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'Tenemos cómo ganar una medalla olímpica'. Habla la arquera de la Selección Colombia
Catalina Perez, la arquera de la Selección Colombia, es la portada de la Revista BOCAS.
Catalina es una de las más grandes deportistas del país en la actualidad. Foto: Werden Bremen
Catalina Pérez, la arquera titular de la Selección Colombia femenina, tiene una carrera muy destacada como profesional. Y no solamente hablamos del fútbol. Sin embargo, pese a la formación que tiene, con un título profesional y una maestría, no la ha tenido fácil para cumplir sus sueños.
A los 28 años, Catalina, nacida en Bogotá pero criada en Estados Unidos, fue la guardiana del arco en la histórica actuación de la Selección en el Mundial de Australia y Nueva Zelanda, en el que el equipo alcanzó los cuartos de final.
La portera de la Selección Colombia, Catalina Perez, es la portada de la edición #132 de la Revista BOCAS Foto:Revista BOCAS
Para jugar hasta allí tuvo que superar muchos obstáculos. Alejandro Pérez y Luz María Jaramillo, los padres de Cata, se fueron a vivir a Miami cuando ella tenía 4 años. Y desde muy pequeña la pusieron a practicar deportes.
“Fue a un colegio con muchas posibilidades de deportes y eligió el soccer desde el principio, practicó tenis, béisbol, basquetbol hasta hockey”, le dijo Luz María a Futbolred. ¡Ojo: nótese que dijo soccer…!
El camino para llegar a la titular de la Selección fue largo y doloroso. Sufrió dos roturas de ligamento cruzado y le tuvieron que operar la rodilla tres veces, porque la segunda operación no salió bien. Antes de eso tuvo que venir a Bogotá a tocar puertas para que la volvieran a llamar a una selección, porque el técnico que la había llamado la primera vez, Pedro Rodríguez, se fue del cargo y no dejó base de datos.
En medio de las lesiones, Catalina aprovechó su talento para conseguir una beca y formarse como profesional. Estudió Finanzas y Emprendimiento en la Universidad de Miami, con calificaciones altísimas, tanto, que le otorgaron el título summa cum laude.
Tiene 28 años, un título profesional (Finanzas) y dos maestrías (Kinesiología y istración de Negocios). Foto:Werden Bremen
Buscando oportunidades para seguir en el fútbol fue a la Universidad de Mississippi State a hacer una maestría en Kinesiología, y jugando en su equipo fue incluida en el All American. En medio de su segunda lesión de rodilla terminó una maestría en istración de Negocios en la Universidad de Miami. Y allí fue invitada a hacer parte de Beta Gamma Sigma, una sociedad honoraria internacional de negocios.
Sin embargo, su gran sueño siempre fue el fútbol y, luego de conseguir un puesto en el que cualquier mortal se sentiría realizado tras estudiar finanzas, una posición de analista de crédito en el Banco Santander en Boston, dejó todo y se fue a Italia, contratada por Fiorentina. Pero vino la pandemia y no pudo jugar ni un minuto.
Catalina nunca se resignó. Y asegura que para ello se basó en su fe en Dios para lograr lo que quería: ir a la Selección, jugar en el exterior y triunfar. Ya jugó en Italia, España y Brasil y ahora se fue al Werder Bremen.
“Me gustaría hablar de mi fe. Soy muy consciente de que las cosas que he vivido son gracias a Dios. Yo creo que tuve muchos milagros, y más los milagros que uno vive de primera mano”, dijo Catalina antes de contar su historia.
¿Qué la motivó a meterse al fútbol?
A los 4 años, me fui a vivir a los Estados Unidos y mi mamá estaba buscando actividades para meternos a mi hermano y a mí después del colegio: yo terminé en natación y mi hermano en fútbol. La verdad, yo odiaba la natación: cuando me recogían a mí y luego íbamos por mi hermano, ahí conocí el fútbol, fue amor a primera vista.
A su mamá, al comienzo, no le gustó la idea.
