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Los secretos para lograr un hogar impecable y, además, disfrutándolo
Eva Ruiz, organizadora profesional, explica la importancia del orden y d claves para alcanzarlo.
Los espacios de organización del hogar pueden ser una excusa para integrar a la familia. Foto: iStock
La emprendedora Eva Ruiz, escritora y especialista en orden y limpieza de ambientes interiores, confiesa que, al igual que a la mayoría de las personas, a ella no le gusta limpiar. Sin embargo, se ha sobrepuesto a ello escribiendo un libro lleno de consejos sobre cómo lograr orden y limpieza en nuestros hogares con el menor desgaste posible, obteniendo un resultado notable y, además, siendo feliz.
Ruiz, cuya página web se llama laordenada.com y que en Instagram figura como @evalaordenada, se autodefine como una planificadora de interiores: es decir, una profesional que se encarga de organizar los espacios dentro de viviendas, oficinas y locales para hacerlos más funcionales y así mejorar la calidad de vida de quienes los utilizan.
“A nadie le gusta limpiar, pero hay que hacerlo. Entonces, ¿por qué no lo hacemos de manera que ello nos produzca paz, tranquilidad, que no nos agote ni represente una carga?”, dice Ruiz. Y añade: “¡Es que se puede limpiar para ser feliz!”.
“Uno también puede ser feliz si le toca la lotería o conociendo el mundo. Pero eso es algo que la mayoría no podemos hacer. Limpiar, sí. Así que vamos a sacarle provecho”, añade con un toque de ironía y sentido del humor.
Pero, bueno, ¿cómo se logra? Ruiz comienza por subrayar una idea: “Amar no es servir, sino compartir”, y lo dice con un objetivo muy claro y, para ella, decisivo: no solo se deben repartir las tareas del hogar entre todos los de la familia, sino que todos y cada uno de ellos deben asumir este tema como una responsabilidad directa e ineludible con el resto.
“La clave para tener la casa mínimamente limpia y ordenada consiste en que todos los de la familia estén comprometidos con el objetivo de limpiar al instante aquello que se ensucia y recoger o guardar enseguida aquello que hemos utilizado”, dice.
Por ejemplo: “Si ensucias el espejo del baño, límpialo en el momento para que no se acumule suciedad. Si cocinas y ensucias, limpia todo al terminar. Si tienes ropa sucia para lavar, métela en el canasto en vez de dejarla tirada en el piso del baño”.
La clave para tener la casa mínimamente limpia y ordenada consiste en que todos los de la familia estén comprometidos con el objetivo de limpiar al instante aquello que se ensucia
Es clave que cada miembro del hogar sea “responsable de lo que ensucia y desordena y no se siente simplemente a esperar a que lo solucione alguien más o quien venga detrás (porque no le queda más remedio)”. “Limpiar en el momento aquello que se ensució o recoger lo que se desordenó no requiere un gran esfuerzo, solo un poquito de voluntad”, afirma.
Ahora, añade, “si en caso de falta de tiempo me dieran a elegir entre limpieza y orden, escogería ordenar antes de limpiar. Si un ambiente está mínimamente ordenado con cada cosa en su lugar, da una sensación de paz y de limpieza, aunque haya polvo”, señala esta organizadora profesional. “En cambio –continúa–, si por ejemplo el salón está muy limpio, pero hay juguetes esparcidos por el suelo o ropa sin doblar sobre el sillón o si en la mesa están los platos de una comida reciente, dará una sensación de desorden y suciedad”.
Es clave que cada uno de los de la familia desempeñe un rol en el cuidado del hogar. Foto:iStock
Esta especialista en orden y limpieza remarca la importancia de que estos hábitos sean no solamente individuales, sino que se realicen acciones de limpieza y orden de forma colectiva, porque eso manda un mensaje al conjunto del grupo familiar muy fuerte y refuerza la idea. “Cuando los pequeños terminen de jugar, lo ideal es que se acostumbren a recoger los juguetes que han esparcido, y que cuando terminemos una tertulia o de cenar, recojamos lo que hay sobre la mesa, lo llevemos a la cocina y lavemos y organicemos entre todos”.
