El escritor y periodista bogotano Enrique Santos Molano murió a los 82 años en la madrugada de la Navidad. Había sido reconocido, premiado, condecorado, irado por varias generaciones, pero las reacciones a la noticia de su muerte dejaron en claro que tanto su generosidad intelectual como su obra –una suma de novelas, memorias, columnas de opinión y libros de historia– van a seguir siendo una compañía inmejorable. Santos Molano nació en Bogotá el 16 de febrero de 1942. Desde muy pronto fue claro que la tarea de su vida iba a ser el recuento de la historia de Colombia desde las luchas de Antonio Nariño hasta los pulsos políticos de nuestros días.
Su padre, el recordado Enrique Santos Montejo 'Calibán', codirector de EL TIEMPO durante años, le heredó la vocación a narrar e investigar el país. Pero Santos Molano dejó una obra irrepetible, como periodista, como novelista, como historiador, desde la sala de redacción de este periódico hasta el estudio en el que fue perdiendo la vista en los últimos tiempos. Sus minuciosas biografías de José Asunción Silva, Rufino José Cuervo y Antonio Nariño, que trabajó con la paciencia de un monje, son algunos de los volúmenes más reveladores e importantes que se han escrito en las últimas décadas de este país. Y, sin embargo, la lectura de la novela Mancha de la tierra, de 2015, que no es solo una lección de narrativa, sino de historia, puede ser leída como un buen compendio de sus obsesiones.
Su sentido del humor, su rigurosidad, su honestidad intelectual, su generosidad, su valor a la hora de expresar sus convicciones fueron recordados ayer por los que tuvieron la suerte de tenerlo cerca. El propio presidente Petro lamentó su muerte en un mensaje de redes sociales. Es claro que su esposa y su hijo, Esperanza y Simón, son su gran legado. Pero también lo es la suma de sus obras maravillosas que seguirán inspirando a sus discípulos y a sus lectores agradecidos.