“Hágame un video con esto, hágame el favor”, con estas palabras empieza el video viral protagonizado por el representante a la Cámara del Pacto Histórico (PH) Alejandro Ocampo. Enseguida, se ve a Ocampo agarrando un juguete sexual, encendiéndolo, y diciendo que lo va a comprar para regalárselo a Miguel Polo Polo y a la oposición. No se sabe que es más vergonzoso, si el video en sí mismo, o el haber pensado que estaba haciendo un buen chiste.
Además de grotesco, el video es machista y homofóbico, por esto, la reacción de quienes tuvimos el infortunio de toparnos con él fue contundente. Frente a las expresiones públicas de rechazo y de vergüenza, la Comisión Nacional de Ética y Garantías del Polo por fin salió de su letargo y publicó un comunicado en el que rechazó el video del “honorable” representante. Además, le pidió a Ocampo que ofreciera excusas públicas y reafirmó el compromiso del partido de “feminizar la política”. En resumen: un saludo a la bandera.
Este caso ameritaría, como mínimo, una sanción, y un debate público sobre las terribles consecuencias del discurso homofóbico en Colombia, el país latinoamericano más letal para las disidencias sexuales y de género.
En este partido he encontrado personas muy valiosas, que siguen creyendo que la “renovación” de la política no es una muletilla reservada para épocas electorales, y que es posible una nueva izquierda.
Lo he dicho en varias ocasiones, el estado actual del Polo es lamentable. Se ha convertido en el feudo de un puñado de senadores y de algunos directivos. Mientras tanto, sus militantes estamos a la deriva. Al tiempo que rechazábamos ese video, las mujeres del Polo nos enterábamos de que ya no había recursos para organizar nuestra reunión presencial de mujeres, ni la de ninguno de los otros sectores: la plata se la “mecatearon en cositas”, es decir, se gastaron la plata en propaganda para las elecciones del 22. El problema es que en las regiones no llegó plata ni para mandar a hacer un afiche.
Ahí está pintado el compromiso del partido de “feminizar la política”. El Polo no tiene espacios de deliberación más allá de sus congresos, el último, realizado en febrero de 2022, fue un espectáculo grotesco donde las tendencias mayoritarias aplastaron a las minoritarias para después hacer alianzas nefastas con ellas. En esa ocasión, escribí unas reflexiones sobre la renovación del Polo y el V Congreso en la que afirmaba: “Nadie va a querer votar por el Polo si sabe que es un partido que pertenece a un puñado de machos que solo piensa en preservar sus ínfimos espacios de poder, pero espacios de poder, al fin y al cabo […] El discurso de renovación del partido es puro humo si la gente no está dispuesta a oponerse a esta gente que cree que el partido es su pequeño feudo”.
Para los “caciques” del partido, las mujeres del Polo, sus “compañeras”, solo servimos para conseguir votos. Hay mujeres que llevan muchos años trabajando como hormigas, y con las uñas, pero nunca les han dado un aval o algún cargo de responsabilidad. Los directivos del partido, casi todos hombres, y sus respectivos grupos de aduladores, están gozando de sus buenos sueldos en el Gobierno, mientras en las regiones a la militancia de base no le dan ni para un tinto.
Uno no sabe si es un abandono deliberado con el fin de presionar a su militancia a aceptar la idea del “partido único”, el cual, en las actuales circunstancias, conociendo el déficit democrático de la izquierda y su aversión a la crítica, sería un club de fans de Petro.
¿Por qué sigo en el Polo si es tan terrible? ¿Para dónde se podría ir uno si los otros espacios son iguales? En este partido he encontrado personas muy valiosas, que siguen creyendo que la “renovación” de la política no es una muletilla reservada para épocas electorales, y que es posible una nueva izquierda. Y porque, como feminista de izquierda, siempre he creído que es importante tener un pie en un partido y otro en calles y trochas.
SARA TUFANO