Los ánimos están caldeados, a propósito de la migración. Parecen no ser buenos tiempos para muchas personas que han dejado su país y se han ido a buscar futuro más allá de las fronteras. Ante este escenario, hago una reflexión, no en abstracto sino en concreto, de lo que se puede decir desde la cultura y el arte. Son muchas las personas que han tenido éxito como migrantes y creadores en otras latitudes.
Colombia no es ajena a eso. Son muchos los talentos venidos de otros países, para quedarse en el nuestro. El motor que mueve a la humanidad es la necesidad, y el emigrante llega a su destino lleno de ella.
Traigo algunos, a modo de ejemplo: Alejandro Obregón, nacido en Barcelona y quien se queda en Cartagena, hipnotizándonos con sus coloridas obras. De esa época es Marta Traba, quien nació en Argentina y se nacionalizó colombiana. Durante una década marcó la historia del arte nacional con sus críticas y visión de futuro en el arte.
Jim Amaral también está allí. Hace poco tiempo hicimos una retrospectiva de su trabajo, viviendo una experiencia fascinante y viendo cómo este estadounidense de nacimiento trabaja con su entusiasmo y creatividad en su taller de Bogotá para dejarnos esculturas extraordinarias.
No solo se trata de aquellos que han llegado para quedarse: muchos colombianos han emigrado y han sido exitosos, en la pintura, en la escultura, en la literatura, en el cine, en la música, en todas las formas con las que se trasmite cultura. Me atrevo a mencionar a algunos, aunque muchos más que quedan por fuera.
Iván Argote, escultor y cineasta de gran talento, quien se radica en Francia. A finales del año pasado sorprendió con la instalación de su obra en el propio High Line de New York: una paloma monumental que ahora domina el panorama de esa zona. Argote migró al ganarse una beca por la calidad de su trabajo. De igual manera, Francia acogió a Daniel Otero, escultor, pintor y hacedor de bellas instalaciones. Un par de años atrás ganó el premio del Comité Profesional de Galerías de Arte (GA).
María Berrío, colombiana, residente en Estados Unidos, logró un hito cuando su obra, llamada The Collection, fue puesta en subasta en 1 millón de dólares. Gala Porras Kim, colombiana de ascendencia coreana, vive en Los Ángeles. Dedicada a reflexionar y producir obras, criticando al propio circuito de arte y el papel de los museos.
La migración es clave para las sociedades cuando se actúa de buenas maneras en busca de otros espacios y perspectivas.
Otra mujer para destacar es Milena Bonilla, vive en Ámsterdam (Países Bajos), donde sorprende a todos con sus instalaciones. Imposible dejar de mencionar a Óscar Murillo, ganador del Premio Turner y localizado en Londres.
Carlos Motta vive en Nueva York, tiene un talento inagotable y sus denuncias descarnadas en sus obras conmueven a los visitantes.
El listado es interminable, son muchos, muy buenos, y en todas las artes. Hago énfasis en que la migración es vital para el desarrollo y el progreso humano. La mezcla de visión, de razas, de objetivos hacen un mundo más universal e impulsa a la creación y a la diversidad.
Si bien es cierto que está mal que la migración ocurra por desplazamiento o violencia, como les pasa a muchas personas, no es menos cierto que la migración es clave para las sociedades cuando se actúa de buenas maneras en busca de otros espacios y perspectivas.
Colombia, al principio de la República, no fue de mente abierta para recibir extranjeros, como sí lo hicieron algunos países vecinos. Hoy del nuestro salen muchos a buscar nuevos horizontes.
No puedo dejar de lado que soy hija de emigrantes, encontrando en este bello país las condiciones para construir sueños.
Invito a reflexionar sobre la manera como los migrantes (tanto los que se van como los que llegan) aportan al desarrollo de una sociedad. No son momentos de perder la perspectiva: la migración aporta al crecimiento social y en el caso del arte y la cultura lo demuestra plenamente. Al final, todos somos migrantes.