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Ten cuidado, María Corina

Ser la única contraparte de una gestión tan desacreditada la hace capitalizadora del descontento.

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Todas las encuestas de opinión indican que María Corina Machado recibe el respaldo de las grandes mayorías. Su discurso inmodificable logra captar a gruesos segmentos de la población asqueados de lo ocurre. En este momento comienza a presentarse un persistente deslizamiento en respaldo a su candidatura. Un fenómeno llamado a convertirse en avalancha.
(También le puede interesar: ‘Magdalena: la historia que nadie contó')
Su planteamiento de ser quien mejor interpreta el deseo de cambio la hace la llave que puede abrir la puerta de las oportunidades. Es tan grande el nivel de rechazo gubernamental, que aquellos que planteen acuerdos entre factores dizques democráticos y la élite en el poder terminaran desplumados.
Son varios los elementos que se unen para hacer de su opción un producto codiciado. En primer lugar una trayectoria brillante al servicio de Venezuela, su indeclinable combate a la dictadura le da un peso incuestionable. Es la adversaria que plantea una narrativa diferente.
Ser casi la única contraparte de una gestión tan desacreditada la transforma en capitalizadora del descontento creciente. Quien rechaza con firmeza la istración revolucionaria la ubica automáticamente como la alternativa. Se enfrentan dos mundos diametralmente opuestos. Cambiar el gobierno es una tarea impostergable. Tratar de cohabitar con ellos es sencillamente una traición al venezolano.
En María Corina no existe un doble discurso que la haga andar con Dios y con el diablo. Es frontal para desnudar las falencias gubernamentales con tal reciedumbre que muchos sostienen: que le sobra todo de lo que otros carecen. Ese radicalismo de la cual es acusada empieza por darle mucho beneficio: ¿Acaso se tiene que ser tibio frente a esta catástrofe sin precedentes?
En María Corina no existe un doble discurso que la haga andar con Dios y con el diablo. Es frontal para desnudar las falencias gubernamentales con tal reciedumbre que muchos sostienen.
¿Acaso es mentira que desafiamos un modelo tan perverso al cual tenemos que vencer? Cambiar el sistema es una tarea impostergable. Para que germine una verdadera democracia: con crecimiento económico y una amplia libertad que no conecte con el progreso.
Que cuestione al CNE no es descabellado. Es una instancia que responde a la directriz del Gobierno. Muchos comentarán: con ese CNE hemos ganado. Ese es verdad, pero en una elección que es nuestra, no debemos darle al régimen el arma de conocer en tiempo récord la data de participantes. Con el riesgo que se origine una verdadera cacería, como ya ocurrió en el pasado. Una cosa es un acto privado que se organiza entre sectores con afinidades políticas para definir el contrincante de quien istra en Miraflores. Y otra muy distinta es enfrentarlos con todas las previsiones del momento de la elección cuando cubres eficientemente toda instancia, incluyendo el ventajismo que aplica el brazo político del PSUV: el CNE. Como vemos, es totalmente diferente.
Llegaremos al 2024 con la seguridad de no haberles revelado la fuente: ¿Qué pensaran las naciones democráticas cuando cuestionamos a la dictadura, pero aceptamos que ella nos organice las primarias?
Quienes la atacan son personajes de moral dudosa. Analistas venidos a menos que responden a quienes les suministran migajas, al ser coincidentes las estrategias en su contra por parte del Gobierno y algunos opositores, hace que se muestre que todo es un complot de todos aquellos que han vivido en contubernio. Eso la favorece enormemente.
De lo que debe cuidarse es entrar en el triunfalismo. Creer que esto es irreversible. Caer en cierta prepotencia pensando en que se gana solo. Salir de la mentalidad de la secta que cataloga de puros e infieles. En este panorama político enrarecido, la mayoría es gente buena que desea un cambio. Sin embargo, tiene que cuidarse de mucho indeseable que desea colarse.
Saber sumar a la gente honesta es tarea prioritaria para avanzar en grande. Es fundamental la organización. Construir una sólida estructura capaz de garantizarle el sostenimiento en la realidad de todo ese apoyo que tiene. Que el ciudadano pueda ser llevado al centro de votación con la garantía de tener un equipo que defienda su elección. Una gigantesca red capaz de quebrar cualquier intentona de fraude. Ya sabemos que el Gobierno meterá mucha plata en el asunto. Y que de este lado tiene sus aliados.
Vendrán atajos muy duros que tendrá que cruzar. Campañas difamantes, burdas manipulaciones y coerciones para cerrarle el paso. Toda una ofensiva del estiércol para manchar su limpia trayectoria. Comprarán personajes que se ofrecerán como Judas en la búsqueda de dar el beso de la traición.
La confabulación entre el Gobierno y su sobornada porción dizque opositora pondrá algún fantoche como candidato para hacer el juego de dividir. Su última carta será tratar de inhabilitarla. Como vemos, la clave está en que la avalancha ciudadana sea un tsunami de voluntades.
Tener los pies sobre la tierra. La humildad para escuchar y saber rodearse. Con un proyecto de país transformador que convoque a las grandes mayorías insatisfechas, no será cómodo, pero las posibilidades de lograrlo lucen inmensas.
ALEXÁNDER CAMBERO

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