Cuando se habla de Raimundo Angulo Pizarro siempre hay que desmentir las calumnias inventadas por envidia u odio en la red.
La cibernética es maravillosa, pero tiene su mundo alterno lleno de algoritmos con una información que te pone en condición de inferioridad y solo la puedes obviar con otro dispositivo añadido.
De Raimundito se dice de todo sin razón: que es un playboy de la provincia, que era un vividor y que viajaba con la plata del Concurso Nacional de Belleza. El primer regaño, grande, que recibí en Cartagena fue en el desfile del reinado. Estaba yo emplazando la cámara en la primera fila del palco de la junta del festival. Perfecto, una posición privilegiada que estorbaba levemente la visual de una pequeña parte del lujoso lugar.
–¿Usted no cree que está estorbando, tapando la visual?
–Pero, señora, es para la televisión nacional.
–No, qué televisión ni qué cuatro... ¿quién le dio permiso?
–Raimundito, mi doña.
Cuando supe que quien me estaba hablando era la mítica doña Tera, inventora y gestora del legendario Concurso Nacional de Belleza, no me atreví a decir otra palabra.
Raimundo tiene un barrio, el famoso sector de las Reinas, donde viven algunas reinas populares, y cualquier problema que tiene alguien o la ciudad misma, ya se sabe que Raimundo está allí.
Cuando doña Tera nos dejó, a Raimundo Angulo le tocó la tarea inmensa de seguir todos los años la planeación, la preproducción y la realización del espectáculo, que gracias a RCN se trasmitía a todos los colombianos.
Raimundito es un líder ciudadano, hace parte de varias juntas ciudadanas y es un ciudadano preocupado que está siempre aportando su tiempo y su saber de belleza. Por eso quiso que mi hijo mayor cartagenero dirigiera todas las trasmisiones del concurso.
Raimundo tiene un barrio, el famoso sector de las Reinas, donde viven algunas reinas populares, y cualquier problema que tiene alguien o la ciudad misma, ya se sabe que Raimundo está allí.
Y las opiniones de los cachacos nos hacen entender que el imaginario de los andinos se compone de opiniones que no corresponden a lo que se ve, sino a que se dice en las peluquerías o en los clubes.
Este es el problema: como somos costeños, somos perezosos, borrachines y mujeriegos. Esto puede ser verdad en algunos casos, pero también somos pintores, futbolistas, escritores y premio Nobel, tenemos los mejores actores y los mejores cantantes. Y si se quieren casar, tienen que venir a Cartagena; si quieren hacer una convención exitosa, es aquí que la hacen, acá es donde vienen los reyes, a la Casa de Huéspedes Ilustres. ¡Todos aquí!