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Historias detrás de las máscaras que volvieron a la Sierra
Las dos piezas kogui entregadas a Gustavo Petro en Berlín guardan una magia que sale a la luz.
Las máscaras sagradas de los koguis, momentos previos a su respectiva entrega por el Gobierno alemán al presidente Gustavo Petro durante su visita, el pasado 15 de junio, a su homólogo Frank-Walter Steinmeier Foto: Archivo particular
Es tal su importancia y significado que, para su entrega, el presidente Frank Walter Steinmeier recibió a su homólogo colombiano, Gustavo Petro, y a su delegación en una ceremonia especial en el Palacio de Bellevue, sede de la Presidencia alemana, en cuyo salón de protocolo estaban expuestas las dos máscaras, junto a las banderas de ambos países.
En su discurso, Steinmeier expresó: “Hoy se completa una historia personal muy cercana a mi corazón desde que en 2015 se me permitió visitar por primera vez a los koguis en lo alto de las montañas de la Sierra Nevada. Aprendí mucho sobre la historia de los koguis, sus tradiciones y su forma de vida”.
Inspirado por su visita, destacó: “La forma en que los koguis viven en armonía con la naturaleza me causó una profunda impresión. Y estoy convencido de que nosotros, los habitantes de los países industrializados del norte, podemos aprender mucho de ellos cuando se trata de preservar nuestro medio ambiente y nuestros medios de vida naturales para las generaciones futuras”.
Luego de su estancia en la Sierra, Steinmeier se reuniría nuevamente de manera privada con los koguis en Bogotá en 2016 y luego, ya siendo presidente, en Cartagena en 2019, encuentros que tuve el privilegio de acompañar.
En medio de amables conversaciones, el cabildo gobernador José de los Santos Sauna y los mamas le explicaron la importancia de las máscaras sagradas para mantener el orden de todas las cosas y el equilibrio con la naturaleza.
Igualmente, le entregaron sentidas cartas solicitando su devolución. En palabras de Steinmeier: “Estos encuentros han permanecido inolvidables para mí”.
Historia de la devolución
Llegar a tan importante momento fue un largo camino. En 1984 tuve la oportunidad de visitar el Museo Etnológico en Berlín para fotografiar objetos de orfebrería prehispánica que reposan allí, al igual que en museos de Londres y Madrid donde se encuentran maravillosas piezas, entre ellas el famoso Tesoro Quimbaya.
En esa oportunidad, el profesor Horst Hartmann, director del museo hasta 1985, me enseñó también unas piezas llevadas a Alemania en 1915 por el antropólogo Konrad Theodor Preuss luego de sus investigaciones en la comunidad kogui.
Entre las piezas que pude fotografiar sobresalían las máscaras del Sol (Mama Uakai) y la máscara del sol grande (Mama Nuikukui Uakai o Malkutše), cuya antigüedad, según pruebas realizadas, se remonta a tiempos prehispánicos entre los años 1340 y 1370, cuando la cultura tairona y sus ciudades de piedra aún estaban en pleno apogeo.
En mis viajes al mundo kogui en los años siguientes, pude mostrar a los mamas las fotografías. Su primera pregunta fue: “¿Dónde están?”.
“Ellas preguntaron en pensamiento: ‘¿Dónde están?’. Y en pensamiento, dijeron que aquí hablan otras lenguas que ellas no entienden”.
Según su versión, alguien las había robado del lugar donde las tenían guardadas y no se había vuelto a saber de ellas. De esta manera se enteraban del paradero de las máscaras.
Los años setenta y ochenta habían estado llenos de dificultades para los indígenas, no solo porque la guaquería había destruido muchos de sus sitios sagrados y saqueado las tumbas de sus antepasados, sino también porque las selvas y los bosques eran destruidos sistemáticamente para sembrar marihuana por los ‘hermanitos menores’.
La colonización avanzaba sobre el territorio ancestral y los grupos armados imponían sus reglas, haciéndolos sufrir de hambre y enfermedades y generándoles una gran desconfianza. Los mamas atribuían esos males, en parte, a la pérdida de los objetos sagrados que debían volver a sus lugares de origen, pues, de lo contrario, la cultura y el conocimiento se perderían.
Con el correr del tiempo, los indígenas de la Sierra empezaron a obtener mayor atención. El trabajo espiritual y sus consejos comenzaron a cambiar el pensamiento de los ‘hermanitos menores’, tal como lo había adivinado años atrás mama Valencio, el mama mayor de los koguis, cuando decía que había que hablar con ellos para enseñarles cómo respetar la naturaleza y ordenar el pensamiento.
Fue así como el presidente Santos inició su mandato simbólicamente, en 2010, en una ceremonia en las entrañas de la montaña sagrada donde los mamas le entregaron cuatro piedras antiguas y un bastón junto con consejos para el cuidado de la naturaleza, la paz y el buen gobierno. Algo similar a lo que sucedió con el presidente Petro el año pasado.