Mi papá nunca vio raro el tema. Él me apoyaba y le insistía a mi mamá. Pero a ella no le gustaba: “Cata, pero eso es de hombres”, me decía. Me tocó remar y convencerla.
Arrancó jugando como mediocampista. ¿Cuándo terminó en el arco?
Nunca pensé en atajar: de los 4 a los 10 años fui mediocampista. Y a medida que iba creciendo tenía que comprobarles a mis papás que el tema me gustaba y ahí pasé a un equipo más serio. Un día no teníamos arquera y dijeron que nos iban a rotar a todas, que quién quería ser la primera. Yo alcé la mano, pero más pensando como en salir de eso. Yo trabajaba con entusiasmo, pero veía que las otras niñas no se querían ensuciar ni tirar al piso. Pero a mí eso no me importaba.
Sin embargo, al comienzo no estaba tan convencida de ser arquera.
Cuando me pusieron en el primer partido, los entrenadores dijeron “esta tiene entusiasmo para esto”. Y me dejaron del todo. Cuando pregunté qué había pasado con la rotación, me dijeron que me habían elegido para ser arquera. “¡Pero yo no quiero!”, les dije. “Un día lo vas a entender”, me dijeron. Duré cuatro años luchando contra eso, de los 10 a los 14.
Sufrió dos roturas de ligamento cruzado y le tuvieron que operar la rodilla tres veces Foto:Werden Bremen
¿Cómo la convencieron?
El técnico me preguntó si yo quería ser una muy buena arquera o una jugadora de campo común y corriente. “Con el tiempo te va a ir gustando”, me dijeron. Y cuando llegué a la Selección Colombia, pues ya me gustó: si eso me permite jugar para la Selección, pues yo tapo.
¿Es cierto que se enteró de la existencia de la Selección Colombia femenina por los periódicos?
Me acuerdo que cuando la Selección Colombia ganó el Suramericano Sub-17 y clasificó al Mundial de Nueva Zelanda, pues eso salió en los periódicos. Mi papá me los mostraba y yo me entusiasmaba aún más. Fue un despertar chévere.
En el 2010 llegó a la Selección Sub-20, con solo 15 años, y se encuentra con buena parte de la base de esa Sub-17.
Yo llegué desde el 2009, por alguien de los Estados Unidos que me recomendó y que conocía el técnico, que era Pedro Rodríguez. Fui a Bogotá, presenté unas pruebas. Nunca se me olvida, fueron en el Centro de Alto Rendimiento. Las pasé y me dijeron que me aban. Luego hubo un torneo y por cuestiones familiares no lo pude jugar. Luego no sé qué pasó, no volví a saber nada de la Selección.
A los 10 años, en su escuela de formación en Miami. (2004 Foto:Cortesía
¿Es verdad que tuvo que buscar al nuevo técnico porque no había dejado referencias suyas?
En el 2010 me enteré de que habían cambiado al técnico y que no habían compartido los datos, los datos míos se perdieron. Fui a Colombia a hacer pruebas de nuevo: me puse en o con Ricardo Rozo, me le presenté, y me dijeron que no tenían ninguna referencia mía. Me dijeron que tenía que volver a hacer las pruebas, pero que la Sub-17 no estaba trabajando, así que me citaron a unas pruebas con las Sub-20.
¿Cómo le fue?
Pues cuando llegué, estaba toda esa base que había jugado el Mundial Sub-17. Me empecé a probar y me preguntaron si me podía quedar todo el verano. Yo dije que sí. Al final, el técnico me dijo que había sido seleccionada entre las 23 jugadoras que iban al Mundial Sub-20 en Alemania. Eso fue un sueño. Fue un proceso para enamorarme aún más de mi país, del fútbol y de tener la posibilidad de soñar en grande. Además, llegamos a semifinales.Pues cuando llegué, estaba toda esa base que había jugado el Mundial Sub-17. Me empecé a probar y me preguntaron si me podía quedar todo el verano. Yo dije que sí. Al final, el técnico me dijo que había sido seleccionada entre las 23 jugadoras que iban al Mundial Sub-20 en Alemania. Eso fue un sueño. Fue un proceso para enamorarme aún más de mi país, del fútbol y de tener la posibilidad de soñar en grande. Además, llegamos a semifinales.
