Entre las historias truncadas de grandes mentes de la humanidad, la de Hipatia es una de las más chocantes. El brutal asesinato de la que es considerada la primera mujer científica de la historia está envuelto en diversos enigmas, principalmente relacionados con las causas que llevaron a una muchedumbre de fundamentalistas religiosos a acabar con su vida, despedazándola usando tejas y conchas de ostras para cortar su carne viva; para posteriormente quemar sus destrozados.
El lugar de estos macabros hechos fue Alejandría, la famosa ciudad fundada por Alejandro Magno, en medio de un conflicto entre paganos y cristianos, donde el 8 de marzo del año 415 el mundo perdió a una de las figuras más relevantes de la ciencia antigua.
Hipatia, cuyo nombre significa ‘la más grande’, a diferencia de muchas mujeres en la historia, y particularmente en su época, pudo estudiar y estuvo rodeada de un ambiente propicio para promover sus intereses académicos. Su padre, Teón de Alejandría, era un prolífico autor que editó y comentó algunos libros de gran trascendencia en la historia de la ciencia; entre ellos, los Elementos de Euclides, y se dedicó con esmero a educar a su hija en matemáticas, astronomía y filosofía. Hipatia, con su padre, comentó el tratado astronómico escrito en el siglo II por Claudio Ptolomeo, que contiene el catálogo estelar más completo de la antigüedad, haciendo aportes destacados en astronomía.
La sabiduría de Hipatia era excepcional, como reconocieron algunas de las otras grandes mentes de su época, que también destacaban su gran habilidad para hablar en público. Estas cualidades le dieron una enorme popularidad, tanto que a sus clases asistieron por cerca de dos décadas estudiantes que llegaban desde diferentes partes del mundo a entrenarse en concepciones filosóficas y científicas. Entre sus alumnos se contaban personalidades de la alta aristocracia.
Además de cultivar su mente, en áreas como la filosofía, la astronomía y la música, de inventar y construir métodos e instrumentos incluyendo una forma eficiente para hacer divisiones largas, un astrolabio plano para medir la posición de planetas y estrellas, un aparato para la destilación del agua, un hidroscopio para medir la presencia y el nivel del agua, además de un hidrómetro graduado de latón para determinar el peso específico de los líquidos, Hipatia también se preocupó por el cuidado de su cuerpo, realizando rutinas físicas diarias durante toda su vida.
La muerte de Hipatia ha simbolizado para muchos el fin de la ciencia antigua y marca un cambio de la cultura del razonamiento griego al oscurantismo que predominó posteriormente en el mundo medieval. Pese a que todos sus escritos se perdieron, hay importantes referencias sobre su obra, que no dejan duda de su notable influencia para la sociedad de la época y de siglos posteriores.
En los términos que comúnmente usamos hoy, podríamos reconocer en Hipatia características de una gran científica, con una destacada labor en divulgación de la ciencia y en diplomacia científica, cualidades que cada vez más mujeres comparten, continuando el legado de la primera mujer científica.
SANTIAGO VARGAS
Ph. D. en Astrofísica
Observatorio Astronómico de la Universidad Nacional