluvias en el país que podría afectar nuestra producción de energía eléctrica y la capacidad de captación de los embalses.
“En el Fenómeno de El Niño ocurrido en los años 1997 y 1998, en términos económicos, el país sumó alrededor de 563.5 millones de dólares en pérdidas, afectando principalmente los sectores de servicios (309.5), Salud (40.9) y sectores productivos (148,6) entre otros. La reducción de caudales generó una importante disminución del agua almacenada en embalses para la generación de electricidad y, de los 1082 municipios de Colombia, 780 vieron reducido su abastecimiento de agua potable y 180 entraron en fase crítica al presentar reducciones cercanas a un 50 %”, resaltaba el boletín.
En ese sentido, el Consejo Nacional del Agua solicitaba tomar distintas medidas para prepararse frente a una posible crisis. Entre las entidades a las que se les ordenó tomar medidas estaban el Ministerio de Minas y Energía, el Ministerio de Vivienda, el Ministerio de Agricultura, el Ministerio de Salud, el Ministerio de Ambiente, la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (Ungrd), la Comisión Reguladora del Agua y la Superintendencia de Servicios Públicos.
— Foro Nacional Ambiental (@FNAmbiental) July 23, 2023
“En consideración a los efectos previstos con la ocurrencia del fenómeno del niño, es necesario que, desde las Autoridades Ambientales competentes, con fundamento en la normativa vigente, se adopten medidas inmediatas y de contingencia en relación con el manejo y istración del recurso hídrico, para la reducción del riesgo en materia de oferta y disponibilidad del agua”, resaltaba el Consejo en su comunicación enviada a los diferentes ministerios y otras entidades.
Si bien muchas de esas medidas solicitadas por el Consejo Nacional del Agua sí se tomaron, el problema es que se demoraron mucho en implementarse y en algunos casos llegaron cuando la crisis ya estaba demasiado avanzada, como, según señalan los expertos, es el caso de Bogotá.
Allí es clave señalar que si bien desde el gobierno nacional debían establecerse campañas, reuniones y acciones, también le correspondía a los gobernantes locales a través de las autoridades ambientales o los encargados de la gestión del recurso hídrico hacer lo propio en sus territorios. Por ejemplo, en el caso de los embalses de Bogotá no solo tiene injerencia la Alcaldía y varias de sus secretarías, sino también la CAR Cundinamarca y Parques Nacionales Naturales, como autoridades ambientales.
Embalse San Rafael, uno de los que hace parte del sistema Chingaza. Foto:Néstor Gómez. EL TIEMPO
Según explica el meteorólogo, Eliécer Díaz, es claro que en ciudades como Bogotá la toma de medidas sí se demoró más de lo que debía y estas llegaron cuando ya los niveles de los embalses estaban muy bajos. Esto, asegura, porque desde el gobierno nacional se venía advirtiendo la presencia de El Niño y los impactos que este fenómeno podría generar.
Díaz también señala que habría que preguntarse qué tan eficaz está siendo la gestión actual si se compara con otros fenómenos, como El Niño visto en 2015 que fue más extenso y que sin embargo no generó racionamientos de agua en la capital.
“La pregunta que debemos hacer es porque en 2015-2016 que se presentó un evento El Niño fuerte, con condiciones muy severas en la climatología de país, recuerde la muerte de muchos chigüiros en la Orinoquia, no se presentó racionamiento en Bogotá y este año sí”, destacó el experto.
Por su parte Christian Euscátegui, meteorólogo experto y consultor en sistemas de alerta temprana, señaló que en la capital la comunidad se enteró tarde del grado de alerta y no se tomaron las previsiones necesarias cuando se conocía cuál podría ser la situación que se aproximaba.
"Solo se conoció sobre el nivel tan bajo y tan extremo que tenían los embalses que surten de agua a Bogotá, hace cerca de dos semanas. Es decir, que nos informaron de un nivel de alerta roja, sin haber pasado por los niveles amarillo y naranja, los cuales tienen normalmente unas acciones de preparación y alistamiento, que redundan en mayores elementos de planificación y prevención antes de llegar a la alerta roja", resaltó Euscátegui.