Mientras empezaba a ganar espacio en la Selección siguió estudiando en Estados Unidos. ¿Qué le aportó ese modelo de deporte universitario allá?
Cuando llevábamos poco tiempo en Estados Unidos me enteré de que existían las becas universitarias, que acá eso lo fomentan mucho. Entonces tenía una meta muy clara desde pequeña: no solamente exigirme en el fútbol, sino exigirme en el estudio para abrirme puertas e ingresar a una buena universidad, académicamente y futbolísticamente. Fue un aporte grandísimo, porque primero que todo me dio una carrera para ejercerla cuando ya no pueda jugar fútbol y me dio mucho más balance en mi vida, y todo en Estados Unidos está organizado de tal manera que puedas hacer las dos cosas, porque te organizan todas tus clases por las tardes, te dan todo el apoyo para que en la mañana se lo puedas dedicar al entrenamiento, y que este sea de calidad, porque la liga Universitaria es muy competitiva y muy seria, y te tratan muy bien.
En el 2014 sufrió una lesión grave de rodilla y se perdió la Copa América.
Yo estaba entrenando para las convocatorias del Suramericano con la Selección Colombia y estaba muy enfocada en entrenar, en hacer todo para llegar lo mejor posible, y cuando llega esa lesión fue supremamente difícil. Tenía 19 años y era mi primera lesión, estaba muy joven. No solamente fue difícil por lo físico, sino todo lo psicológico, porque nunca había tenido que parar a la fuerza. Estar alejada del fútbol fue muy difícil, me sentía en un túnel. Aunque estaba estudiando, tenía la meta del Suramericano y después el mundial y los olímpicos. Cuando quedé afuera del Suramericano quedé muy frustrada. El fútbol me ayuda a descargar tantas cosas, y ya no lo tenía.
¿Cómo fue la recuperación para llegar al Mundial de Canadá?
Yo le decía al médico antes de entrar a la operación: “Tengo un año para llegar al Mundial, por favor ayúdeme que esta es mi meta, este es mi sueño”. Y él me respondió: “Yo voy a hacer mi parte y después tú haces la tuya, pero lo vamos a lograr”. Un año después estaba en el Mundial de Canadá.
Ese 2015 jugó su primer partido con la Selección, un amistoso contra Ecuador.
Ese fue mi debut, pero en torneos oficiales fue contra Estados Unidos en octavos de final del Mundial. Me acuerdo mucho de ese partido contra Ecuador, fue en Pasto, el estadio estaba lleno y no sé por qué pero había muchos militares en la tribuna. Fue muy emocionante, porque cantar el himno con ellos siempre va a ser especial.
Cuando va al Mundial del 2015, la arquera titular y consolidada era Sandra Sepúlveda. ¿Pensó que iba a poder jugar?
Siempre tenía esa meta clara: cuando me di cuenta era la tercera arquera, pero yo trabajaba igual, esperaba que se diera el momento. Lo importante era estar preparada.
Sandra Sepúlveda se perdió el partido contra Estados Unidos por amarillas. ¿Cómo vivió ese primer partido como titular en un Mundial?
Vi en el prepartido que estaba con las otras inicialistas, ahí digo “Oh”. Recuerdo ese partido muy bien. Cuando pasaba la cámara en el himno yo pensaba: “Me están viendo las personas que me han querido ir acompañado durante todo este proceso”. Lo disfruté mucho con mis compañeras. Estábamos jugando de tú a tú con los mejores equipos del mundo y estábamos para grandes cosas. Y además jugábamos contra las campeonas del mundo.
Ese día cometió un penalti y terminó expulsada. ¿Cómo recuerda la jugada?
