En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información
aquí
Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí. Iniciar sesión
¡Hola! Parece que has alcanzado tu límite diario de 3 búsquedas en nuestro chat bot como registrado.
¿Quieres seguir disfrutando de este y otros beneficios exclusivos?
Adquiere el plan de suscripción que se adapte a tus preferencias y accede a ¡contenido ilimitado! No te
pierdas la oportunidad de disfrutar todas las funcionalidades que ofrecemos. 🌟
¡Hola! Haz excedido el máximo de peticiones mensuales.
Para más información continua navegando en eltiempo.com
Error 505
Estamos resolviendo el problema, inténtalo nuevamente más tarde.
Procesando tu pregunta... ¡Un momento, por favor!
¿Sabías que registrándote en nuestro portal podrás acceder al chatbot de El Tiempo y obtener información
precisa en tus búsquedas?
Con el envío de tus consultas, aceptas los Términos y Condiciones del Chat disponibles en la parte superior. Recuerda que las respuestas generadas pueden presentar inexactitudes o bloqueos, de acuerdo con las políticas de filtros de contenido o el estado del modelo. Este Chat tiene finalidades únicamente informativas.
De acuerdo con las políticas de la IA que usa EL TIEMPO, no es posible responder a las preguntas relacionadas con los siguientes temas: odio, sexual, violencia y autolesiones
Exclusivo suscriptores
La fiebre del oro unió al Eln y a las disidencias Farc para combatir al clan del Golfo
Combates al sur de Bolívar desplazaron a más de 2.000 personas. Lucha por la coca pasó a otro plano.
“No es necesario irse a Gaza para saber lo que es una guerra. El miedo y el sonido de las balas a toda hora no han dado tregua para tener un momento de tranquilidad”. Con esas palabras, Rubén*, un líder comunal del municipio de Montecristo, en el sur del departamento de Bolívar, resume el conflicto que desde hace 15 días protagonizan grupos armados en esa zona del país.
El enfrentamiento también se ha trasladado a los municipios vecinos de Santa Rosa del Sur, Arenal, Morales y Cantagallo, lo que ha desatado una crisis humanitaria que, según la Defensoría del Pueblo, deja 2.137 personas desplazadas; el equivalente a 858 familias.
Aunque a la zona llegó un componente especial de las Fuerzas Militares con el objetivo de brindar garantías para el retorno de las familias desplazadas, la presencia de uniformados no ha disipado el temor y, por el contrario, con el pasar de los días el número de familias que abandonan sus hogares se incrementa.
Reunión por crisis en Serranía de San Lucas. Foto:Archivo particular
El origen de estos enfrentamientos se debe a una lucha que desde hace años se viene dando entre los grupos armados por el control de gran parte del sistema montañoso de la serranía de San Lucas, una tierra fértil y repleta de yacimientos de oro y plata, factores que han hecho de esta región una de las de mayor producción de hoja de coca, y en donde se concentra gran parte de la explotación de la minería ilegal.
El oro y la disputa
Fuentes de inteligencia determinaron que el actual enfrentamiento se da por querer dominar las minas de oro y plata, dejando a un lado la tradicional pugna por el control de la coca.
“El interés radica en la producción minera que, según cálculos de las autoridades, en promedio mensual es de cerca de 7 toneladas de oro, de las cuales 3 son producidas de manera ilegal”, le dijo una fuente de inteligencia a este diario.
Además, en la zona hay cerca de 400 minas ilegales. “Se cree que solo en la zona minera de San Lucas se producen cerca de 150 kilos de oro semanal y el kilo se vende a 250 millones de pesos”, señaló el informante. Por otra parte, en la zona del sur de Bolívar se estima que hay más de 10.300 hectáreas de cultivos ilícitos de coca, “pero muchas de ellas se encuentran abandonadas debido a la baja del precio”.
Este diario conoció que esas extensiones mineras, en la actualidad, están siendo disputadas entre la guerrilla del Eln y el frente 37 de las disidencias de las Farc de ‘Iván Mordisco’, contra el ‘clan del Golfo’”.