Luego de múltiples adivinaciones y pagamentos, en mayo de 2013 viajaron a Berlín mama Pedro Juan Noivita y José de los Santos Sauna, cabildo gobernador, en compañía de la arquitecta Juana Londoño, con el propósito de saludar a las máscaras.
Tras el recibimiento de las directivas del Museo Etnológico, los encargados de las colecciones nos llevaron a los sótanos donde reposan miles de objetos.
Momento en el que una de las máscaras, ya en manos de los indígenas, es guardada en un baúl tejido que se destina a la conservación de objetos rituales. Foto:José Luis Quiroga
Al ingresar al recinto y encontrarse con las máscaras, el mama pidió absoluto silencio. “No puede haber voz, el espíritu se comunica solo a través del pensamiento”. De su mochila sacó un curioso instrumento que, de inmediato, invadió de sonido el recinto mientras él se concentraba y apoyaba una de sus manos contra el vidrio que lo separaba de las máscaras.
Pasaron varios minutos; luego volvió el silencio, guardó el instrumento en su mochila, dio un giro y caminó hacia la salida.
Afuera, Carola Wedel, una documentalista que acompañó la visita, le preguntó al mama sobre lo presenciado, a lo que él contestó: “Ellas preguntaron en pensamiento: ‘¿Dónde están?’. Y en pensamiento, dijeron que aquí hablan otras lenguas que ellas no entienden”.
También pidieron decirle “a su padre espiritual, que está en la Sierra, que ellas están acá en silencio, que las tienen presas y que necesitan trabajar con agua, tierra y fuego, que hablara de ellas con los demás mamas para que las pensaran mucho”.
Mama Pedro Juan le manifestó sentirse golpeado espiritualmente después de ese encuentro. Esta visita tendría un profundo impacto en el pensamiento y la política alemana. A tal punto que llevó a Carola Wedel a realizar un documental sobre los koguis en 2015 titulado Vienen los indios, presentado en el Festival de Cine de Berlín y en las principales cadenas de televisión. La prensa y la radio alemanas hicieron eco del documental y continuaron ahondando el debate con titulares como: ‘¿A quién pertenecen las máscaras?’.
El mismo presidente Steinmeier reconocería durante la entrega: “Hoy sabemos que la historia de origen de muchas obras de arte y objetos de culto sigue en la oscuridad. Gran parte de lo que se expone en nuestras colecciones etnológicas ha sido adquirida directamente o a través de terceros, pero mucho también fue saqueado y expoliado, la gente fue sometida o asesinada”.
De Berlín a la Sierra
Para el momento de la visita a Berlín, el tema del retorno de las máscaras no era algo que interesara a las autoridades culturales alemanas. Sin embargo, los testimonios de los koguis, el documental y las reacciones de la prensa dieron pie a un importante debate diplomático y cultural, no solo en Alemania sino también en la Cancillería colombiana, que, junto con Mincultura y el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (Icanh), inició un estudio sobre la legislación para conocer si, a la fecha de salida del país, ya existía algún impedimento que prohibiera la exportación de las piezas llevadas por Preuss y así solicitar su repatriación.
“Con esta devolución se hace justicia y se abre el camino para el retorno de otros objetos sagrados para la protección del territorio ancestral”.
Muchos documentos oficiales habían desaparecido en los incendios del 9 de abril de 1948, en el Bogotazo, razón por la cual se preguntó oficialmente a los alemanes sobre la información que ellos pudieran tener.
Mientras todo esto sucedía, los mamas en la Sierra realizaban pacientemente su trabajo espiritual y sus pagamentos a los ‘padres’ y ‘madres’ dueños de las máscaras para su retorno.
En conversaciones informales, durante la visita de Steinmeier a Cartagena en 2019, fue evidente que un eventual retorno de las máscaras debería hacerse de gobierno a gobierno, y no directamente a los indígenas. Ello motivó al cabildo kogui, Arregocés Conchacala, a sostener conversaciones con el embajador alemán en Bogotá y enviar cartas a los cancilleres de turno haciendo el recuento de la historia y solicitando su actuación ante las autoridades alemanas.
En 2022, la Cancillería realizó una petición oficial que culminó con la reciente entrega de las máscaras a las autoridades indígenas en el pueblo de Tungeka.
Con esta devolución se hace justicia y se abre el camino para el retorno de otros objetos sagrados necesarios para el fortalecimiento cultural y la protección del territorio ancestral. El mismo de la Línea Negra, donde se encuentra el corazón del mundo.
Las máscaras regresan a su templo. Así, los mamas podrán continuar con el cuidado de la naturaleza y del planeta, un desafío que la humanidad busca superar afanosamente sin encontrar aún respuesta.
JUAN MAYR MALDONADO (*)
(*) Fotógrafo, ambientalista, exministro y exembajador de Colombia en Alemania.