La expulsión fue muy desafortunada. Fue una decisión muy dura de la árbitra, sacarme roja y dar un penalti. Con el reglamento de hoy sería una amarilla. Entra uno en un estado de shock que no entiende qué acaba de pasar. Me lamentaba, me decía que cómo me iba a ir de este partido y cómo iba a dejar mi equipo con 10. Cuando ellas botan el penalti, me dije: “Ahí seguimos, ahí vamos”. Ese día me puse esa meta de volver a un Mundial y darlo todo por Colombia.
De traje, cuando trabajó como oficinista en el Banco Santander en Boston. Foto:Cortesía
Pasaron ocho años para volver, en parte, porque usted se rompió otra vez el ligamento cruzado y no fue a la Copa América del 2018.
Ese sí que fue un momento muy difícil en mi carrera. Fue jugando contra hombres, pero en un entrenamiento de la Selección Colombia en Cali. Nadie me tocó, nadie me hizo nada, solamente sentí al dar el paso que me traqueó la rodilla y me fui al piso. Fue un momento sumamente complicado porque ya lo había vivido, me preguntaba qué fue lo que no aprendí la primera vez como para tener que volver a vivirlo. Y vino justo en un momento donde le había apostado mucho más al fútbol: había dejado a medias una maestría y me fui a una universidad de Mississippi para tener mayor visibilidad, pensando en hacerme profesional. Era el último año que tenía para graduarme y por ende para jugar fútbol universitario. Eso me iba a abrir las puertas en Estados Unidos y también de las ligas en Europa.
Una decisión arriesgada.
Fue complicado. No sabía cómo explicarles a mis papás que me iba a retirar de la maestría y me iba a ir a una universidad en Mississippi para volverme futbolista profesional. Ellos me decían “Cata, primero termina lo que estás haciendo. Al comienzo me salió, porque me abría las puertas para hacerme futbolista profesional. Pero cuando me volví a lesionar quedé totalmente perdida. Los equipos que me estaban siguiendo perdieron el interés. Me dijeron “lamentamos mucho tu lesión, deseamos que te recuperes pronto, llámanos cuando te recuperes”.
Y ahí, otra vez, someterse a una cirugía, a una recuperación. ¿Cómo afronta eso cuando le pasa por segunda vez?
Era una cirugía complicada: tenían que deshacerme la primera operación y hacerme una nueva; fueron más de tres horas. Fue como una crisis de no saber qué hacer. Volví a la universidad, terminé la maestría, los seis meses que me faltaban, y me faltaban aún otros seis de recuperación. Estaba desesperada, tenía demasiada energía que sacaba en el fútbol y no podía canalizar, no tenía esa salida y tenía que trabajar. Empecé a aplicar para trabajos en Boston como analista financiera. Me fui a vivir a Boston, hice la recuperación allá, pero no estaba mejorando. Entonces tuve que volver al quirófano por tercera vez: tenía mucha fibrosis y muchas cosas, y en esa cirugía pudieron arreglarme todo y ahí sí pude recuperarme al 100 por ciento. Hacía mi terapia, entrenaba en las mañanas, en las tardes trabajaba, hasta que se me dio la oportunidad de volver al fútbol y a la Selección. Y como no tenía equipo, tuve que cubrir con todos los gastos.
Mientras todo eso pasaba, Colombia quedó afuera del Mundial 2019 y se desató una crisis terrible. Iban a volver semiprofesional la liga, querían sacar a las experimentadas del equipo, llegaron las denuncias de Isabella Echeverri y Melissa Ortiz… ¿Cómo vivió todo eso desde afuera?
Fue muy triste por todo lo que habíamos construido. Nos habíamos planteado cosas muy grandes. Cuando viene esa crisis, nos sentimos sumamente retadas. Debíamos salir de eso fortalecidas para tratar de mostrar lo que tenemos en el fútbol femenino en Colombia. En ese momento no teníamos los torneos, no nos estábamos viendo con frecuencia, cada quien debía seguir haciendo el trabajo por su cuenta. Sabíamos que teníamos que mandar mensajes muy fuertes a través del fútbol.
