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Una pesquisa sobre el diablo y otros demonios

Susana Castellanos de Zubiría descubrió que antes del cristianismo esa figura no existió.

Una representación clásica del diablo, animalesca y aterradora.

Una representación clásica del diablo, animalesca y aterradora. Foto: Istock

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Por su interés en la mitología, la literatura y la historia del arte, luego de publicar Mujeres perversas de la historia; Diosas, brujas y vampiresas: el miedo visceral del hombre a la mujer y Amores malditos, Susana Castellanos de Zubiría investigó la esencia de la representación de lo que ha sido considerado como el mal en sí mismo dentro del cristianismo, para su libro De cómo el diablo adquirió sus cuernos.
-¿Cómo lograste establecer unas épocas del diablo?
Buscando las raíces de la imagen del diablo en el arte llegamos hasta la Edad Media, porque se puede ver que antes del cristianismo esa figura prácticamente no existe. Aparece un personaje similar en ciertos aspectos dentro del zoroastrismo, Ahrimán o Angra Mainyu, por oposición a Ahura Mazda –el gran dios del bien–, pero no una encarnación del mal con las características del diablo. Hasta que aparece y toma fuerza el monoteísmo, porque cuando hay una gran figura del bien aparece su equivalente opuesto, el diablo.
-¿Cómo es eso de que existía el mal, pero no el diablo personificado?
Claro, en las tradiciones politeístas hay muchos dioses con aspectos positivos y negativos. Incluso dentro del judaísmo la figura del diablo es prácticamente inexistente. Es con el cristianismo que esta figura va a aparecer y a tener una evolución en los albores del cristianismo, en alguna representación bizantina, asociado al ángel de la muerte, que lo mostraba como un ángel azul, pero no es el diablo como lo podemos identificar hoy. Esa es una construcción que se irá formando y va a tener sus primeras grandes representaciones en la plena Edad Media. Ahí ya empezamos a verlo como una bestia, una encarnación de las pasiones terrenales, de ahí su aspecto peludo, de cabra, que se asocia con faunos del mundo clásico, vinculada al deseo sexual incontrolado, que es una característica que se le va a dar al diablo, entre otros aspectos.
No hay una única historia original del diablo
-Pero después lo pintan como un ángel bello, humanizado. ¿Por qué tan contradictorias?
Es que no hay una única historia original del diablo. Lo que se ha hecho es interpretar fragmentos bíblicos. Entonces tenemos por un lado que algunas personas consideran que la serpiente del paraíso, por ejemplo, era el mismo diablo. Eso es una interpretación, el texto no lo dice así. Más adelante, en el mismo Antiguo Testamento, tenemos referencias que algunos interpretan como de Lucifer, aquel ángel caído, hermosísimo, que quiso para él la adoración que se le daba a Dios. Son varias vertientes las que terminan construyendo esa imagen.
Ese ángel caído está en uno de los libros apócrifos, que es Enoch. Esta figura del ángel soberbio encarna una de las faltas que en diversas culturas se han considerado más graves, que es la soberbia, igualarse a Dios. Se le asocia también con el conocimiento, porque cuando se le presenta con la serpiente que ofrece el árbol del conocimiento les dice a Adán y Eva: “seréis como dioses”. Entonces es una figura que se interpreta desde muchísimos ángulos y desde esos ángulos va a tener representaciones plásticas.
Podemos ver que en la Edad Media era bestial y va evolucionando para representarse cada vez más humano. Por ejemplo, en la literatura está la Divina Comedia, de Dante, del siglo XIV, en la que aparece ese diablo en el fondo del infierno, pero de ese diablo no sabemos mucho, solo que está en lo más profundo de los abismos, en el punto más lejano de Dios.
-¿Cómo se llega al ángel bello?
A medida que la sociedad va pasando de la Edad Media al Renacimiento, a los principios del mundo moderno, vemos en la literatura una figura apasionante, que es la de Milton, en El paraíso perdido, y ahí vemos un ángel muy hermoso, con sus alas, su indignación, porque no entiende que Dios quiera someter a todo el mundo, imagen que se ha popularizado por las ilustraciones de Gustave Doré, del siglo XVII. Es el ángel que dice “prefiero reinar en el infierno que servir en el cielo”, una frase muy fuerte que presenta el principio del mundo moderno, de unos seres humanos que quieren no estar sometidos a una autoridad establecida. Eso, 200 años después, va a ser el espíritu del Romanticismo y los artistas van a retomar el aspecto humano de este ángel, con el que nos podemos identificar, y van a retomarlo con ese espíritu libertario.
-Se suele calificar a alguien como ‘un demonio’ o se dice ‘satanizar’ con frecuencia. ¿Qué significan estas trazas en el lenguaje cotidiano?
Se usa ‘satanizar’ para todo aquello que no forma parte de nosotros. Estamos en una época de polarizaciones muy fuertes en las que se tiende, explícitamente o no, a demonizar a todo aquel que no piensa como uno. Nos sentimos muy de avanzada, pero continuamos demonizando al otro. Esa idea de dividir el mundo en buenos y malos, con difíciles puntos de encuentro, es lo que me ha parecido más inquietante, teniendo en cuenta que eso no tiene que ser así, se pueden generar diálogos cuando las personas no se consideran poseedoras del bien absoluto.
Susana Castellanos de Zubiría, además de investigadora, 
es docente.

