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En fosas clandestinas y cementerios ya han hallado 9 mil cuerpos
Tras una década de búsqueda de víctimas de 'paras', se abre capítulo de desaparecidos por Farc.
de Medicina Legal y el CTI de la Fiscalía colombiana realizan la exhumación de tres cadáveres en un cementerio de la vereda Las Liscaz del área rural de Ocaña, pertenecientes a un grupo de 19 jóvenes que desaparecieron de un sector de Bogotá y presentados como muertos en combate. 2008. Foto: Luís eduardo Robayo / El tiempo
El pasado siete de diciembre, en plena celebración del día de las velitas, la Fiscalía entregó a sus familiares el cuerpo de un hombre de 50 años y el de su hijo,de 14 que habían sido asesinados y desaparecidos desde el 2001, luego de que le reclamaran el robo de una vaca al frente 34 de las Farc en Urimita, Antioquia.
Firmado el acuerdo de paz con esa organización, el Grupo de Búsqueda, Identificación y Entrega de personas desaparecidas de la Fiscalía ha intensificado una labor que ya había empezado hace años, en medio del conflicto: escudriñar selvas, ríos y hasta escombreras para recuperar, identificar y devolver a sus familias los miles de muertos que dejó el conflicto con la guerrilla más antigua del país.
Recibir los cuerpos de padre e hijo fue para sus familiares un alivio en medio de la tragedia, pues por casi 20 años supieron que los mataron pero no habían podido ni denunciar el crimen ni completar su duelo, pues no había cuerpos qué llorar. Ambos fueron encontrados a escasos metros de donde vivían en la vereda Causen en febrero pasado, pero solo hasta principios de diciembre se logró su plena identificación.
Ese mismo día, en Ituango, la Fiscalía entregó otros dos cuerpos de labriegos asesinados por la desmovilizada guerrilla. Tras más de una década de rastrear el paradero final de las víctimas de los paramilitares -uno de los grandes logros de la antigua jurisdicción de Justicia y Paz, que juzgó a los ex -Auc- la labor de las autoridades se concentra ahora en ubicar, con la ayuda de los desmovilizados y sus versiones ante la JEP, a los otros desaparecidos.
Ya van 9.410 cuerpos encontrados en fosas comunes y enterrados casi clandestinamente, sin ninguna identificación, en los cementerios del país desde el 2005. A corte de octubre pasado, 4.507 ya habían sido plenamente identificados y entregados ha sus familiares. La mayoría fueron víctimas de los paramilitares. La Fiscalía y Medicina Legal han avanzado en la identificación parcial de otros 1.634 cuerpos, que están pendientes de la etapa final de confrontación de datos. Y de los otros 3 mil aún no se sabe nada, pero se trabaja en varios frentes para vencer el olvido.
Por un lado, se están cruzando sus datos con los que están en las bases de ADN de personas que denunciaron desapariciones (hay 5 mil muestras de presuntas víctimas de desaparición forzada). En los laboratorios de antropología intentar reconstruir sus rostros. Y la ropa que llevaban el día de su muerte, y que también ha sido recuperada de las tumbas, también aporta en esta cruzada.
En poco más de una década se han hallado casi seis mil fosas clandestinas. La mayoría en Antioquia (1.282), Magdalena (706) y Putumayo (571).
En una de esas tumbas perdidas apareció Rosa Marleny Valencia, seis años después de ser asesinada por los paramilitares. Una falda que estaba estrenando el día de su desaparición, el 6 de diciembre del 2000, fue la prenda que Deicy Aracely Valencia, su hija, reconoció en la revista Rastros, que publica la Fiscalía en antiguas zonas de guerra con los resultados de sus exhumaciones.
Valencia no olvida el día en el que nunca más volvió a ver la sonrisa de su madre. Un día simplemente no volvió, y como ese era un riesgo que pesaba sobre todos los habitantes de Putumayo su hija siempre sospechó que la habían matado. La incertidumbre terminó gracias a la falda.
“Logré reconocer las fotos de unas prendas que creían eran las de mi mamá; concuerda el rango de edad (de 35 a 50 años), pues mi mamá tenía 48 años cuando desapareció. También la talla y que fue sacada de una vía del sector de los Ángeles”, cerca de donde vivían, relató Deicy Valencia.
Esa historia de las prendas que gritan la verdad se ha repetido una docena de veces en los últimos años.
Una vez exhumados los cuerpos son sometidos a procesos de limpieza, al igual que las prendas que se puedan recuperar. Aquellas son fotografiadas y difundidas por el CTI en varios municipios.
Deicy Aracely Valencia reconoció en el caso 54, la falda que llevaba su madre seis años antes de desaparecer. Foto:Fiscalía
A Germán Echeverri Ruiz lo recuperó su familia por un par de zapatos naranja que una hermana le regaló poco antes de que lo citaran los paramilitares de Puerto Caicedo en octubre del 2004.
Trabajo en cementerios
Desde el 2010 también se ha desarrollado una importante labor en los cementerios del país. En 13, casi todos en el suroriente, se han exhumado 2.140 cuerpos enterrados sin nombre, de los cuales han entregado 216 a sus familiares. Otros 113, plenamente identificados, esperan por un deudo en los depósitos de la Fiscalía.
El Instituto de Medicina Legal estima que en los cementerios del país hay por lo menos 200 mil cuerpos sin identificar. En la época del conflicto era común que actores armados intimidaran a sepultureros para enterrar a los fallecidos. En muchos sitios hay pabellones completos de cuerpos no identificados.
Eso pasó, por ejemplo, en La Macarena, donde la violencia de las Farc y después la de los 'paras' dejó centenares de víctimas. Allí se recuperaron entre 2010 y 2015 307 cuerpos, de los cuales fueron reconocidos y entregados 40. Cuatro más están identificados pero no se sabe nada de sus familiares.
Un informe entregado a la JEP da cuenta de por lo menos 2.300 cuerpos recuperados pero no identificados que están en cuatro cementerios del Meta y el de San José del Guaviare. Todos ya han sido intervenidos por la Fiscalía.
Pero la búsqueda corre riesgos. Como lo advierte el Comité Internacional de la Cruz Roja, en muchas zonas donde han aparecido nuevos grupos ilegales encontrar a los desaparecidos o incluso denunciar su pérdida ha vuelto a ser peligroso.