Los recientes y execrables actos terroristas en Cúcuta, valga decir, el atentado con carro bomba en las instalaciones de la Brigada 30 y el ataque con fusilería al helicóptero que transportaba al Presidente de la República y dos de sus ministros, evidencian que es menester efectuar una reingeniería de la inteligencia militar y fortalecer esta capacidad distintiva del Ejército colombiano.
Preparar expertos en las 10 disciplinas de la divisa azul: contrainteligencia, inteligencia geoespacial, inteligencia humana, inteligencia de señales, inteligencia técnica, ciberinteligencia, guerra electrónica, inteligencia de medidas y huellas distintivas, inteligencia de fuentes abiertas e inteligencia estratégica (MFE 2-0), es una tarea que toma años; por ello, prescindir de oficiales y suboficiales valiosos sin previa investigación, violando además el debido proceso y el derecho a la defensa, es una práctica que se debe erradicar en Colombia por el bien de las instituciones castrenses, y la preservación del arma de combate, que tantas victorias militares le ha dado a nuestro país.
Operaciones impecables de inteligencia militar como Jaque (2008), Camaleón (2010) y Odiseo (2011), solo por nombrar algunas, son ejemplo de la tenacidad y el profesionalismo de los hombres de la lucha silenciosa.
La doctrina Damasco introdujo desde 2016 en los manuales fundamental y de referencia públicos 3-37, la función de conducción de la guerra (FCG) Protección, que consiste en “…la preservación de la efectividad y supervivencia del personal, el equipo, las instalaciones, la información y la infraestructura (militar y no militar) relacionados con la misión y desplegados dentro o fuera de los límites del área operacional.” La FCG Protección, le permite al ejército sincronizar e integrar sus capacidades y todos los recursos requeridos durante el proceso de operaciones (Planear, Preparar, Ejecutar y Evaluar), para de esta forma preservar las tropas (hombres), junto a los demás recursos (armas y equipo), la información y la infraestructura crítica de la nación, del ataque por parte de amenazas híbridas y persistentes.
Pero la inteligencia militar y la protección de la Fuerza necesitan un conector imprescindible que es el liderazgo. Hay dos valores insustituibles en un líder militar, la humildad y la confianza. La primera, para identificar sus falencias y complementarlas con su equipo. Reemplazar el ‘yo’ por el ‘nosotros’ en la victoria, y el ‘nosotros’ por el ‘yo’ durante el fracaso; y la confianza, fundamento de la profesión militar y el combustible del liderazgo.
“No fue el ejército romano el que venció en las Galias, fue Julio César”. Napoleón escribió este pensamiento en sus anotaciones a la gran obra del emperador romano Julio César, Comentarios sobre la guerra de las Galias, una suerte de De la guerra antigua, la obra póstuma de Clausewitz publicada en 1832. El procónsul romano narra en siete libros sus hazañas militares, en una confrontación que duró ocho años (58 a. C. al 51 a. C.) que terminó con la batalla de Alesia, en el 52 a. C., donde los romanos pusieron fin a la resistencia organizada de los galos.
Esta victoria avasalladora fue determinante para que el Imperio romano expandiera sus dominios territoriales e influencia política sobre la Galia, un extenso país que abarcaba desde el mar Mediterráneo hasta el canal de la Mancha (hoy Francia, los Países Bajos, Suiza y partes de Bélgica y Alemania), pero, sobre todo, un conflicto bélico que hizo de Julio César un afamado estratega, empoderándolo como estadista y líder militar nato.
Narra el general J. F. C. Fuller en el primer tomo de su obra Batallas decisivas del mundo occidental: “César y su ejército formaban un todo. Los soldados estaban perfectamente compenetrados con él. Desde el más bajo al más alto trabajaban según los métodos que les había impuesto. No se le escapaba ninguna de sus reacciones; era a la vez muelle impulsor y volante que equilibraba los distintos movimientos” (pág. 227). ¡Dios guarde por siempre al glorioso Ejército Nacional de Colombia!
CORONEL (R) PEDRO JAVIER ROJAS GUEVARA
* Analista político y militar. Experto en seguridad y defensa.