SEÑOR DIRECTOR:
En la carta abierta publicada en EL TIEMPO el pasado 27 de diciembre, el asesor político de la embajada de Palestina respondió a la columna iro al pueblo Judío, del Obispo Froilán Casas, y cayó en yerros y tergiversaciones. En lugar de referirse a la identidad o tradiciones palestinas, se toma atribuciones de definir qué somos los judíos, qué sentimos y cuál es nuestra identidad.
Los judíos somos un pueblo milenario al que nos une una historia común, una religión, unas tradiciones, una identidad nacional y una tierra, la tierra de Israel. Más del 90 % de la población judía mundial se identifica abiertamente con el sionismo, que no es más que nuestro derecho como pueblo a la autodeterminación nacional en nuestra tierra ancestral, derecho reconocido por la comunidad internacional.
En Israel los judíos hemos construido un Estado ejemplar, incluyente, diverso, democrático, con un gran respeto a la libertad de cultos, en el que un 20 % de la población es árabe, la mayoría musulmanes, quienes gozan de los derechos de cualquier ciudadano.
Finaliza la carta de la misión palestina desconociendo los avances científicos de Israel en el tema del agua, evidentes en las más modernas plantas de desalinización del mundo, que potabilizan agua del mar, de las cuales se benefician también palestinos, jordanos y egipcios. El reciclado de aguas negras para uso agrícola es otra innovación de la ciencia israelí al igual que crear agua del aire.
Varios países árabes han establecido estrechas relaciones con Israel para beneficio mutuo en una región azotada por las guerras, el radicalismo, el terrorismo y el odio.
Esperamos que los palestinos algún día entiendan que el único camino para salir adelante como pueblo es la paz con Israel, en vez de desconocer la identidad judía a través de malabares retóricos desprovistos de contenido. Tiene razón el Obispo de Neiva: Israel es un país boyante, esto gracias a la inventiva, espíritu emprendedor y creatividad de sus fundadores y habitantes.
Marcos Peckel
Director Ejecutivo de la Confederación de Comunidades Judías de Colombia
Un tormento para las mascotas
SEÑOR DIRECTOR:
Qué oportuno su editorial ‘No quemar vidas’, de este 30 de diciembre, sobre la pólvora en manos inexpertas, muchas veces en las de los borrachos y en las de los niños. No tengo nada contra la pólvora, es un bonito espectáculo, pero debe ser activada solo por profesionales y en campo abierto.
Me alegró que no se olvidara en su comentario de las mascotas. Los perritos sufren mucho en estos días, pues ellos tienen un oído muchísimo más agudo que el de los humanos y la pólvora los atormenta.
En muchos hogares, donde las mascotas son un miembro más de la familia, se sufre, pues los perritos no hallan dónde refugiarse: bajo las camas y mesas, en los baños, etc. Tiemblan. El estrés es espantoso. Pero a los vecinos a quienes les divierte la pólvora nos tiene sin cuidado, no entienden, muchas veces al calor del licor. Por favor, que piensen en los daños, a veces irreparables a los seres humanos, pero también a los animales. Los primeros de enero se ven perritos perdidos. Y que las autoridades multen.
Carmen Rosa Novoa
Bogotá