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La historia de los artesanos que despliegan talento en Carnaval con una Selva Africana
La comparsa le da vida a más de mil máscaras que llenan de color el ‘cumbiódromo’ y el mundo.
José Llanos es uno de los exponentes de las artesanías en Galapa. Foto: Vanexa Romero / EL TIEMPO
Un rugido se roba las miradas de miles de espectadores que disfrutan desde sillas y palcos la Batalla de Flores del Carnaval de Barranquilla. Se trata de decenas de coloridos tigres que, en vez de asustar al desprevenido, provocan alegría y iración.
Sobre la Vía 40, ambientada por una temperatura que ronda los 38 grados centígrados y un cielo azul despejado, los felinos salieron de un taller y ahora danzan al compás de ritmos provenientes de África, llevándose los aplausos de la multitud.
¡Lo lograron! Convirtieron el ‘cumbiódromo’ en una Selva Africana, el nombre de esta comparsa conformada por, aproximadamente, 80 bailarines, entre niños, adolescentes y jóvenes que personifican al animal y enriquecen la tradición de las ‘carnestolendas’.
Ellos mueven sus hombros, contonean sus caderas y dan pasos ensayados previamente, ni uno más, ni uno menos, mientras llevan en su piel los trazos de una brocha con los colores amarillo, negro y naranja.
La versatilidad de estos muchachos y muchachas con máscaras y brillantes tocados se origina en el municipio de Galapa (Atlántico), la sede de la agrupación que fue fundada por el artesano José Francisco Llanos Ojeda en el año 1975.
Donde todo empieza, en esta población ubicada a 15 minutos de Barranquilla por la vía de la Cordialidad, están el hombre y sus hijos, embadurnados de pintura y rodeados de tumultos de icopor, cartón, troncos de madera, lija y una ponchera azul que almacena almidón de yuca. En otras mesas están los moldes y el papel maché.
El corre – corre en el taller de Selva Africana
Llanos Ojeda, de 79 años, mira detenidamente la máscara de un tigre en preparación, como si algo no le cuadrara. Sucede en un salón alumbrado por la luz natural en la primera de dos plantas que componen el inmueble de la calle 13 con carrera 13.
No es más que una fábrica donde se respira cultura pura y se crean diseños con resultados asombrosos. Por eso, interrumpir al artesano en ese momento clave sería una afrenta hasta con la fiesta.
Alrededor de él hay un corre – corre, dos de sus hijos se pasan pinceles, traen tijeras, llevan papel y no es para menos: el principal desfile arranca en 48 horas y tienen un pedido de 50 figuras de guacamaya.
A José Francisco se le ‘prendió el bombillito’: “¡Eso es!”, exclamó. Hizo un corte y quedó satisfecho. De inmediato se dispuso a contar cómo se le ocurrió todo esto, desde que tenía 7 años de edad.
Como con el molde del tigre, acomoda el escenario, no omite ningún detalle, lo rodea una decena de máscaras de tigres y, hasta que terminó de acomodar la última a la perfección, procedió a echar el cuento.
Llanos tiene 79 años. Foto:Vanexa Romero / EL TIEMPO
Selva Africana nace a través de las máscaras, como artesano, yo siempre elaboraba las máscaras para el Carnaval de Barranquilla
“Selva Africana nace a través de las máscaras, como artesano, yo siempre elaboraba las máscaras para el Carnaval de Barranquilla, pero quise llegar con algo innovador, algo creado, entonces imaginariamente me fui al África, a estudiar parte de su hábitat, que era lo que hacían los animales de la fauna africana, comencé a dar sobre ese estudio y lo proyecté en Barranquilla”, dice Llano.
Sentado en esa silla plástica blanca, pero con manchas de pintura roja y verde, recuerda que entró al mundo de las artesanías en el ir y venir del colegio. En el trayecto, detenía su andar por quedarse viendo el trabajo de los mayores.
La artesanía, principal actividad que impulsa la economía de esta población, se convirtió entonces en un gran aporte al Carnaval de Barranquilla con la producción de máscaras que simulan a los animales icónicos en los disfraces de la fiesta.
“Durante todo el año estamos trabajando, porque aquí en el taller nos visitan muchas personas de todas las partes del país. A través del grupo, hemos participado en la Feria de la Máscara, que se realiza en el Estado de Zulia, hemos ido dos veces a representar al Carnaval de Barranquilla y a Colombia en el Encuentro Internacional de la Máscara Ibérica, que se celebra en Belén (Portugal)”, expresa con orgullo el director de Selva Africana.
Más de 25 Congos de Oro para la comparsa
Mientras mira cómo su celular no deja de sonar, Llano mantiene su concentración y señala que la participación de la comparsa en la fiesta declarada patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad le ha significado más de 25 Congos de Oro desde 1980. Todos, ubicados en la parte más alta de una vitrina que recibe a los visitantes en la sede de la comparsa.
“Cuando llegamos al Carnaval de Barranquilla, no se ganaba Congo de Oro, sino simplemente el primer puesto, y siempre Selva Africana ganaba al Torito de Barranquilla, al Congo Grande, al Perro Negro, y así sucesivamente hasta que unos años después se consideró que Selva Africana no era danza, sino parte de tradición popular, y ahí si vinieron los Congos de Oro”, asegura el galapero, recostando las manos sobre su pantalón largo negro, pero con vestigios de pintura.
