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Opinión

Los cachos de Petro

La crisis de la salud es el caso más claro y vulgar de este juego de lenguaje.

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La habilidad de culpar a otra persona por tus propios errores no es algo que se desarrolle fácilmente. Hay que saber presentar muy bien los hechos, de tal manera que logres transformar tu propia responsabilidad en agravio.
Es lo que pasa cuando un novio, novia, esposo o esposa es sorprendido siendo infiel y, con total descaro, él o ella culpa a su pareja de su propia decisión de ponerle cachos. Es un juego de lenguaje tan burdo que el hecho de la infidelidad pasa a un segundo plano frente a la desfachatez de torcer la culpa.
El presidente Petro ha demostrado una desvergüenza innegable para explicar los problemas que enfrenta, apuntando siempre a otro como responsable. Parece que para él los hechos son lo de menos, lo que importa es cómo los explica y les da la vuelta.
La crisis de la salud es el caso más claro y vulgar de este juego de lenguaje, un problema del que no se puede hablar sin entender su evolución.
Este sistema comenzó con la implementación de la Ley 100. Al inicio, efectivamente, no pintaba nada bien. Las EPS eran meramente intermediarios financieros infestados de corrupción, mientras decenas de personas perdían la vida en el paseo de la muerte por falta de atención médica, enfermos graves recibían su primera cita en el cementerio y la entrega de medicamentos estaba solo en el deseo, no en la realidad.
Desafiando el supuesto de que somos un estado fallido, varios gobiernos sucesivos trabajaron en el sistema de salud, uno detrás de otro, para superar las fallas. Se conoció el escándalo de Saludcoop, Cafésalud y otras, y las EPS comenzaron a ser liquidadas cuando los resultados solo eran los de la corrupción.
Al paso de varios años y consecutivos gobiernos, poco a poco se fue logrando ese principio del sistema solidario de salud, en el que se combinan recursos del Estado con los recursos de quienes contribuyen para atender a toda la población, incluidos, claro, los colombianos que no aportan y requieren ser subsidiados.
La Corte Constitucional sacó una y otra vez la cara por los pacientes, obligando a las EPS a cubrir el servicio de manera humana, incluso para quienes estaban en mora. La tutela se volvió la mejor amiga de los pacientes y enemiga de las EPS, y poco a poco las entidades que quedaron vivas fueron las que mejor funcionaban.
Ya en 2022 cuando inició este gobierno, el sistema, aunque imperfecto, logró mejorar a tal punto que atendía integralmente en servicios y medicamentos a miles de enfermos crónicos. Pacientes de enfermedades huérfanas, diabéticos o esquizofrénicos tenían asegurada la atención.
El nivel de cobertura era tal que justificaba que colombianos residentes en países desarrollados volvieran al caótico país que abandonaron para recibir un servicio de salud que cubría más y mejor sus necesidades.
Y nuestro sistema de salud, como los de transporte, es deficitario; es decir, no funciona sin un generoso aporte de la nación, y qué mejor que nuestros recursos sirvan para eso. Pero es la nación la que hoy le debe al sistema más de 24 billones de pesos, cerca de 20 a clínicas y hospitales y cerca de 4 a los gestores farmacéuticos.
El Presidente, sin embargo, se muestra indignado frente a las noticias que produce la crisis, que desde el propio gobierno se desató. “Cerrar el servicio a neonatos va contra la constitución de Colombia. Y contra la vida humana”, opinó recientemente, frente al cierre de la unidad de obstetricia y neonatos de la clínica de occidente en Bogotá, una de las muchas que han clausurado.
“No hay escasez de medicamentos; es un plan pérfido y asesino para acaparar medicamentos, diciendo que ese es el efecto de la reforma de la salud que el Congreso ni piensa aprobar”, aseguró en los días en que la crisis de medicamentos empezó a ser imposible de ocultar, originada también por la deuda del Gobierno.
Desafortunadamente, la lucha con Petro no es la de los hechos, sino la del lenguaje. Su gran habilidad ha sido posicionar sus ideas de indignación en los colombianos, apuntando siempre a un culpable distinto a sí mismo. En campaña, algunas veces con razón; otras más recientes en gobierno, con total desidia.
X: @caroavendanopm

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