Cuando veo doscientos países del mundo reunidos bajo un mismo techo, en el ámbito de la COP27, tratando de enfrentar a un enemigo común como lo es el calentamiento global; cuando veo a uno de los presidentes más criticados del mundo, Nicolás Maduro, que se aprendió la cartilla de memoria, responder con conocimiento de causa a todas las preguntas; cuando veo a nuestro Presidente atacar lanza en ristre a los hidrocarburos, culpando al petróleo, al carbón y al gas de la emisión de gases de efecto invernadero, recuerdo a Greta Thunberg en una de sus alocuciones al frente de su escuela, cuando dijo lapidariamente: “Quiero que sientan que se les está quemando su casa”. Hubo diferentes reacciones: los negacionistas negaron, los ambientalistas aplaudieron; los medios de comunicación, tibios, comenzaron casi que a burlarse de esta chiquita que se enfrentaba a los grandes del mundo, acusándolos de ineptitud.
El asunto es grave. Con solo 1 grado centígrado de aumento, Canadá estalló en llamas. Una ciudad entera calcinada por las llamas tuvo que ser evacuada; el mar del golfo de México está incendiado debido un ulterior vertimiento accidental; toda una región de Estados Unidos enfrenta una sequía mortal; unas temperaturas nunca vistas de 49,6 grados centígrados, que dejaron estupefactos a los científicos, que no supieron explicar este fenómeno.
Pero Greta sí tiene la explicación: el calentamiento global, causado por la emisión de gases, ocasionado por la falta de voluntad política de atenerse al Acuerdo de París, que casi todas las naciones civilizadas firmaron, pero ninguna de ellas está respetando. Un equipo de científicos estudiosos del fenómeno advirtió que, de seguir nuestras prácticas desarrollistas, el calentamiento podría llegar a los 3 grados, y ya se imaginan ustedes el caos.
Siempre he estado alineado con la teoría de que la Tierra es un solo ser único que desarrolla sus defensas para sobrevivir a los embates tóxicos del desarrollismo a ultranza. Gaia, la madre Tierra, la Pacha Mama bendita, perdió la paciencia y nos está haciendo advertencias con unas manifestaciones letales, como las altas temperaturas, las nevadas fuera de estación, las inundaciones de millares de kilómetros y, al revés, la sequía más impiadosa. Y nosotros como seres humanos en lugar de llorar lágrimas de cocodrilo deberíamos tomar partido en esta contienda. ¿Qué tal comenzar boicoteando a las empresas que no les ponen filtro a sus chimeneas que vomitan contaminación a borbotones?
SALVO BASILE