Para el artesano, quien fue Rey Momo del Carnaval del Bicentenario en Barranquilla, en 2013, Selva Africana tiene un sello único y es el maquillaje, las máscaras, los tocados y la misma artesanía arraigada en la manifestación cultural.
Al fin y al cabo son detalles que los han llevado a mostrarse ante el mundo, como la vez que Shakira se presentó en el Súper Bowl, en Estados Unidos, con las creaciones de José Francisco.
José Llanos fue Rey Momo del Carnaval. Foto:Vanexa Romero / EL TIEMPO
Carnaval sin máscara no es Carnaval. Ya vamos a cumplir los 50 años y sí se puede decir que vamos a seguir
O las veces que diferentes personalidades del país han llegado a conocer los orígenes de las máscaras del Carnaval, como el expresidente Iván Duque y la actual primera dama de la Nación, Verónica Alcocer, quien fue el año pasado a conocer todo el proceso. A ellos se les entrega la máscara dorada del Torito.
Mientras que anualmente reciben la visita de las designadas reinas del Carnaval. Aprovechan el momento e izan la bandera de la comparsa. Es un acontecimiento que se celebra en todo el municipio, según relata.
“Carnaval sin máscara no es Carnaval. Ya vamos a cumplir los 50 años y sí se puede decir que vamos a seguir, porque no es que me sienta cansado, sino que una de las cosas, cuando fui Rey Momo, fue haber llegado a hacer un proyecto de emprendimiento con las nuevas generaciones, especialmente con los niños, porque el artesano de esa época moría y se llevaba el saber. Eso lo estuve pensando, que no podía ser así, sino darle todo ese emprendimiento a la nueva generación”, sostiene.
El legado que está dejando José Llanos
Precisamente ese legado que deja José Francisco Llanos está en sus hijos, quienes no se conformaron con la experiencia empírica heredada de su padre y se formaron para integrar el equipo en el taller, como un proyecto que va de generación en generación.
Uno de ellos es Luis Demetrio Llanos. Estudió artes plásticas en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del Atlántico y hoy en día ha actualizado la técnica del papel en los diseños de las máscaras.
“Confeccionamos más de 1.000 máscaras y no se venden solo desde enero, tú sabes que en la costa desde el 1° de enero ya es Carnaval, entonces hay pedidos desde mucho antes, desde septiembre. Todo lo que es ‘Bre’, ya eso es precarnaval, desde que escogen a la reina del Carnaval de Barranquilla empieza la gente a llamar”, manifiesta el joven artesano.
Luis Demetrio Llanos estudió en la Universidad del Atlántico. Foto:Vanexa Romero / EL TIEMPO
No obstante, Luis Demetrio señala que Selva Africana ya no solo tiene un taller artesanal, sino también artístico, pues además de hacer máscaras de cebra, gorila, tigre y guacamaya, también le suman macrofiguras, esculturas, carrozas, tocados y maquillaje.
“Tenemos bastantes pedidos y corriendo, tenemos nuestra comparsa, tenemos grupos folclóricos que nos mandan a hacer tocados como los gorilas, que son la danza que siempre sale en el Carnaval y es una de las comparsas más importantes. Me parece impresionante que manejan hasta 400 y 500 gorilas, entonces cada año nosotros les vamos renovando los tocados”, destaca.
Un trabajo que no omite detalles
Este año estamos trabajando lo que es una paleta de colores más amarillos, naranja y rojos
Por lo anterior, el proceso para hacer realidad estas creaciones consta de varios pasos durante tres días. En el caso de la técnica del papel maché, la especialidad de José Llanos, juntan el almidón de yuca, con el papel de harina o de azúcar, lo rasgan y se pegan por carpas para producir un grosor y así la copia de una figura.
Ya con estos ingredientes, se elabora la figura en barro, se aplica la vaselina para que no se pegue el papel, se empapela, se desmolda y se pinta, según los colores característicos de la máscara tradicional, así como los detalles adicionales, como los colmillos o los cachitos, si son toritos.
En el caso de los tocados, se le agregan las plumas. Mientras que, con las artesanías en madera, se suman otras técnicas, como el icopor, la resina, la fibra de vidrio. Terminan siendo estructuras de mayor tamaño, que se usan para decoraciones.
“Trabajamos con las paletas de colores. Cada año hacemos cambios. El año anterior hicimos unas panteras con manchas y eran con tonos dorados, púrpuras, fucsia y morado. Este año estamos trabajando lo que es una paleta de colores más amarillos, naranja y rojos. El vestuario es más estilo africano”, cuenta el artista plástico.
Este es el resultado de un proceso en el que los integrantes de Selva Africana ponen todo su empeño. Foto:Vanexa Romero / EL TIEMPO
Para cumplir con la cantidad de pedidos, generan desde 15 hasta 20 empleos. Incluso, aquellos bailarines que no cuentan con los recursos para el vestuario, obtienen su propio ingreso empleándose en el taller de la comparsa para la que bailan.
En todo caso, a través de este ejercicio de Selva Africana, continúa viva la tradición de los artesanos galaperos, quienes por estos días ven su arte desfilar en la Vía 40 sin parar. O como dice José Francisco Llanos, “Carnaval sin máscara no es Carnaval”, para luego un rugido lanzar.