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La desconocida historia de la red que alerta al país sobre sismos y terremotos
Este 1° de junio cumple 30 años la Red Sismológica Nacional de Colombia. Le contamos cómo funciona.
Si cuando tiembla usted es de los que inmediatamente busca en internet dónde ocurrió, a qué profundidad y qué magnitud tuvo, lo más seguro es que termine consultando las redes del Servicio Geológico Colombiano (SGC).
En cuestión de segundos, esta entidad le informa al público en general y a las autoridades locales y nacionales sobre las características que tienen los eventos sísmicos.
Sin embargo, hasta hace tres décadas contar con esta información en nuestro país era algo imposible. Antes de 1993 en Colombia no existía una infraestructura que permitiera monitorear estos fenómenos; y los pocos sismógrafos que funcionaban en el territorio nacional eran operados por el instituto geofísico de la Universidad Javeriana.
Precisamente el 1° de junio se cumplen 30 años desde que la Red Sismológica Nacional de Colombia (RSNC) entró en funcionamiento. Ese día, 14 estaciones satelitales transmitieron por primera vez en tiempo real la ocurrencia de eventos sísmicos hasta Bogotá. Desde ese momento no ha dejado de producir información geocientífica indispensable para gestionar riesgos y enfrentar amenazas en cientos de comunidades colombianas.
De acuerdo con John Makario Londoño, director de Geoamenazas del SGC, hoy el país cuenta con una red mucho más robusta con 108 estaciones transmitiendo vía satelital, internet, celular y telemetría; además, con 30 estaciones de descarga, es decir, aquellas que requieren visitas a campo para la recolección de información.
“Muchas tienen en el mismo sitio instalado un sismómetro y un acelerómetro. De esta manera, podemos registrar dos variables: la velocidad y la aceleración del suelo en ese momento cuando ocurre un sismo”, explica el experto.
Servicio Geológico Colombiano Foto:César Melgarejo- EL TIEMPO
Esta infraestructura se encuentra distribuida a lo largo y ancho del territorio colombiano, desde La Guajira hasta Leticia y desde Gorgona hasta el extremo de Guainía, aunque una parte importante se acumula en la zona Andina, donde más se mueve el territorio. “Están ubicadas en todo Colombia, incluso en San Andrés y Providencia, porque la idea es que, si ocurre un sismo importante, pueda ser detectado sin importar en qué lugar se dé para poder dar un reporte rápido con el que las autoridades puedan empezar a tomar medidas en caso de una catástrofe”, señala Londoño.
De esta manera, cuando en algún punto de la geografía del país tiembla, la información que se emite desde estos puntos –pequeñas casetas ubicadas a veces en lugares remotos- se recibe en el centro de operaciones del SGC en Bogotá, a través de la distintiva antena blanca de cinco metros de diámetro que los transeúntes que pasan por la sede de esta entidad en la capital pueden apreciar.
En este lugar se reúne la información que recogen sobre el movimiento telúrico las 108 estaciones que hay distribuidas en todo el país, lo que permitirá definir otras características del evento, además de su ubicación, que es lo primero que se determina. Como las ondas de radio que transmiten estos datos deben recorrer largas distancias, los expertos del SGC deben esperar alrededor de tres minutos hasta que llegue el suficiente número de lecturas.
Esto es lo que tarda la entidad en emitir un primer boletín preliminar para el Sistema Nacional para la Prevención y Atención de Desastres con los datos de ubicación, magnitud, profundidad. Ocho minutos después, la entidad cuenta con los datos definitivos y corregidos, los cuales se transmiten a las entidades del Sistema Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres mediante radio, celular y correo electrónico; y al público general, mediante la página web y redes sociales.
Instalación de la antena satelital receptora en Bogotá, en la sede del SGC (1992). A través de esta, se reciben las señales de todas las estaciones sismológicas satelitales instaladas en todo el territorio nacional. Foto:SGC
“Por ejemplo, si ocurriera un sismo de magnitud 6,5 a 5 kilómetros de profundidad, tenemos la plena seguridad de que, sin importar dónde ocurra, va a tener afectación importante en los municipios cercanos”, explica el director de geoamenazas del SGC. Por eso la información proporcionada por la RSNC es el punto de partida para activar los protocolos para atender emergencias.
