Desde el día que leí el bellísimo libro de Paolo Giordano La soledad de los números primos, cambié mi actitud casi indiferente hacia los números y la numerología. Hoy estoy convencido de que la única verdad está en los números. Y los que deberían interesarnos mucho más son los números del hambre.
Es inconcebible que cada cinco segundos muera un niño, que 282 millones de personas hayan sufrido hambre aguda en 2023; que conflictos en 20 países tengan a 135 millones de personas con hambre; el calentamiento global, a 57 millones; las especulaciones, a 75 millones. Más del 20 % de la población en 59 países padecieron esta tragedia. En Colombia 3,4 millones de personas pasaron hambre, 377 niños murieron por desnutrición, el 36,6 % vive en la pobreza monetaria, el 12,9 % sufre pobreza multidimensional; en Colombia se desperdician 10 millones de toneladas de alimentos cada año, mientras a nivel global se han desperdiciado 1.050 millones de toneladas.
Según el Banco de Alimentos: “Con la comida que se bota en Colombia podríamos llenar 485.000 tractomulas de las grandes.” La conclusión es que con el aprovechamiento adecuado de estos alimentos sería posible erradicar el hambre en nuestro país. Abaco dispone de 25 puntos de recolección, ofreciendo la posibilidad de transformar los desperdicios y así buscar soluciones palpables para combatir el hambre y mejorar la condición de vida de millones de colombianos.
Según la Organización Meteorológica Mundial: “La crisis climática representa el desafío más significativo al que se enfrenta la humanidad y está ligada a la crisis de desigualdad a la inseguridad alimentaria y los desplazamientos de población”.
El presidente de la a Asamblea General de la FAO comenzó su conferencia señalando que el mundo se está enfrentando a “una crisis alimentaria de proporciones monumentales” e hizo un llamado a la comunidad internacional para responder a estos desafíos mundiales con atención, urgencia y determinación. Citó estadísticas sombrías, como el hecho de que el hambre y las enfermedades relacionadas se cobran la vida de 9 millones de personas cada año. “Estas no son solo cifras e incidentes espontáneos, ya que cada estadística representa vidas, familias y comunidades que soportan grandes dificultades. El hecho de que esta situación continúe es una mancha moral en nuestra conciencia colectiva”. Una vergüenza, digo yo.