Los trastornos somatomorfos se caracterizan por molestias diversas que aquejan a una persona pero que no tienen su origen en enfermedades diagnosticadas por un especialista o lesiones en algún órgano.
Así, de acuerdo con la Clínica Mayo, una entidad sin ánimo de lucro dedicada a la práctica clínica, la educación y la investigación, en el trastorno somatomorfo se presentan síntomas físicos como dolor o fatiga al punto que causa dificultades para desarrollar actividades cotidianas y la reacción a los síntomas por parte de quien la padece interfiere en muchos casos es desfavorable.
En tal sentido, la institución deja claro que el paciente tiende a pensar lo peor de sus síntomas y recurre al especialista a consultar con frecuencia sobre la presencia de enfermedades graves aun cuando se han descartado por el médico. Cabe mencionar que en el portal web de la entidad se hace énfasis en que ante síntomas físicos es el profesional de la salud quien debe realizar la evaluación y el diagnóstico completo.
De esta forma, si el proveedor principal de atención médica cree que una persona padece un trastorno somatomorfo, una de las probabilidades es que haga la remisión respectiva a un profesional de la salud mental.
Entre los síntomas del trastorno somatomorfo se encuentra principalmente el dolor, cansancio, debilidad, e incluso en algunas ocasiones dificultad para respirar, pero son variables y múltiples. La característica fundamental es que dichos síntomas no están relacionados con una causa médica identificable.
Por otra parte, el sentir de quien padece el trastorno generalmente se relaciona con una preocupación constante sobre posibles enfermedades, interpretar sensaciones físicas normales como signos de enfermedades graves, temor excesivo sobre la gravedad de los síntomas, búsqueda constante de anomalías, por mencionar algunas.
Es importante resaltar que la causa exacta del trastorno en mención no es clara, pero existen algunos factores que pueden influir, entre los que se destacan, por ejemplo, factores genéticos o biológicos, influencia familiar, un rasgo de negatividad en la personalidad, una conducta aprendida, etc.
Asimismo, existen algunos factores de riesgo como padecer ansiedad o depresión, estar en recuperación luego de una enfermedad, violencia, traumas, entre otros.
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