Y viene el oro en los Panamericanos de Lima, que es el relanzamiento de la Selección. Y de paso, su regreso al equipo.
Para mí, eso marcó. Lo estaba disfrutando muchísimo más que antes, porque supe lo que fue perderlo. Cuando Dios me dio la oportunidad de volver, dije que no solo lo iba a hacer de forma más responsable y de entregarme más, sino que iba a disfrutar de todas las bendiciones que vivo acá.
Al terminar los Panamericanos, aún trabajaba en el banco en Boston. ¿Cómo sale la oferta para ir a Fiorentina?
Después de los Panamericanos volví al banco, tenía contrato con ellos, pero estaba claro que quería volver al fútbol profesional. Trabajaba, pero buscaba también cómo podía jugar. Luego me llamaron, me dijeron que Fiorentina estaba buscando arquera y que si podía irme a vivir a Italia en una semana. Ya tenía una vida en Boston, con tantas cosas no era fácil, pero estaba claro que tenía que decir que sí. Así que en una semana había cerrado el apartamento, había renunciado al trabajo y me había ido a buscar mi sueño.
Durante su grado en finanzas y emprendimiento, en la Universidad de Miami (2016) Foto:Cortesía
En esa primera experiencia en Italia no puede jugar.
Cuando llegué a Italia fue más difícil de lo que me esperaba, porque pensaba que el italiano era muy similar al español. En el primer entrenamiento, cuando jugamos 11 contra 11, me sentía como una persona muda: nadie me entendía, no me salían las palabras siquiera. Llegar a un país nuevo donde nadie te entiende el idioma, en donde no conoces a nadie, fue todo un reto. Y luego vino la pandemia y se para todo. Fue peor, porque pensaba que había dejado todo para ir a un nuevo país y ahora ni Liga había. Volví a Colombia y estuve seis meses encerrada, haciendo ejercicio en mi casa. Apenas estuve mes y medio allá.
El encierro, en su caso, tiene un agravante: las lesiones de rodilla obligan a un trabajo muy juicioso de fortalecimiento.
Así es. Me acuerdo que el gimnasio era muy limitado. Me pedí unas pesas, me metí en unos programas en línea para mantenerme en forma como futbolista profesional y además tenía que entrenar virtualmente con la Fiorentina. Por la diferencia horaria, tenía que levantarme a las 4 de la mañana para conectarme con el equipo. Había doble jornada: en la madrugada, trabajaba con el preparador físico del equipo, y por la tarde, con el grupo de Estados Unidos con el que hacía programas, y así pasaba el día. Además me metí a clases de finanzas. En Italia la situación estaba muy dura, en el chat se veía que algún familiar de mis compañeras había caído enfermo. Yo salí de Italia de milagro.
No jugó en Fiorentina, pero luego acabó firmando con el Napoli.
Fue un reto grande. A mí me gusta mucho Italia, la cultura, me sentí siempre muy bien recibida. Y además tuve la experiencia de conocer a David Ospina y tenerlo cerca. Fue importante para mí. Él me dio muy buenos consejos. Fue muy chévere porque estaba aprendiendo de un referente en el arco mundial. De manejar los tiempos, de la carrera futbolística, de tantas cosas.
Del Napoli se va a España a jugar al Betis.
Fue otro reto grande, una liga totalmente diferente, una cultura totalmente diferente. En el equipo ahora había jugadoras muy buenas y la calidad de exigencia del entrenamiento era muy alta. La liga es muy competitiva. España acaba de ganar el Mundial, es un país en el que el fútbol femenino está creciendo mucho, y en ese tiempo que estuve allá sentí y vi de primera mano ese crecimiento, la importancia que le dan, y las condiciones allá están mejorando exponencialmente en poco tiempo.
¿Qué hicieron en España para obtener esos resultados tan buenos y tan rápidos? Ganaron los tres mundiales, Sub-17, Sub-20 y ahora el de mayores...
