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Temor de vecinos por siniestros aéreos en Guaymaral
Los habitantes del sector sienten miedo por las caídas de las aeronaves muy cerca de sus predios.
La avioneta se estrelló en la autopista Norte con calle 230, con una tripulante a bordo. Foto: Archivo particular
Entre la zozobra y el miedo conviven los habitantes y trabajadores de las fincas cercanas al aeropuerto de Guaymaral, al norte de Bogotá, por los frecuentes siniestros aéreos ocurridos en ese sector. Este año se han reportado cuatro accidentes, que han dejado siete muertos.
El caso más reciente se produjo el domingo pasado, cuando una aeronave de la escuela Aeroandes cayó en la finca La Esperanza, en el costado occidental de la autopista norte con calle 230. En ese hecho, una estudiante de aviación resultó herida. La joven fue rescatada por un trabajador del predio.
La vía al aeropuerto de Guaymaral es una recta con un carril de ida y otro de vuelta, y a sus alrededores hay fincas, condominios, casa quintas, tiendas de víveres, una bomba de gasolina, una iglesia y varios colegios.
A lo largo de esa carretera, que cuenta con tramos sin pavimentar, también hay hangares de las escuelas de aviación, de firmas que alquilan sus aeronaves, personas particulares que tienen sus biomotores y autoridades, como la Policía Antinarcóticos.
Los vuelos que se realizan desde este aeropuerto son controlados desde una torre que se encarga del tráfico aéreo en 3 millas náuticas a la redonda (aproximadamente 5,5 kilómetros).
Pero la cercanía de los predios a la terminal aérea, que es utilizada por pequeñas aeronaves, y los últimos siniestros han puesto en alerta a las familias de esa zona. Cuentan que ya son cuatro los siniestros aéreos ocurridos este año.
Ómar Carrión es un de una finca de ganado de levante que vive junto con su esposa y su hija a orillas de la vía que conduce a Guaymaral. Él dice que sienten temor pues el hato está en el tramo más cercano a la pista de aterrizaje. “Aquí se cayó hace como seis meses una avioneta, pero eso vienen, recogen y se van”, dice este campesino.
Carrión advierte que si no ha habido una catástrofe mayor, es por “milagro de Dios”, pues las aeronaves han caído muy cerca de sus lugares de trabajo.
Carlos Rodríguez le salvó la vida a una estudiante de aviación. Foto:Andrés Orjuela.
No obstante, otra historia es la que cuenta Carlos Rodríguez. Él fue quien salvó a la estudiante de aviación de morir incinerada el domingo, cuando una aeronave cayó en la finca lechera en la que trabaja.
Cerca del mediodía, después de escuchar un estruendo, observó cómo la pequeña nave, prendida en llamas, colisionó contra dos vacas lecheras a punto parir.
Se acercó para auxiliar a los animales, pero rápidamente se dio cuenta de que había una persona adentro, inconsciente y atorada con el cinturón de seguridad. Intentó desabrocharla, pero fue imposible. Corrió unos metros hasta su casa y sacó un cuchillo de trabajo para rescatar a la mujer. Logró sacarla y, en cuestión de segundos, se produjo una explosión que aunque, según cuenta, no fue muy grande, sí terminó incinerando la aeronave y a una de las reses.
Al lugar llegó luego un helicóptero de la Aeronáutica Civil que trasladó a la mujer hasta la Clínica de la Universidad de La Sabana. Carlos fue trasladado horas después en un carro al mismo centro de salud y se queja de que nadie lo ha ado para saber cómo se encuentra. En el accidente inhaló mucho humo y por eso se sintió ahogado.
Sin embargo, dice sentirse tranquilo y reconfortado con haber logrado auxiliar a tiempo a la aprendiz, de quien se desconoce el nombre. De todos modos, las personas del sector, como la dueña de la tienda Parachoque, nombre paradójico, menciona que a ellos, cuando hay un accidente cercano, nadie los resguarda ni les pregunta cómo están, y así con los demás vecinos.
Este diario estuvo en el hangar de Aeroandes, donde no fue posible ar a algún vocero. Solo había un vigilante quien señaló que no tenían formas de comunicarse con directivos de la escuela y no había nadie autorizado para dar declaraciones.
Sin embargo, este diario logró conseguir números telefónicos de la empresa, pero tampoco fue posible arlos a través de ellos. Un piloto que hasta hace poco operó en este aeropuerto le dijo a EL TIEMPO que las escuelas de aviación deben tener certificación de otras escuelas dedicadas a ese fin, para poder funcionar, y que además son vigiladas por la Aeronáutica Civil.
Agregó que cualquier aeronave que opere en Guaymaral debe entregar previamente un plan de vuelo, con el reporte del origen y destino, así como la cantidad de combustible que llevan.
La Aeronáutica Civil se abstuvo de hablar sobre los siniestros aéreos registrados en la zona, porque son hechos en investigación, pero anunció que se pronunciará en los próximos días.