El primero es la fuerte baja del precio del grano, debido tanto a la disminución de las cotizaciones internacionales como a la revaluación del peso. El segundo es el bajo nivel de renovaciones de cafetales, así como la persistencia de variedades vulnerables a plagas. El tercero es el déficit en que incurre el Fondo Nacional del Café por las irresponsables ventas hacia el futuro que hicieron algunas cooperativas, así como el pasivo pensional de la Flota Mercante Grancolombiana.
Sobre el primero de estos temas, los precios son todavía superiores a los costos de producción. Si siguen bajando, se podrán utilizar los recursos del Fondo de Estabilización de Precios, pero solo para apoyar a los cafeteros más pequeños, porque son muy limitados. Quedará claro que fue un enorme error eliminar en 2016 la función que tenía el Fondo Nacional de Café en materia de estabilización de precios, que habría sido benéfica, entre otras cosas ahorrando más recursos de los cafeteros durante la bonanza reciente.
Para apoyar la renovación, hay un buen programa en marcha. Para ello el Gobierno presupuestó fondos del incentivo a la capitalización rural (ICR) que maneja Finagro, los cuales se complementarán con recursos del Fondo Nacional del Café. Sin embargo, es esencial que el ICR se pueda utilizar también para renovación por zoca. Tanto la renovación como la sustitución de variedades susceptibles de enfermedades son esenciales para tener una caficultura altamente productiva. Se estima que anualmente se debe renovar el 20 % de las áreas sembradas.
El tercer tema muestra que debería haber un mayor control sobre las ventas hacia el futuro que hacen las cooperativas, e incluso prohibir que hagan ese tipo de ventas hacia adelante. Como este proceso condujo a la quiebra o el debilitamiento de algunas de ellas, la Federación Nacional de Cafeteros y la Superintendencia de Economía Solidaria deben montar un programa para su fortalecimiento. Esto debe hacer parte de un paquete más amplio de apoyo a los pequeños cafeteros, que incluya más tierra para ellos y la formalización de la propiedad para los que no tienen un título. Esto reduciría la dependencia de cerca de 41 % de los campesinos cafeteros de los programas de transferencias de ingresos del Gobierno.
El sector cuenta para todo ello con el mejor gremio del país y el más representativo. La Federación ha jugado un papel esencial en muchos campos: en el apoyo a las cooperativas y la garantía de compra del grano a los productores; en el desarrollo de quizás el mejor centro de investigación de café del mundo (Cenicafé) y un sistema efectivo de difusión de las nuevas tecnologías; en posicionar el café de Colombia como el de más alta calidad, incluyendo con buena publicidad internacional y la red con la marca Juan Valdez; y en desarrollar la producción y exportación de café liofilizado a través de una empresa altamente rentable (Buencafé).
El manejo del Fondo Nacional del Café desde su creación, en 1940, ha sido una de las razones para ello. Por este motivo debe seguir siendo manejado por la Federación, como lo establece por lo demás una norma legal. Además, la elección de su nuevo gerente, Germán Bahamón, fue una decisión unánime del gremio y por lo tanto debe ser apoyado. Cuenta con una experiencia gerencial de primer nivel y es además un caficultor del departamento cafetero más importante en el país hoy, el Huila.
Termino diciendo que la visión de que algunos del Gobierno engañamos al Presidente en la elección del Dr. Bahamón es totalmente falsa. Esa fue una decisión unánime del Congreso Cafetero, un foro en el cual el Gobierno no tiene voto. La única decisión en la cual sí lo tiene es en la definición de la terna de candidatos para la elección, pero cabe recordar que en las dos ternas que los cafeteros pusieron a consideración del Comité Nacional estaba incluido el doctor Bahamón.
JOSÉ ANTONIO OCAMPO