De hecho, se evidencia que el Eln y las disidencias, que se enfrentan en otras regiones del país, en esta zona se aliaron para quedarse en el terreno.
Carlos Camargo entregó balance sobre la jornada de elecciones. Foto:Defensoría
La Defensoría del Pueblo, en la alerta temprana 034 de 2023, emitida el 28 de septiembre, advirtió de la intensificación del conflicto en esta región al determinar: “El hecho de que tres grupos al margen de la ley coexistan en un territorio triplica en igual medida el riesgo para la población civil de ser objeto de conductas vulneratorias por parte de cualquiera de los actores armados”.
Y alertó de que la coexistencia de actores en el territorio “trae un mayor riesgo para los pobladores de ser señalados como colaboradores de uno u otro grupo, siendo este el temor más frecuentemente referenciado por la población civil”.
¿Quiénes están detrás?
Para las autoridades, el ‘clan del Golfo’ tendría entre 250 y 270 hombres en armas en la zona; mientras que las disidencias entre 120 y 130 hombres armados, y el Eln unos 45 hombres armados.
Fuentes de inteligencia le dijeron a este diario que ya han podido identificar a los presuntos cabecillas de estos grupos que están detrás de estos enfrentamientos. Por el ‘clan del Golfo’ estarían ‘Veterino’, alias Albeiro y alias Bejuco.
Alias el Tuco o ‘Betico’ y ‘Mara’ serían los cabecillas del Eln; mientras que alias Aldemar Ríos, Henry Pineda, alias Orinson, ‘Frank’ o ‘Chico’ junto con alias Sharon serían los jefes de las disidencias de la estructura 37 de las disidencias, que hace parte de la guerra en la zona.
Reunión por crisis en Serranía de San Lucas. Foto:Archivo particular
El general Royer Gómez Herrera, comandante de la Primera División del Ejército, dijo que a mediados de 2021 se registró la incursión del ‘clan del Golfo’ en la zona minera de la serranía de San Lucas e iniciaron las confrontaciones.
Los cultivadores de coca han abandonado los cultivos y tampoco se ubican tantos laboratorios. Las personas han ido pasando a la minería ilegal.
“En el sur de Bolívar, el narcotráfico basado en la cocaína ya no es un margen importante de economía criminal. Los cultivadores de coca han abandonado los cultivos y tampoco se ubican tantos laboratorios. Las personas han ido pasando a la minería ilegal”, dijo el oficial.
El general además destacó que la comunidad ha sido receptiva con las tropas que han llegado a la zona, e incluso han brindado información de lo que ocurre en la región.
Mauricio Valencia, investigador de la línea de paz y derechos humanos de la Fundación Paz & Reconciliación, indicó que el frente 33 de las disidencias, que opera en Catatumbo (Norte de Santander), ha movilizado tropas hacía el sur de Bolívar y que ese desplazamiento se da para robustecer al grupo que opera en la zona en su lucha contra el ‘clan’.
“Hay que tener en cuenta que la minería es uno de los principales activos y fuentes de económicas de la comunidad, por lo que este factor también se convierte en un medio para ejercer control social sobre las comunidades que están en la zona minera”, dijo el investigador.
Didier Rodríguez, defensor del Pueblo regional de Magdalena Medio, en diálogo con EL TIEMPO dijo que este conflicto se está dando en zonas donde habita un importante número de familias campesinas. “Este ha sido un tema reiterativo, desafortunadamente, pero es un caso que se ha sobre advertido”, comentó, añadiendo que personal de la Defensoría ha estado en el territorio monitoreando la crisis humanitaria.
Y es que la mayoría de las familias desplazadas se encuentran en la zona conocida como ‘la Y de San Luquitas’, corregimiento a tres horas del municipio de Santa Rosa.
La arremetida de estos grupos en la zona ha provocado en la actualidad cambios en las dinámicas del conflicto, en las interacciones sociales e incluso en la economía, pero lo que la comunidad más teme es que les toque resignarse a tener que convivir con este nuevo conflicto desatado por la fiebre del oro.