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No hay excusa para el maltrato, los padres deben enseñar a los hijos a identificarlo
De tu lado con Álex da claves y recomendaciones para que desde el hogar se eduque en el tema.
Hace días leí una frase que me impactó por lo cruda y real: “No puedes sanar mientras estés rodeado por personas que te siguen abriendo la herida”. Me impresionó porque aun cuando mucho se habla de la influencia que tienen en nosotros las palabras y los actos de los demás, a veces sentimos que no tenemos otra alternativa que soportarlos. La sociedad parece imponer la obligación de aguantar, tolerar y soportar, porque eso es lo que hacen las personas ‘buenas’.
¿En cuántas familias hay un personaje pesado, humillante, grosero y hasta maltratador? Me atrevería a afirmar que en muchas. Y, sin embargo, es posible que en las reuniones familiares les digan a los niños: “No pasa nada” o “Siempre ha sido así, no le prestes atención”. Al hacer esto, que parece irrelevante o trivial, les enseñamos que, tratándose de la familia, se vale aguantar el maltrato y mirar para el otro lado porque “no hay nada que hacer”. Después pretendemos que cuando sean adultos identifiquen las señales de alarma ante una situación de maltrato.
A diario sabemos de episodios de violencia por parte de padres y madres, y nos preguntamos: “¿Y por qué sigue ese niño viviendo con ese papá o mamá?”. Porque ciertos estándares sociales obligan a mantener cerca al victimario, por el simple hecho de ser el papá o la mamá... y esto sigue siendo cierto aun de adultos.
Fui víctima de maltrato físico. Foto:iStock
Empecemos a sacar de nuestras vidas a quienes nos hacen daño. Hay individuos que, por más sangre que tengan en común con nosotros, son nocivos para la salud emocional, mental y hasta física. Alejarnos sin presiones de un maltratador(a), sin importar de quién se trate, no solo beneficia nuestra salud mental, nos lleva a relaciones sanas, positivas y enriquecedoras.
No digo que debamos desechar a las personas sin intentar ‘trabajar’ la relación, pero sí que seamos conscientes de que se necesitan dos dispuestos y comprometidos para hacerlo. Si solo una persona está haciendo el esfuerzo, esa no es una relación de dos sino de uno. Hago énfasis en que nunca debemos justificar, tolerar, minimizar ni exonerar abusos ni maltrato de nadie. Si les enseñamos y damos ejemplo a nuestros hijos, les estamos regalando la mejor brújula interior para poner límites y valorarse.