Toda la información registrada desde 1993 está disponible al público para ser usada en investigaciones que contribuyan al conocimiento de la amenaza sísmica del país.
Un país de sismos
Por su ubicación geográfica, en la esquina noroccidental de Sudamérica, donde confluyen las placas tectónicas del Caribe, Nazca y Sudamericana (que interactúan permanentemente), Colombia es un país de sismos.
Esto no solo indica que la ocurrencia de estos eventos es frecuente (unos 2.500 al mes - la mayoría de ellos imperceptibles para las personas), sino que también puede desencadenar otros fenómenos como tsunamis y movimientos en masa (comúnmente denominados deslizamientos) y, por lo tanto, incrementar los riesgos para la vida y los bienes de miles de personas.
En su historia, Colombia ha sido testigo de eventos devastadores como el terremoto de la costa Pacífica en 1979, que originó un tsunami con cuantiosas pérdidas humanas y materiales; el terremoto de Popayán en 1983, que ocasionó la muerte a 250 personas y dejó heridas a otras 1.500; y la erupción del volcán Nevado del Ruiz en noviembre de 1985, con más de 25.000 víctimas. Precisamente fueron estos tres momentos los que motivaron a que en el país se creara la RSNC.
La estación sismológica de Prado, Tolima - PRA, es una de las más antiguas que tiene la Red. Fue instalada a comienzos de la década de los 90. Foto:SGC
Así lo expresó Adolfo Alarcón Guzmán, entonces director de Ingeominas, en el primer boletín trimestral de sismos publicado en 1993, luego de la entrada en marcha de la red. “Todas esas circunstancias, unidas a la toma de conciencia sobre la obligación del Estado de proteger las vidas y los bienes de los ciudadanos frente a estos fenómenos, dieron pie para la creación de una moderna red sismológica y de vigilancia volcánica”.
El proyecto para consolidar la RSNC en aquella época por el ingeniero civil y experto en ingeniería sísmica Alberto Sarria (Q.E.P.D.), quien hacía parte de la Comisión de Asesora de Riesgo Sísmico. Convertir la red en una realidad fue posible gracias al apoyo de la Presidencia de la República y varias instituciones, como el Ingeominas (actual SGC), el PNUD y el Sistema Nacional de Prevención y Atención de Desastres.
De acuerdo con declaraciones dadas en su momento por Sarria, la creación de la RSNC respondió a la necesidad de contar con equipos modernos, con elevada capacidad de detección y rápida ubicación de eventos.
Fue una modernización tecnológica que también aportó información valiosa sobre el comportamiento de los suelos a los procesos de urbanización de Colombia, que en un contexto de alta actividad sísmica marcaban un reto para la definición de normativas de construcción sismorresistente.
Después de su creación, la infraestructura de la RSNC también fue puesta a prueba con el terremoto del Eje Cafetero en 1999. "Funcionó muy bien. No teníamos en ese tiempo una red muy completa, pero se pudo dar información a tiempo", recuerda Londoño, quien además señala que para ese momento el Ingeominas también instaló una red sísmica alrededor de la zona afectada porque debido a la gran magnitud de este evento (6,2M) se temía por la posibilidad de réplicas.
Se sigue fortaleciendo
Según explica Londoño, entre los planes futuros para la red, además de lograr que el 100 por ciento de las estaciones de la red transmitan datos en tiempo real a la estación maestra en Bogotá, está incrementar las estaciones para estudios de amenaza y riesgo sísmico y complementar las redes sísmicas locales en regiones donde tiembla más.
Además, el experto señala que tienen proyectos en desarrollo para que el país pueda contar con sistemas de alerta temprana, similares a la de Google. Aunque es enfático en aclarar que este tipo de sistemas no predicen cuándo ocurrirá un sismo -algo imposible- sino que consiste en algoritmos que permiten hacerle llegar la alarma a lugares alejados del punto de origen, para que tomen medidas de protección en el tiempo que le tomará a las ondas sísmicas alcanzarlos.