Susana Castellanos de Zubiría, además de investigadora, es docente. Foto:Archivo Particular

-Hay racismo en representaciones del demonio como alguien de piel oscura.
Cada época, cada sociedad tiende a demonizar los personajes que considera sus enemigos. Lo vemos en las películas de Hollywood, en las que por mucho tiempo los malos eran comunistas, luego, los musulmanes. Los que están del otro lado representan el mal.
La figura del diablo ha cambiado de ser la encarnación de todos los males y de lo ‘ajeno’ a ser la de la encarnación de los placeres terrenales. Lo puedes ver inteligente, atractivo, desenfadado, rebelde, y de acuerdo con la lectura que se esté haciendo, pensemos en películas como El abogado del diablo o Corazón satánico, como haciendo referencia al pasaje bíblico en que le ofrece a Jesús todas las cosas del mundo. La imagen del diablo es hoy una figura de la cultura pop, más bien es un símbolo, de acuerdo con la faceta que se utilice, pero ya no le siento tanta carga porque ya la religión institucional no tiene tanta fuerza como antes.
- ¿Hay una relación de los sentidos con lo satánico?
Durante el siglo XVI, los demonólogos atribuían a unos demonios la capacidad de hacer oír a alguien cosas que no debía. Olores que generaban pensamientos turbios, deseos. La pregunta es muy interesante porque sí se asociaban demonios a los diferentes sentidos. Los pecados están asociados a placeres de los sentidos, así como hay una música que se considera angelical y otra que acerca a los instintos. Por eso se señalaba a ciertos músicos de tener pacto con el diablo.
Todo lo que se ha construido alrededor del diablo, por ejemplo el olor a azufre, es una construcción colectiva que puede tener raíces en tradiciones anteriores
-Cuando está Jesús en el desierto y el diablo lo tienta, lamentablemente no hay ninguna descripción relacionada con los sentidos, es muy abstracto.
Sí, no sabemos si huele o no, si es bonito o feo. Todo lo que se ha construido alrededor del diablo, por ejemplo el olor a azufre, es una construcción colectiva que puede tener raíces en tradiciones anteriores en las que se asociaba con dioses del subsuelo, que habitaban el Tártaro, debajo de los volcanes. Ese aspecto se une con lo subterráneo, los minerales y lo sulfuroso. Lugares desapacibles. Pero esto en la Biblia no aparece mucho. No es que haya descripción ‘oficial’ ni del infierno ni del diablo.
-¿Cómo entiende uno que haya diablo y diablos? Jesús, por ejemplo, expulsa demonios.
Demonios existían desde la antigüedad. El cercano Oriente estaba poblado de demonios. Hay una representación de una talla que es Pasuzu, una especie de espíritu que en el folclor árabe se asocia a los djinn, que son como el genio de la lámpara de Aladino. Se creía en esas criaturas, pero no tenían el poder como para igualarse y oponerse a Dios. Otra característica es que no tenían un carácter moral, no hacían mentir o engañar, simplemente hacían daños, pero no trabajaban con el corazón humano, por ponerlo en esos términos.
Hay varias fuentes sobre eso: los dioses de los pueblos enemigos de los israelitas, es decir, los cananeos, filisteos, asirios, babilonios, que aparecen en la Biblia con nombre propio, Amón, Astoret, Baal (que significa el Señor, dios de los cananeos, de donde viene Belcebú), fueron convertidos en demonios en la baja Edad Media, con los teólogos demonólogos.
-Hay un gran interrogante que se hacen las personas creyentes a raíz de la pandemia. ¿Una plaga es de Dios o es del diablo?
Esa lectura se puede hacer de ambas maneras. Las plagas de Egipto las envió Dios porque el faraón no quería liberar al pueblo de Israel. En ocasiones se han leído las plagas como castigo de Dios por la falta de fe de su pueblo. En la baja Edad Media se creía que si la gente no era suficientemente devota podían pasar esas cosas. Es un tema muy complejo, porque finalmente parecería, según esa interpretación, que el diablo fuera un siervo de Dios: lo manda a hacer el trabajo sucio, para que la humanidad se porte bien.
Esa figura está en el libro de Job, cuando Satán aún está en el cielo y es un tentador y le pone una gran cantidad de dificultades a Job para probar su fe. Dios lo permite y le dice que lo que no puede es acabar con la vida de Job. Todo ese sufrimiento de Job se hace con el beneplácito de Dios. Finalmente es muy complicado decidir a quién se le achacan las causas del sufrimiento humano. Es el problema de atribuirlo a alguien afuera y no a la responsabilidad de nuestros actos.
De cómo el diablo adquirió sus cuernos

