Mi máximo deseo para cada niño y niña en nuestro país es una vida en la que puedan crecer, soñar, sonreír y desarrollar todo su potencial”. Estas palabras de nuestra primera dama me convencieron a expresar esta plegaria. Sí, esta es una plegaria, una voz de ayuda de un grupo de ciudadanos que están alimentando el cuerpo y la mente de centenares de niños de San José de los Campanos, en Cartagena.
Hace ya más de cinco años, en la Fundación Corazón Contento, desde su sede en el sector Revivir de este barrio de la periferia de la ciudad, estamos distribuyendo almuerzos diarios y educación, no formal, a centenares de niños cartageneros, hijos de desplazados de la violencia, de exconvictos, de trabajadoras sexuales; niños que ya tienen un espacio donde se les dan clases de arte, manualidades, música, teatro. Clases que son una posibilidad de mantener a los niños lejos de la calle, que es tan corruptora.
Estamos necesitando una ayuda del Gobierno, no es posible que todos los días haya escándalos en los que desaparecen millares de millones y a nosotros nunca el Gobierno, ni distrital ni central, nos ha asignado ni un centavo. Por una serie de circunstancias, algunas políticas, se nos han retirado varios donantes y hemos quedado en la iliquidez casi absoluta, si no fuera por pocos que nos siguen ayudando. Pero no podemos abandonar esta obra maravillosa que ya incluye a más de 300 niños. Por ellos, me dirijo a usted, doña Verónica. Ya el Presidente lo dijo, usted está haciendo obras sociales. La invito a que siga en su labor echando una mirada benéfica a este sector de la población que necesita ayuda.
No queremos dinero, queremos arroz, productos no perecederos, maestros, voluntarios, enfermeras. Tenemos una huerta comunitaria que nos gustaría desarrollar. También un lote que nos fue donado y nos gustaría organizar un campito de fútbol.
Primera Dama, una sola palabra de sumercé y se resuelve el problema de Corazón Contento. Y le aseguro que los resultados se van a ver en poco tiempo, por porque si algo tienen nuestros niños es una capacidad enorme de aprendizaje y de aprovechamiento de las oportunidades que les ofrece la vida.
Ya Dumek Turbay, alcalde de Cartagena, y Yamil Arana, gobernador de Bolívar, han accedido a recibirnos para hablar del problema, un guiño suyo completaría el trabajo y haría realidad este sueño de ayudar a nuestros niños. Gracia, doña Verónica, y hasta siempre.
SALVO BASILE