Para reforzar este ‘actuar en conjunto’, Ruiz recomienda “hacer una lista de tareas, repartirlas según la edad y el tiempo disponible de cada integrante de la familia”, desde el más pequeño al más mayor, para que todos aporten al objetivo de que la casa se mantenga limpia y ordenada”.
Aunque este aprendizaje lleve un tiempo y requiera paciencia, “todos deben tener claro que son parte de un núcleo familiar en el que todos ensucian y desordenan, por lo que cada uno debe ser responsable de lo que le corresponde y también ponerse en el lugar del resto de los del hogar” dice.
Y aquí la especialista subraya la importancia de involucrar a los niños desde muy temprana edad. “Como personas que habitan en casa, nuestros hijos e hijas deben participar en las tareas domésticas, por lo que es importantísimo educarlos en el orden y la limpieza”, sostiene.
“A un niño de cinco años no se le puede pedir que limpie las cortinas o las ventanas de la casa, pero puede aprender a dejar su habitación ordenada y la cama hecha. Podrá hacerlo mejor o peor, pero lo importante es que adquiera esa rutina”, señala.
De ese modo, según Ruiz, los padres contribuirán a que su hijo vea en el futuro las tareas del hogar, el orden y la limpieza como algo obvio y natural, con lo cual, además, tendrá más posibilidades de llegar a ser un adulto responsable y autosuficiente.
La experta explica que “no es necesario limpiar toda la casa todos los días”, que no se trata de mantenerla como una ‘tacita de plata’, “sino intentar mantener una limpieza y orden mínimos, en cocina, baños y zonas comunes”, para que la situación no llegue a un punto en el que se salga de control y deteriore no solo nuestra calidad de vida, sino que también pongamos en riesgo nuestra salud. Razón por la cual propone organizar y dividir las tareas de limpieza y orden en diarias, semanales y mensuales.
Por último, ite que algunas personas no creerán jamás que las tareas de limpieza puedan llegar a hacernos felices, pero asegura que podrían comprobarlo por sí mismas si aplican y mantienen en el tiempo las recomendaciones y claves que da en su libro, titulado Lo que se ensucia se limpia, de la Editorial Martínez Roca (2023). A continuación, sus ‘mandamientos’ principales.
Repartir las tareas en casa, con sentido común y practicidad. Toda la familia debe participar, pues de ello depende la calidad de vida de todos los que habitan en el hogar. En el día a día el objetivo es no ensuciar o desordenar más de lo necesario, y siempre limpiar lo que ensuciamos y ordenar lo que desordenamos. No es más limpio el que más se dedica a limpiar, sino el que menos ensucia.
Mantra y cronograma
Lo que se abre se cierra. Lo que se usa se devuelve a su lugar. Lo que se acaba se repone. Lo que falla se repara o cambia. Dividir las tareas de limpieza en tres tiempos: las diarias, que son las de mantenimiento básico y se aplican a las zonas que más se usan; las semanales, para limpiezas más a fondo, como en baño y cocina, por ejemplo, o cambios de sábanas y toallas; y las mensuales, para ventanas, hornos, sofás, etc. La constancia es esencial y por eso las rutinas son claves.
Cada cosa en su lugar
Lo que se ensucia se limpia. Lo que se acaba se reemplaza. Lo que se abre se cierra. Lo que se usa se devuelve a su lugar
Cada cosa debe tener su sitio claro en casa. Y si todos lo saben, se ordena más rápido y fácil. El primer paso para una casa ordenada y limpia es descartar todo aquello que no utilizamos, que no funciona o que guardamos por si acaso... En nuestro armario, en la cocina, en el garaje... En toda la vivienda.
El baño
No hay que menospreciar el orden en el baño; al ordenarlo, parecerá más limpio durante mucho más tiempo. No trate de hacer todo en un mismo día o fin de semana. Terminará agotado. Es mejor ir ‘cajón por cajón’, habitación por habitación, poco a poco.
Controle lo que compre
No compre cosas que realmente no necesita. Acumular cosas que no se usan es lo que más contribuye al desorden y la falta de aseo. No se obsesione. Su casa no es un quirófano ni un museo. Pero si adopta los consejos arriba descritos, vivirá mucho más a gusto en ella.