La conversación en Estados Unidos tiene entre sus tópicos tax season (temporada de impuestos) para los taxpayers (contribuyentes). Observándola noté que ese es un tema bastante frecuente entre los estadounidenses. Es asunto permanente en los discursos de los políticos hablar del "compromiso con los contribuyentes" y a su vez de los contribuyentes exigir el uso pertinente de sus aportes que monitorean con lupa en forma constante, evaluando la coherencia y el éxito de su inversión y el comportamiento de sus representantes.
¿Qué hace que los ciudadanos tengan cultura frente a los impuestos? Es una conquista que exige tiempo.
Existe un sentir y comportar que no duda sobre el deber de cumplir las normas como persona y ante la sociedad, se ha educado a la comunidad en el tema tributario, se confía en la ejecución transparente y correcta por parte del Gobierno y las entidades responsables, se perciben los beneficios en la inversión en las soluciones y el desarrollo de los retos del país, se ofrecen normas simples que facilitan y agilizan los procesos, se exige con severidad el cumplimiento de la ley.
Colombia es un país formado en la desconfianza, no sin razones, al niño se le enseña a no hablar con extraños ni recibir nada de nadie. Colombia tiene una cultura mafiosa: mucho dinero, rápido y sin esfuerzo. Colombia celebra al 'vivo' que escapa de la obligación, quien cumple es el "ingenuo y/o bobo". Colombia es complaciente y conveniente ante la trampa, ¿con IVA o sin IVA? Colombia confunde informalidad con corrupción, contrata premiando a quien no tiene documentación porque su precio es más favorable.
El empresario, el campesino, el emprendedor y los empleados formales constituyen la masa contribuyente que financia el desarrollo del país.
Colombia, además, está transitando la opción del proteccionismo patrocinando la vagancia y la falta de eficiencia, recargando el desarrollo del país en el ciudadano y el campesino trabajador y emprendedor formal. La vieja frase de enseñar a pescar en lugar de entregar el pescado propone ofrecer herramientas que ayudan a crecer entregando conocimiento que otorga autosuficiencia, libera y empodera en cambio de ofrecer el resultado contrario, alejando la sabiduría y trayendo la dependencia, la esclavitud de la ignorancia, reduciendo al ser humano a subsistir sin imaginación.
Colombia, hoy, bajo la retórica del propio Presidente, estigmatiza a quien debe celebrar. El empresario, el campesino, el emprendedor y los empleados formales constituyen la masa contribuyente que financia el desarrollo del país. Estigmatizados en lugar de celebrados. En una mente sensata sería un ciudadano honrado y abrazado al que, además, la sabiduría del estratega tendría como aliado. En este escenario está con frecuencia condenado a recibir palabras ofensivas que se pegan como lampreas con retóricas imprudentes, abusando del poder expansivo del cargo y el micrófono. Y de este es un derecho exigir resultados.
Mientras tanto, en el otro lado del espectro se halla la informalidad celebrada. El sector formal está sobrecargado, mientras que el problema de fondo está en la cultura de no declaro y no pago. El Departamento istrativo Nacional de Estadística (Dane), durante el primer semestre de 2024, anunció que "la tasa de informalidad laboral en Colombia se situó en 55,8 %. Esto implica que de los 22,9 millones de personas ocupadas en el país, aproximadamente 12,8 millones trabajaban en condiciones informales". Existe más informalidad en la mujer (57,7 %) que en los hombres (53,1 %)*. Por zonas geográficas, considerando las trece principales ciudades (41,7 %), lo supera el campo (84,2 %)**.
La historia de los impuestos no es nueva, se habla del tema incluso desde la Mesopotamia con el Código de Hammurabi. Con aciertos, deficiencias y abusos, ha estado desde hace tiempo buscando apoyar el desarrollo de las civilizaciones y sus sistemas económicos atendiendo necesidades públicas por medio de gobiernos. Reconocer y formar al contribuyente y formalizar al informal es un camino pertinente para los retos inminentes del país.
*Diario ‘La República’
**Revista ‘Cambio’