¿Comer tarde o dormir poco afecta la salud intestinal?

La microbiota se ve principalmente afectada por el tipo de alimentación que seguimos día a día.

Un estudio publicado en ‘The New England Journal of Medicine’, en 1972, logró dar una primera respuesta a esta incógnita. Foto: iStock

PERIODISTA DE SALUD06.01.2023 14:03 Actualizado: 06.01.2023 15:14

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Todos los seres humanos tenemos un ritmo circadiano, es decir, un ciclo periódico de fenómenos fisiológicos que tiene una repetición constante a lo largo de la vida e interfiere en cada individuo de manera física, mental y emocional.

Algunos estudios han logrado determinar que las alteraciones de este ritmo constante puede repercutir en las bacterias intestinales que tienen sus propios biorritmos.

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Las perturbaciones en los ritmos biológicos están estrechamente relacionadas con cambios en la digestión y metabolismo. Expertos explican que puede producirse un desajuste en el metabolismo de la glucosa y más riesgo de aumento de peso y presión arterial, así como una desregulación de las hormonas que controlan el apetito.

La microbiota se ve principalmente afectada por el tipo de alimentos que consumimos todos los días. Por este motivo, cuando cambiamos nuestro ritmo de vida la microbiota también se altera y puede llegar a producirse una interrupción del ritmo normal de la función intestinal, además de una alteración de la composición y funcionalidad de las bacterias intestinales.

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Por otro lado, se sabe que el microbioma intestinal es responsable de la producción de algunos de los compuestos químicos que acaban en el torrente sanguíneo y pueden inducir o favorecer el sueño.

Los trastornos entre los ritmos circadianos propios pueden ocasionar una serie de problemas a corto plazo (somnolencia diurna, desorientación, insomnio y sueño no reparador) y a largo plazo (enfermedades del hígado o del corazón).

Por ello resulta fundamental detectar cuanto antes las posibles alteraciones en le ciclo entre vigilia y sueño, ya que es común que quienes lo padezcan se encuentren con una pérdida de energía considerable en comparación con aquellas personas que tienen ciclos del sueño regulares.