Concluyó el periplo del presidente de la República, Gustavo Petro, por China con la elevación de las relaciones de los dos países al nivel de “asociación estratégica”. Ambas naciones firmaron doce instrumentos de cooperación internacional sobre asuntos tan variados como las exportaciones de carne bovina y quinua colombianas, economía digital y tecnología, cooperación educativa y científica y lucha contra el cambio climático.
Desde ese punto de vista, el balance de la gira presidencial se podría calificar como positivo, ya que Colombia logró avanzar en estrechar los lazos con Pekín, hoy el segundo socio comercial del país, después de Estados Unidos. Más aún, el Gobierno Nacional debe transitar una delgada línea en las relaciones con ambas potencias globales en momentos en que el mundo se realinea en bloques geopolíticos fragmentados.
Sin desconocer el carácter de aliado estratégico de Washington en la región latinoamericana, Colombia da unos pasos adelante en sus relaciones con China. Más aún, el Gobierno de Bogotá se abstuvo de incorporarse a la Iniciativa de la Franja y la Ruta –la plataforma de diplomacia multilateral más ambiciosa del presidente chino, Xi Jinping, que recientemente cumplió 10 años–, lo cual puede interpretarse como una señal de cautela y equilibrio.
Los esfuerzos deben orientarse en elevar los 2,1 mil millones de dólares de exportaciones nacionales a Pekín, entre otras iniciativas.
Por otra parte, desde la perspectiva de las lecciones, está el innecesario desgaste generado por el Ejecutivo al crear la expectativa de que el Estado chino podría interesarse en cambiar el trazado de la primera línea del metro de los bogotanos, que construye una empresa de ese país.
Afortunadamente para los capitalinos, el tema no hizo parte de la declaración conjunta y quedó claro que no fue un asunto de Estado. De lo contrario, hubiera significado costos adicionales y un largo retraso en su ejecución. El Presidente siguió insistiendo en su alternativa subterránea –e incluso propuso financiarla en un 100 por ciento con recursos nacionales–, pero eso fue tras una reunión con el contratista y luego de itir que la Alcaldía tendría que estar de acuerdo.
Más allá de la ‘distracción’ generada alrededor del metro, la condición de “asociación estratégica” de las relaciones binacionales abre interesantes espacios que la istración Petro debe aprovechar. La Cancillería regresa de Asia con la tarea impostergable de coordinar con los distintos ministerios y entidades estatales las acciones adecuadas para materializar los instrumentos de cooperación firmados.
El margen para robustecer los lazos entre Colombia y China es amplio. Por ejemplo, los esfuerzos deben orientarse en elevar los 2,1 mil millones de dólares de exportaciones nacionales a Pekín vía productos agrícolas y otras ventas externas de corte no tradicional. Similar curso de acción debe tener el paquete de proyectos de infraestructura, donde la actual presencia empresarial china podría aumentar su huella. Los intercambios tecnológicos, la economía digital y la descarbonización cuentan asimismo con ventanas de oportunidad. En conclusión, este encuentro entre Xi Jinping y Gustavo Petro debería brindar el impulso requerido a la diplomacia colombiana –y a los ministerios y entidades– para estrechar la cooperación binacional.
EDITORIAL