De acuerdo con él, históricamente los fenómenos El Niño tienden a fortalecerse hacia final y comienzo de año, justo cuando se presenta la temporada de menos precipitaciones en gran parte del país, por lo que era previsible que se pudiesen tener efectos adversos en términos de niveles para los diferentes cuerpos de agua en el territorio nacional, particularmente hacia el primer trimestre del año.
"Debido a los altos valores de temperaturas anómalas que se registraron en las aguas del océano Pacífico tropical, el fenómeno El Niño 2023-2024 ha sido catalogado de intensidad fuerte. Sin embargo, sus efectos en términos de déficit de lluvia no fueron tan notorios en el segundo semestre 2023. Este fenómeno muy seguramente tendrá una duración de 12 meses, lo cual es muy inferior a lo que fue El Niño 2014-2016 con una duración de 19 meses y considerado por todos los organismos internacionales de predicción como el más fuerte de toda la historia. De esta forma, es claro que no aprendimos la lección", enfatizó el experto..
Embalse que surte de agua a Bogotá. Foto:Acueducto de Bogotá
Otro de los que cuestionó la demora en las acciones fue el exministro de Ambiente y experto en temas ambientales, Manuel Rodríguez Becerra, quien calificó como “imprevisión” la demora para tomar acciones.
“Lo que más llama la atención ahora que estamos frente al racionamiento del agua en Bogotá, y que estamos adportas de un racionamiento de electricidad, es que el Ideam y el Ministerio del Ambiente venían advirtiendo la posibilidad de que se produjera escasez de agua. La alcaldía de Bogotá actuó tardíamente en las medidas de prevención y el gobierno nacional simplemente no actuó para buscar que muchos de los embalses de las hidroeléctricas no llegaran a un nivel de alto riesgo”, enfatizó Rodríguez.
Bajo el concepto de Rodríguez, quien fue miembro de la Junta Directiva de la Empresa de Acueducto de Bogotá, las decisiones gubernamentales sobre el uso del agua han sido “una verdadera maraña de equivocaciones y han agravado los impactos del fenómeno de El Niño”.
Las lluvias que se presenten durante las próximas semanas serán claves para llenar los embalses. Sin embargo, en Bogotá seguirán los racionamientos por varios meses mientras el sistema se estabiliza. Foto:Héctor Fabio Zamora / EL TIEMPO
Finalmente, el ingeniero ambiental y exconcejal de Bogotá, Diego García Bejarano, señaló que no solo en esta crisis, sino en general, la ciudad se ha demorado en tomar medidas frente a la situación del agua desde hace varias istraciones, pues no se ha pensado en un modelo de gestión como región que permita proteger y hacer uso eficiente del agua potable que consume la ciudad, mientras aumentan las construcciones y proyectos inmobiliarios.
Bajo el concepto de García, quien es especialista en gerencia de recursos naturales, el alcalde Galán llegó tarde ante un problema empeorado por El Niño, pero que ya venía desde antes, y es que Bogotá viene creciendo a un nivel acelerado en términos de infraestructura de vivienda sin mejorar su capacidad de captación y aprovechamiento del recurso hídrico en zonas claves como Chingaza y Sumapaz.
“Si se miran, las acciones de ordenamiento para gestión del agua y recursos hídricos son escasas. Es irrisorio todo el aporte que se hace a Chingaza y Sumapaz para su conservación en función de los recursos que reciben desde el acueducto. Al alcalde le estalló la bomba en las manos de una pelota caliente”, enfatizó.
Y es que la presión que se ha puesto sobre el sistema también es responsable en parte de esta crisis. Tan solo a inicios de este año, cuando el fenómeno de El Niño ya estaba consolidado, EL TIEMPO conoció que el consumo de agua en Bogotá aumentó como si la ciudad de un momento a otro hubiera crecido en 500.000 habitantes. Eso, según datos de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá (EAAB), cuya gerente, Natasha Avendaño.