Más allá del efectista anuncio que emitió Donald Trump acerca de su nueva estrategia comercial contra el resto del mundo, de lo que el mandatario no se da cuenta es del inútil suicidio político en el que se está embarcando.
El pasado 2 de abril, las manos no le alcanzaban tratando de sostener los grandes carteles con tablas para mostrar, según él, la manera en que cada país se está aprovechando de Estados Unidos para perjudicarlo y el castigo que recibirá. Trump le dijo a su electorado que está cumpliendo sus promesas, antes de celebrar los primeros 100 días de su segundo mandato.
Pero en su cálculo pareció no contemplar que está llevando a su partido, el Republicano, y a su propio gobierno a un despeñadero. Cada presidente estadounidense recién elegido sabe que enfrenta una carrera de largo aliento, no solo en búsqueda de la reelección –a la que Trump no puede aspirar–, sino para lograr que su partido consiga o mantenga el liderazgo del Congreso.
En Estados Unidos se celebran elecciones llamadas “de medio término”, casi cada dos años después del inicio del mandato presidencial. Las próximas serán en noviembre del 2026, en las que se disputarán los 435 escaños de la Cámara y 33 de los 100 del Senado, así como 39 gobernadores estatales y territoriales.
Hoy, los republicanos controlan la Cámara por un estrecho margen de 219-215. En su segundo mandato, Trump deberá buscar que esa ínfima ventaja sea mayor, o al menos, no malograrla.
A Trump le enfurece perder. En sus primeras elecciones de medio término en 2018 dilapidó para su partido 42 escaños.
Por eso se esperaba que iba a proteger, al menos este año, ese grandísimo respaldo político recibido en las urnas el pasado noviembre. Era solo disfrutar de la “luna de miel” con el electorado y dar avances, pausados pero firmes, en la aplicación de sus promesas.
Pero no fue así. El nivel de aprobación del mandatario cayó dos puntos porcentuales al 43 por ciento, el más bajo desde su regreso al cargo, por el disgusto que produjo entre los estadounidenses las medidas arancelarias y el manejo de su istración de la información sobre un ataque militar en Yemen, según una encuesta de Reuters/Ipsos revelada el mismo “Día de la Liberación”.
Lanzando aranceles a diestra y siniestra, con una metodología calificada por analistas como “chapucera”, Trump está avivando un alza generalizada de precios y una posible recesión, que muy seguramente el electorado le cobrará en 2026.
El senador republicano Ted Cruz dijo que los aranceles plantean “enormes riesgos” para la economía estadounidense y podrían llevar a un “baño de sangre” del partido en las elecciones de medio término.
Ya hay señales de que los republicanos no están para nada cómodos. Horas después de su cacareado “Día de la Liberación”, el 2 de abril, un grupo bipartidista de senadores hizo un primer esfuerzo por detener la parte más absurda de la guerra comercial declarada por Trump contra su vecino Canadá.
En un abrebocas de lo que serán las luchas en el Congreso, promovidas incluso por el propio Partido Republicano, el medio electrónico 'Reason' informó que con una votación de 51 a 48, el Senado aprobó una resolución para bloquear los aranceles impuestos por Trump a las importaciones procedentes de Canadá.
Trump está avivando un alza generalizada de precios y una posible recesión, que muy seguramente el electorado le cobrará en 2026
La iniciativa fue presentada por el republicano Rand Paul y el demócrata Tim Kaine. En el muy hipotético caso de que llegue a prosperar en la Cámara de Representantes, Trump muy seguramente la vetará cuando sea puesta sobre su escritorio de la Oficina Oval para su firma. Pero, al menos, el esfuerzo valdrá la pena en la pelea que muchos republicanos esperan dar para no perder su escaño.
A Reason le llamó poderosamente la atención que el anterior líder del Senado, el republicano Mitch McConnell, se haya unido a la iniciativa de detener la emergencia económica contra Canadá. McConnell advirtió que el estado que representa, Kentucky, “no puede permitirse el alto costo de los aranceles de Trump”, algo que puede ofrecer cierta cobertura política a otros republicanos para hacer frente a sus políticas.
Cuando los estadounidenses vean que subir aranceles los llevará a sacar más dinero de sus bolsillos para pagar la misma o menos cantidad de mercado, eso se reflejará en rabia cuando vayan nuevamente a las urnas en el 2026.
Es sabido el malestar que ha producido entre el electorado estadounidense el encarecimiento de los huevos. Pues bien, los aranceles repercutirán en muchos más bienes de consumo, cuando los importadores estadounidenses los trasladen a los precios finales.
No serán los únicos enfadados. The Spectator Index calculó en 9 billones de dólares (casi 9 veces el tamaño de la economía de España) las pérdidas en valor de mercado de las acciones en Wall Street desde la posesión de Trump hasta el pasado 4 de abril. El banco J. P. Morgan elevó a un 60 por ciento, desde el 40 por ciento, sus posibilidades de una recesión mundial por la ola arancelaria.
Trump está pavimentando una autopista que llevará a su partido, en el mejor de los escenarios, a perder escaños y su liderazgo en la Cámara de Representantes en 2026. En el peor de ellos, a olvidarse de que sus políticas nacional-proteccionistas sean reelegidas por otros cuatro años.
JAVIER MOZZO PEÑA
En X: @javimozzo