El viaje del libertador Simón Bolívar por cinco países suramericanos (Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú y Bolivia), no solo significó la independencia de España, sino que creó las bases para que se gestara el sueño latinoamericano de unir estas repúblicas que van desde México hasta Argentina.
El sueño comenzó a cristalizarse cuando, más adelante, en un momento de nuestra historia, surgió la Gran Colombia, entre nuestro país, Ecuador y Venezuela.
Hay que anotar que esta utopía de hace más de 200 años se aplazó durante el siglo XX y se sigue aplazando.
Mientras Estados Unidos oficializó su unificación en 1863, después de la Guerra de Secesión, y Europa selló su unidad en 1993, llamada Comunidad Europea, los países latinoamericanos se quedaron aislados durante el siglo XX.
Aparte de estos dos bloques occidentales, es necesario mencionar los grandes bloques orientales, a saber: Rusia (antigua Unión Soviética) y la República de China.
Esto significa que los países latinoamericanos seguimos aislados, en medio de un mundo complejo y altamente competitivo.
¿Qué une a los latinoamericanos? Carlos Monsiváis, el escritor mexicano, lo decía: “la lengua y el bolero”.
En el continente nos une la lengua del Quijote, que nos permitió crear una rica y potente literatura; nos identifica la música, como el bolero, la cumbia, el son, el corrido y el tango, que se escuchan desde el río Bravo hasta el río de la Plata.
Los países latinoamericanos seguimos aislados, en medio de un mundo complejo y altamente competitivo
Hoy, el mundo está amenazado por una guerra comercial sin precedentes, una política de deportación masiva y un confinamiento de inmigrantes en la inhumana cárcel de Cecota, que dirige el presidente Bukele.
En estos momentos en que asistimos al auge del racismo, la xenofobia y la misoginia, es de vital importancia que los países latinoamericanos trabajen conjuntamente en los escenarios clave de la economía, la política y los derechos humanos.
Es necesario que nos constituyamos en un bloque económico y social para que enfrentemos la política agresiva del presidente Trump; realicemos convenios energéticos y comerciales entre los países hermanos; y abramos nuevos tratados económicos con aquellos países que respetan la soberanía de los pueblos.
Si América Latina sigue aplazando su integración regional, en poco tiempo seremos devorados por la “loba blanca”, como decía el escritor Manuel Zapata Olivella.
Para retomar una metáfora del expresidente Alfonso López Michelsen, América Latina es hoy “el continente del Tíbet”, por su aislamiento y su endogamia.
FABIO MARTÍNEZ