Le han invertido mucho al fútbol femenino, a la liga, a mejorar todas las condiciones, y eso ha dado mucho fruto. Tienen también mucho talento, y al mejorar toda la estructura, todas las condiciones, ya les permitió a las jugadoras poder dedicarse exclusivamente al fútbol y no pensar en tener otros trabajos, otras cosas, y poder ser, entrenar y competir en alto nivel todo el año.
Y de España pasa a Brasil, para jugar en el Avaí.
Fue una experiencia muy diferente a Europa, pero también superenriquecedora, una estructura muy diferente, personas muy alegres que viven el fútbol. En Europa se nota mucho el ambiente de trabajo, en Brasil se ve la alegría. Son dos maneras diferentes de ver el fútbol, es como una mezcla. Estar expuesta a esas dos maneras de vivir la carrera futbolística fue muy chévere.
De las 23 jugadoras que fueron al Mundial por Colombia, la única que no ha jugado en la Liga local es usted. ¿La llamaron de algún equipo?
Sí, pero todavía no se ha dado. Definitivamente en un futuro sería chévere.
Vista desde afuera, ¿qué le falta a la Liga femenina colombiana?
Yo creo que la liga cada vez mejora más. Chévere que juegan en los estadios masculinos, hay cosas en las que uno nota un crecimiento, pero claramente necesitamos una liga de todo el año, porque es muy difícil cuando no sabemos la duración de la liga, no sabemos cuándo empieza ni cuándo termina. Hay muchos temas en el aire, no tenemos esa estabilidad laboral. Si la hubiera, podríamos estar más tranquilas.
No ha jugado en la Liga local pero sí le tocó ser titular en una Copa América en casa llena, en la que ustedes también podían entusiasmar y enamorar a la gente...
Sí, fue demasiado emocionante poder vivir una Copa América en casa. Jugar con unos estadios llenos fue impresionante. Yo creo que son cosas que uno disfruta en el momento, pero cuando se acaba el evento, que uno procesa todo lo que fue, uno dice ¡guau! Fue una experiencia que a uno le marca la vida y que cada vez lo va enamorando más de su país y de la camiseta. Se siente que valen la pena todos los sacrificios, todo el dolor, todas las decepciones, todas las horas de entrenamiento, todas las lágrimas, para poder vivir un momento como estos con la Selección.
Cuando llegaron al Mundial, todas tenían el discurso de que querían ser potencia, que querían ser campeonas.
Es algo que ha estado en nuestros corazones por muchos años y que hemos trabajado a conciencia. Seguimos trabajando por ese objetivo. Sabemos que en Colombia hay mucho talento y que las generaciones que vienen son muy fuertes. Queremos crear algo muy especial para Colombia, queremos inspirar no solamente a niñas futbolistas, sino a las mujeres y a la gente en Colombia, a través de lo que nos apasiona y tanto amamos. Y por eso siento que logramos jugar con tanta unión y tanto cariño.
En su paso por el Napoli, de Italia. (2020-2021) Foto:Cortesía
Comenzaron el Mundial ganándole a Corea y luego lograron un triunfo que hizo mucho ruido, contra Alemania, que era el favorito del grupo.
Teníamos claro que queríamos salir a ganar. No nos íbamos a guardar absolutamente nada, y demostramos aún más la entrega y el corazón que tenemos. Fue una victoria histórica que también nos impulsa a seguir e ir por más y a decir que tenemos con qué ser potencia. Fue un momento muy bonito.
En el partido contra Marruecos, que perdieron 1-0, usted atajó un penalti. ¿Por qué dijo que se sentía en deuda con sus compañeras?
Porque yo quería tapar el penalti en el partido contra Alemania. Sentía que podía hacerlo y me quedó esa espina.
Cuando le ganaron a Jamaica, ya superan lo de Canadá 2015 y se meten a cuartos de final. ¿Qué significó eso?
Fue histórico pasar por primera vez con la Selección femenina a cuartos de final. Fue un momento demasiado especial, demasiado lindo, sacó la unión del grupo, el altruismo del grupo. Además, disfrutarlo con mis papás en la tribuna fue muy lindo. Eso nos permite pensar en abrir cada vez más caminos, empujar nuestros límites y ver que hemos trabajado por cosas así por años y que estamos para más.
