Millonarios ya no es un equipo / Opinión

A 2024, la institución azul de Bogotá es muchas otras cosas. Es una inmejorable plataforma de mercadeo, un trampolín-vitrina de aceptable desempeño en el cada vez más competido mercado de talentos futbolísticos de exportación,un refugio emocional para millones y, cada vez más, una costosa religión para miles de fieles abonados.

Hubo una época en la que el Club Deportivo los Millonarios era fundamentalmente un equipo de fútbol que competía en los torneos organizados por la Dimayor y, ocasionalmente, la Conmebol. Tiempos en los que sus dueños esperaban de su club que este les diera alegrías, honor y reconocimiento a cambio de lo que en él invertían. Luego vinieron los propietarios opacos que esperaban lo mismo más otras cositas.

Kinder de Cortés y años del arroz con huevo después, su actual propietario es el fondo Amber Capital del multimillonario armenio Joseph Oughourlian. Este hombre de negocios ve en Millos, ante todo, un engranaje más de su máquina financiera que le produce notables rendimientos. Sin arriesgar mucho e invirtiendo muy poquito, pues no hace falta, ha logrado un notable equilibrio en los números y un nivel de rendimientos constante y satisfactorio digno de estudio de caso en cualquier MBA enfocado en industrias deportivas y de entretenimiento.

La prueba de ello es cómo se mide a quien está a cargo en la cancha: Alberto Gamero. Fuera Millonarios solo un equipo, como alguna vez lo fue, y de jerarquía, bastaría un ridículo en Copa Libertadores o una eliminación de la Copa contra Bucaramanga para forzar un relevo. Ya no. La libreta de calificaciones del cuerpo técnico son los balances financieros y estos son alentadores. Azul y Blanco ha venido dando utilidades de manera consistente en los últimos años. Solo en el 2023 fueron de 33.856 millones de pesos: un aumento del 320% frente a la cifra de 2022 .Lo anterior gracias a la venta de jugadores, el mercadeo y la devoción ciega de un puñado de hinchas que año tras año compran el abono y la camiseta. Esos para quienes la ida semanal al Campín se convirtió en un ritual de renovación de una feroz militancia en que el marcador final del partido es lo menos. Es más, las derrotas son un inmejorable filtro para saber quién es de los nuestros y quien merece la hoguera. Es, por último, el miembro de la Dimayor que más factura.

Al señor Oughourlian le tiene sin cuidado que los azules hagan un papelón tras otro en la cancha mientras los libros de contabilidad sean dignos. Jugadas disruptivas que impliquen un riesgo medio o alto de que la maquinita se descuadre no están en sus planes. Pensemos en optar por un cuerpo técnico mucho más exigente y autónomo, con mayor preocupación por los logros deportivos. Si la junta directiva de Azul y Blanco le pidiera en otra dimensión a Chat GPT diseñar un cuerpo técnico a la medida de su plan de negocios el resultado sería Alberto Gamero y su combo.  

FEDERICO ARANGO