Cuando ya estaba a punto de sacar la mano con esto de la inteligencia artificial, me llegó de París un sobrino De la Vega que es un verdadero whiz, un mago de la computación. Me dijo, simplemente, que considerara la IA del siglo XXI como la máquina de vapor del siglo XVIII.
Aunque pertenecen a contextos diferentes, varias similitudes resaltan su importancia y capacidad transformadoras. Ambas han sido catalizadoras de revoluciones industriales. La máquina de vapor, perfeccionada en el siglo XVIII, permitió la mecanización de los procesos de producción. Esta innovación cambió la forma en que se fabricaban los productos, aumentando la productividad de las fábricas. Mientras la IA optimiza y mejora la eficiencia en diversas industrias, desde servicios hasta salud, agilizando tareas repetitivas y proporcionando análisis que permiten decisiones más informadas y rapidísimas.
La máquina de vapor introdujo la necesidad de nuevas habilidades en la fuerza laboral, especialmente en áreas técnicas. La IA también transforma las competencias requeridas, desplazando roles tradicionales, pero creando otros nuevos que implican el uso de tecnologías inteligentes. Y las dos han suscitado debates éticos y sociales. La máquina de vapor, al transformar el trabajo y la vida urbana, generó discusiones sobre condiciones laborales y derechos de los trabajadores. La expansión de la IA plantea, así mismo, preocupaciones sobre privacidad, sesgo algorítmico y ética en la toma de decisiones automatizadas. Ambos fenómenos resaltan la intersección entre tecnología y sociedad, evidenciando la necesidad de guiar su implementación para mayores beneficios y menos riesgos.
Por último, tanto la máquina de vapor como la IA son ejemplo de cómo la innovación tecnológica puede transformar sociedades y economías. A medida que avanzamos en la era digital es esencial aprender de las lecciones del pasado para abordar los desafíos del futuro. Principalmente, recordar los daños al medio ambiente que provocó la revolución industrial, que es una causa prominente del calentamiento global. A medida que la IA evoluciona y desempeña un papel mayor en la creación de contenido, es obligatorio que legisladores y la industria trabajen juntos para establecer un marco legal que se adapte a este nuevo contexto. Sin embargo, su uso plantea preocupaciones significativas sobre los derechos de autor, un área que sigue siendo objeto de intenso debate.