Bogotá es un carrusel de emociones. Dentro de él van también los dramas. Vimos ayer en este diario, según el último informe de Bogotá Cómo Vamos (BCV), un aspecto que debe conmovernos y movernos como es el aumento de casos de violencia intrafamiliar y de homicidios en el primer trimestre de este año, en comparación con el dato del mismo periodo en 2024.
Ya se sabe, la violencia intrafamiliar es un pandemonio que degenera en violencia infantil y feminicidios, producto del viejo machismo, de intolerancias e, inclusive, de problemas de salud mental. Se registraba el caso de Yesica Paola Chávez, de solo 26 años, que fue asesinada por su expareja en el barrio Quintas del Sur, en Ciudad Bolívar. Otra tragedia lamentable, y según informes era la tercera víctima del luctuoso abril y la mayoría de las veces esos crímenes terminan cubiertos por el manto de la impunidad.
No se puede desconocer que hay esfuerzos del Distrito, que se han fortalecido las comisarías de familia y las rutas de atención a las víctimas de violencia y feminicidio, que se trabaja de la mano con la Fiscalía, pero falta mucho en esta que es una tarea de todos, autoridades y ciudadanía, de crear conciencia de respeto, de denuncia y de justicia. Así que esta lucha, que consiste en salvar vidas, no puede tener tregua.
Igual que con la seguridad, pues el homicidio también creció en este primer trimestre si se compara con la cifra de 2024, y según BCV podría ser uno de los más violentos en los últimos siete años. En este período hubo 281 homicidios. Por diversos motivos, claro, pero son vidas perdidas y zozobra y miedo.
Sin embargo, el alcalde Galán hizo saber que en abril se redujo en un 13 por ciento este penoso rubro, frente al dato del mismo mes del año pasado, todo indica que como resultado de planes estratégicos para enfrentar de manera directa las economías y las organizaciones ilegales, entre otras medidas. Es esencial seguir por ese camino, con el apoyo de la ciudadanía, y con la voluntad de redoblar los esfuerzos que sean necesarios.
EDITORIAL