El año 2024 se inicia con perspectivas todavía inciertas a nivel internacional. La economía europea siguió contrayéndose en diciembre, la de Estados Unidos se está debilitando, y la mundial crecerá a ritmos relativamente lentos. Los últimos datos de inflación de Estados Unidos y la Unión Europea no fueron totalmente positivos y, en general, la expectativa es que las tasas de interés de ambos no comiencen a reducirse en el corto plazo.
El comercio internacional sigue estancado y refleja parcialmente las tensiones geopolíticas. En el terreno positivo, los precios mundiales de productos básicos ya no tienen una tendencia negativa, aunque el del petróleo sigue siendo volátil. Por otra parte, las condiciones de financiamiento para los países en desarrollo han mejorado, tanto en términos de disponibilidad como de costo.
En el frente nacional, la noticia más positiva fue la reducción de la inflación en diciembre, a 9,28 %, una caída de poco más de cuatro puntos en relación con el pico alcanzado en marzo. Aún más positivo, la de hogares de ingresos bajos fue de 8,19 %, casi seis puntos menos que hace un año. Con el aumento del salario mínimo y la tendencia a la baja de la inflación, esto implica que los salarios reales aumentarán por segundo año consecutivo.
La tendencia de la actividad económica también es moderadamente favorable. Mi percepción es que el crecimiento del PIB en el último trimestre fue ligeramente positivo, por lo cual puede decirse que Colombia no cayó en recesión. La encuesta industrial de Davivienda de diciembre fue, además, positiva. Para el año 2024 todos los analistas esperan una reactivación, del 1 % o un poco más en 2023 a entre 1,5 y 2 % en 2024. Mi pronóstico está en la parte superior de ese rango.
En el terreno negativo puede decirse, sin embargo, que el crecimiento lento ya ha comenzado a afectar el empleo. Si se ajustan por factores estacionales, tanto el total de personas ocupadas como la tasa de desempleo llevan ya algunos meses con tendencias negativas. Por eso es posible que la tasa de desempleo vuelva a un nivel de dos dígitos este año.
El déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos disminuyó sustancialmente el año pasado y seguirá bajando este año. El reto en este frente es renovar el crecimiento de las exportaciones no tradicionales. La reducción del déficit externo, así como la del fiscal y la de la inflación fueron los logros más importantes en materia económica en 2023, y es esencial que se mantengan en 2024.
El riesgo más importante es el de las cuentas fiscales. Este déficit posiblemente aumentará en 2024, en un contexto de peligro de incumplimiento de la regla fiscal y de niveles de deuda pública que siguen siendo altos para nuestros patrones históricos. Por este motivo debe haber señales claras de control del gasto público, entre ellas la eliminación de los subsidios al AM y a los peajes. Esto es, además, esencial para abrir espacio a programas de gasto con fuerte impacto sobre la actividad económica y el empleo.
El reto más importante es cómo promover una reactivación más fuerte de la economía. Con la tendencia a la baja de la inflación, que continuará hasta alcanzar entre 5 y 6 % a fines del año, el Banco de la República podrá seguir reduciendo la tasa de interés. El Gobierno debe lanzar una política de reactivación que incluya programas de gasto con impactos económicos y sociales importantes, en especial los de vivienda social, incluyendo las grandes ciudades. La ejecución de la política de reindustrialización aprobada en diciembre y la reactivación de las exportaciones no tradicionales deben ser también elementos esenciales.
Y el Gobierno debe dar señales claras de diálogo constructivo con el sector empresarial y de respeto a la institucionalidad del país, una de nuestras grandes fortalezas. Esto es, además, esencial para generar confianza nacional e internacional en nuestra economía.
JOSÉ ANTONIO OCAMPO