De cómo el diablo adquirió sus cuernos Foto:Archivo Particular

-En el protestantismo se interpreta que Dios le permite al diablo hacer ciertas cosas con un fin pedagógico.
Exacto. Como para que la gente entienda.
-Háblame del Holocausto judío. ¿Cómo entender la relación de Dios con esa presencia del mal?
Si entendemos a otro nivel, mucho más simbólico que de imagen, la figura del diablo como la total ausencia de bien, eso sería una manifestación de la ausencia total de bondad. En ese sentido habría encarnación concreta del mal, de lo que es no tener compasión, empatía por el otro. Es una terrible representación de aquello a lo que la sociedad humana puede llegar, es diabólico en cuanto es un reflejo de la absoluta ausencia de bondad.
-¿En qué mundo vive Susana Castellanos? ¿Crees o no crees o eres una académica a ultranza y todo esto es un mero objeto de investigación?
Me crié en un matriarcado absolutamente religioso, pero dividido en un cisma. La mitad de mi casa, una casa como la de los Adams, era católica a ultranza y la mitad protestante a ultranza. Crecí entre asuntos como si la Virgen tuvo más hijos o no, si Jesús era Dios o no, y tener que rezar el rosario para sacar almas del purgatorio, o no rezarlo porque ese tipo de rezos no conducen a ningún lado. Y la presencia del diablo era algo muy latente porque con el diablo se amenazaban mi tía abuela y mi abuela. Cada una tomó un rumbo religioso diferente cuando yo tenía 6 años y esto fue para mí muy fuerte.
-Es un tema existencial.
Sí, porque si me iba mucho con una o con la otra se me generaba un conflicto personal. Cada una acusaba a la otra de estar del lado del diablo. Era algo muy confuso, muy inquietante. Luego, ya más grande, después de haber estado en ambos lados intensamente, porque hice estudios bíblicos y daba estudios bíblicos, cuando me retiré de eso, me divorcié –uno no podía divorciarse–, me dijeron que estaba rompiendo con la ley divina. Algo le recuerda a uno la figura del ángel caído.
Yo sé que Dios existe, esto no es un tema de ateísmo, pero me dije: esas normas yo no las voy a poder seguir. Y ese tema de la libertad, de tener uno que encontrar otra manera de seguir la vida, a pesar de unas convicciones religiosas que me generaban ataduras que yo no era capaz de mantener. Esos son los orígenes de mi interés por el tema. Es ir más allá. ¿Qué hay? ¿Qué es el diablo? El libro es la continuación de una exploración de toda la vida.
-¿Eres creyente o ya no?
(Risas) Yo creo que uno tiene una búsqueda de o y expresión con lo trascendente, constantemente, y que eso es algo que da de alguna manera una luz a la vida. Pero si me preguntas por instituciones organizadas a las que pertenezca, no.
-¿Sientes a Dios?
Sí.
¿Y al diablo?
Sí, en la medida en que puedo sentir las expresiones de bondad, de amor, y puedo sentir las expresiones de la ausencia de esa bondad y de ese amor.
FRANCISCO CELIS ALBÁN
EDITOR DE EL TIEMPO

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