En los días previos al partido contra Inglaterra, usted tuvo fiebre. ¿Qué pasó?
Tenía una infección en el ojo, en la córnea.
¿Se planteó en algún momento no jugar ese partido?
No, eso nunca se planteó. La verdad yo creo que pensábamos que la infección estaba más controlada de lo que en realidad era ese estado, pero tuve varias complicaciones.
En el primer gol de Inglaterra comete un error. ¿Cómo fue esa jugada?
Uno sabe que ahí me equivoqué, leí mal la pelota. Fue un momento difícil, pero tenía que dejarlo pasar y enfocarme en el resto del partido. Faltaba mucho por jugar y mucho por luchar. Son imprecisiones que uno no quiere que sucedan y se entrena mucho para que no sucedan.
Finalmente, terminaron cambiándola y entró Natalia Giraldo. ¿Cómo vivió esos últimos minutos desde afuera?
Haciéndole mucha fuerza al equipo, sabiendo de nuestra capacidad, recordando ese gol en el último minuto contra Alemania y sabiendo que el grupo tiene toda la capacidad de empatar; estaba enfocada en eso.
¿Qué hablaron en el camerino después del partido?
Que siguen cosas muy importantes. Todas terminamos muy tristes porque queríamos mucho más y sabíamos que teníamos para mucho más. Salimos muy tristes pero muy unidas, pensando en que se vienen cosas importantes, se vienen los Olímpicos.
Catalina Pérez, junto a Rafael Santos Borré en el Werder Bremen, su nuevo club. (2023) Foto:Cortesía
Hay dos capitanas, Daniela Montoya y Catalina Usme, ¿quién es la que más habla en el camerino?
‘Cata’, ‘Dani’, ‘Caro’ Arias, son como las que más hablan en temas de motivar al grupo, de expresar las metas colectivas.
¿Cómo vivió el hecho de ver un coliseo lleno para recibirlas?
Fue increíble. Nosotros les damos mucho las gracias a todos los colombianos que nos tanto nos apoyaron durante el Mundial, que se levantaban a esas horas para ver los partidos, para apoyarnos, para darnos aliento, para darnos fuerzas durante todo ese tiempo, y llegar al Movistar Arena y verlo lleno de personas para nuestro recibimiento fue muy gratificante, fue muy especial, y poder compartir y revivir esos momentos del mundial con ellos.
El nuevo reto ahora son los Olímpicos de París 2024. ¿Qué les dejó de lección la experiencia de Río 2016?
Para cualquier atleta de cualquier deporte, vivir unos Olímpicos es algo mágico. En Río nos quedó muy en claro que tenemos más por hacer en Olímpicos por parte de este grupo. Tenemos esa espina. Tenemos cómo ganar la medalla; este es un grupo que siempre se ve proyectado, soñando en grande y lo vamos a seguir haciendo. A esta generación y a las que hacemos parte de ella nos queda mucho por lograr.
¿Cómo fue la llegada al Werder Bremen? ¿Tuvo algo que ver la victoria contra Alemania en el Mundial?
Me emociona llegar a la Bundesliga a representar a Colombia. Me ilusiona mucho el nivel y el hecho de poder progresar como futbolista y como persona allá, para estar más preparada para lo que se viene con la Selección Colombia.
¿Qué sabía del Werder Bremen antes de viajar?
Sé que es un club muy histórico, muy reconocido. No conocía a ninguna de las niñas, no conocía a nadie en Bremen [risas].
¿Ya está preparada para el idioma, teniendo en cuenta lo que vivió en Italia al comienzo?
Eso les dije a mis papás, cada vez voy subiendo más en dificultad [risas]. Ya estoy en el chat del equipo, pero no cojo ni una palabra. Me toca todo el tiempo con el traductor.
Esta entrevista fue realizada por Orlando Ascencio