La situación de pobreza fiscal del país estaba cantada desde hace largo tiempo. Fue mucho lo que advertimos sobre el impacto del Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles (FPEC) y la tozudez de mantener el subsidio del AM; se ilustró de mil formas que el presupuesto de la Nación del 2024 era deficitario; se señaló que era inapropiado el nivel de gasto vigente y se dijo que el menor crecimiento económico tendría un impacto significativo en el recaudo. Todo esto se cumplió al centavo.
Desde que se presentó el proyecto de presupuesto del 2024, se manifestó que las cifras de los ingresos públicos estaban infladas en varios billones de pesos. Las alertas quedaron documentadas especialmente en el informe de ponencia para segundo debate en el Senado. Para empezar, se cuestionó un crecimiento de los ingresos con un PIB real del 1,5 %, lo que se tradujo en un hueco en el recaudo.
Congresistas de varias bancadas también hicieron suyas las preocupaciones del Comité Autónomo de la Regla Fiscal, que cuestionó la realidad de los ingresos derivados de la lucha contra la evasión y de litigios tributarios de arbitramento, del orden del 1,7 % del PIB. A comienzos del año anotamos en esta columna que, por donde se viera, eran una fantasía los $ 16 billones esperados en el 2024 por el arbitraje tributario. No solo porque no existe ley habilitante, ni es realista prever que la Nación ganara el 83 % de los arbitrajes, sino porque no tenemos el número de árbitros necesarios para tramitar más de 2.500 procesos de esta naturaleza, dada la escasez de especialistas y la limitación de máximo cinco tribunales estatales por árbitro. Y, aun así, todavía insisten en apostarle al arbitraje tributario.
Igualmente, hemos dicho en varias oportunidades que las finanzas públicas no pueden seguir soportando el déficit acumulado del FEPC, particularmente por la decisión política de mantener el enorme subsidio existente para el diésel. Bonilla le dio largas al asunto y ahora tiene que ajustar más severamente su precio al consumidor, para que el déficit del FEPC no termine el año en $ 12 billones.
De otro lado, hemos dicho desde estas páginas que este es un gobierno derrochón. El gasto presupuestado para este año previó un crecimiento del 18 % y, a pesar de la caída de los ingresos, no ha existido un plan creíble de reducción de los egresos del sector central. La verdad es que ha existido poco interés de amarrarse el cinturón. Por ejemplo, se le dio vía libre a la burocracia del Ministerio de la Igualdad y se le dio dinero a borbotones a la Cancillería para crear misiones diplomáticas innecesarias en todo el mundo, para citar dos casos.
Es esta reformitis tributaria lo que ha espantado a los inversionistas, porque en estas condiciones no hay ninguna seguridad jurídica, entre nosotros, para efectuar inversiones en el país
Habrá que ver qué tan cierta es la reducción decretada de $ 20 billones, que, según varios analistas, se queda corta, con el agravante de que es cuestionable la calidad del gasto que se mantiene incólume, enfocado en los subsidios, principalmente los relativos a renta ciudadana, Jóvenes en Paz, Universidad en Tu Territorio, Plan Nacional de Espacios Educativos, PAE, Caminos Comunitarios y al sistema de transferencias monetarias, tales como Hambre Cero, Colombia Mayor y Jóvenes en Acción.
En medio de esta debacle, se plantea una nueva reforma tributaria para enfrentar la crisis. La número 22 en seis lustros, que empezará su trámite el próximo mes de julio. Es esta reformitis tributaria lo que ha espantado a los inversionistas, porque en estas condiciones no hay ninguna seguridad jurídica, entre nosotros, para efectuar inversiones en el país.
Dice el minhacienda que, en este caso, lo que se busca es reactivar varios sectores y reducirles los impuestos a las grandes empresas del 35 % al 30 %. Es difícil de creer que, en medio del bajo recaudo, se quiera bajar la tributación y enmendar los errores de la reforma del 2024. Pero más difícil, que lo permita el fundamentalismo de la bancada oficial, por lo que anticipo una reforma alcabalera, cargada de sorpresas, que continuará deteriorando la economía.
Taponazo. La figura del maestro César Rincón sigue erguida en la memoria nacional.
NÉSTOR HUMBERTO MARTÍNEZ NEIRA