En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información aquí

CLUB VIVAMOS
Suscríbete
Disfruta de los beneficios de El Tiempo
SUSCRÍBETE CLUB VIVAMOS

¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo [email protected] no ha sido verificado. Verificar Correo

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí. Iniciar sesión

El mundo sin Isabel II

Tras la muerte de la reina de Inglaterra, se abren retos para una monarquía referente histórico.

Actualizado:
00:00
00:00

Comentar

Whatsapp iconFacebook iconX iconlinkeIn iconTelegram iconThreads iconemail iconiconicon
Va a ser extraño el mundo sin la reina Isabel II de Inglaterra. Los líderes de los dos hemisferios, que se pronunciaron apenas se dio a conocer la noticia de que había muerto, a los 96 años, en su amada residencia en Balmoral (Escocia), coincidieron en palabras como “estabilidad”, “gracia”, “servicio”, “humor”, “unidad” en sus sinceras condolencias oficiales: si alguna vez cambió este planeta, en siglos y siglos de historia de la especie humana, fue desde la Segunda Guerra en adelante –pues fuimos de la radio a la televisión, de la Tierra a la Luna, de las operadoras a los teléfonos inteligentes, de la crisis de los imperios a la crisis de las democracias–, pero la presencia de la reina Isabel II, que se convirtió en personaje mundial, lo hizo parecer un mismo planeta.
Hace apenas unos meses, cuando el Reino Unido celebraba los setenta extraordinarios e inéditos años de su reino, volvió a contarse su vida como se contó ayer: como un relato sobre la entrega seria, disciplinada, a los demás.
Se recordó que, de no haber sido por la abdicación de su tío, el rey Eduardo VIII, la discreta Isabel jamás habría llegado al trono. Que a los 21 años dio, en Sudáfrica, el discurso memorable que se convirtió en su promesa cumplida y su destino: “Declaro ante todos ustedes que toda mi vida, ya sea larga o corta, estará dedicada a su servicio y al servicio de nuestra gran familia imperial a la que todos pertenecemos”, dijo. Y que a fuerza de apegarse a su papel, o sea, al servicio de su pueblo sobre todas las cosas, logró transformar el desmoronamiento del Imperio británico en lo que llegó a llamarse una nueva era isabelina.
Quizás a su pesar, pues era una protagonista reticente, la reina Isabel II no solo fue una figura fundamental de la historia, sino un ícono de la cultura popular que les sirvió de inspiración a series, películas, obras teatrales.
Isabel II no solo fue una figura fundamental de la historia, sino un ícono de la cultura popular que les sirvió de inspiración a series y películas.
Tuvo cuatro hijos, ocho nietos, doce bisnietos. Visitó cien países. Recibió en su palacio a los grandes artistas, a los principales deportistas, a los mandatarios memorables que marcaron el largo viaje del siglo XX al siglo XXI. Pasaron las guerras, las debacles, las tecnologías, pero ella no se movió de su trono, cara a cara con su gente, en el nombre de su reino.
Durante su extenso reinado, el más largo de la historia, Isabel se reunió, semana tras semana, con quince primeros ministros –de Churchill a Johnson– que tuvieron en común el profundo respeto por su figura. Incansable, trabajó hasta sus últimas horas: el martes pasado encargó a Liz Truss, la nueva primera ministra, de formar su gobierno.
Sin su figura surge un aire de cierta incertidumbre. Ayer, cuando Truss declaró: “Entramos en una nueva era de nuestra magnífica historia, como su majestad hubiera deseado, con las palabras ‘Dios salve al rey’ ”, no solo apareció la pregunta por la relevancia de las monarquías en estos tiempos, sino que se hizo más evidente la dimensión del reto que deberá enfrentar Carlos III, su hijo, para preservar la Mancomunidad de Naciones.
Todo indicaba, ayer, que su imagen seguirá invitando a trabajar por Inglaterra, y su historia, que se seguirá contando, seguirá siendo una parábola a favor de ese país.
EDITORIAL

Sigue toda la información de Opinión en Facebook y X, o en nuestra newsletter semanal.

00:00
00:00

Comentar

Whatsapp iconFacebook iconX iconlinkeIn iconTelegram iconThreads iconemail iconiconicon

Conforme a los criterios de

Logo Trust Project
Saber más
Sugerencias
Alt thumbnail

BOLETINES EL TIEMPO

Regístrate en nuestros boletines y recibe noticias en tu correo según tus intereses. Mantente informado con lo que realmente te importa.

Alt thumbnail

EL TIEMPO GOOGLE NEWS

Síguenos en GOOGLE NEWS. Mantente siempre actualizado con las últimas noticias coberturas historias y análisis directamente en Google News.

Alt thumbnail

EL TIEMPO WHATSAPP

Únete al canal de El Tiempo en WhatsApp para estar al día con las noticias más relevantes al momento.

Alt thumbnail

EL TIEMPO APP

Mantente informado con la app de EL TIEMPO. Recibe las últimas noticias coberturas historias y análisis directamente en tu dispositivo.

Alt thumbnail

SUSCRÍBETE AL DIGITAL

Información confiable para ti. Suscríbete a EL TIEMPO y consulta de forma ilimitada nuestros contenidos periodísticos.