Desde textos bíblicos antiguos hasta escenas contemporáneas sobre la destrucción de la naturaleza, algunas imágenes apocalípticas del arte moderno adquieren una resonancia especial: Murió la verdad, entre los Desastres de la Guerra de Goya; Torquemada de Víctor Hugo; El juicio final de Kandinsky.
Estas son apenas algunas de las obras incluidas en la impresionante exposición recién inaugurada en la Biblioteca François Mitterrand de Francia, (
Apocalypse. Hier et demain). A su entrada, la exposición se introduce al público como un "imaginario de la catástrofe" que se asimila "al fin del mundo". Pero paso seguido, se nos advierte que ese fin del mundo anticipa los "contornos del orden nuevo que le debe suceder" –el "reino de Dios" en el Apocalipsis de San Juan–.
No hay alusiones a Trump en la exposición de la Biblioteca Mitterrand, aunque inspiró, por lo menos, una caricatura en Le Journal des Arts: (
Donald Trump et L’Apocalypse).
Abundan, sin embargo, las analogías en la prensa. Donald Trump, el apocalipsis y el rey David: una lectura teológica del presidente americano; así se titula el artículo de Virginie Larousse en Le Monde (24/1/25). Otros periódicos ses, como Libération (30/1/25), Les Echos (27/3/25) y Le Devoir (21/1/25), también han recurrido a la analogía.
No es una manía sa.
"¿Cómo es que Estados Unidos no vio venir este apocalipsis?", se preguntó Alex Shephard en
The New Republic (5/3/25), al advertir que, desde que comenzó a gobernar, Trump ha venido haciendo lo que prometió en su campaña: "causando estragos económicos… y destruyendo el orden normativo internacional", en un proceso "caótico, doloroso y cruel".
Ni han sido exclusivamente sus opositores.
La exposición de la Biblioteca Mitterrand es una seria advertencia sobre los horrores de un futuro apocalíptico que debemos resistir, apoyados en las exhortaciones del arte.
Uno de los multibillonarios cercanos a Trump,
Peter Thiel, usó la expresión en un artículo reciente en el
Financial Times (10/1/25). Thiel le dio una vuelta al significado al referirse a su origen griego,
apokálipsis, en el sentido de "revelación": el regreso de Trump a la Casa Blanca auguraría "el
apokálipsis de los secretos del antiguo régimen", "la forma más pacífica de resolver la guerra de la vieja guardia contra el internet" –es decir, los planes de Trump– "contra los medios de comunicación, la burocracia, las universidades y las ONG financiadas por el Gobierno".
Entre las medidas de su istración, sin embargo, el alza de tarifas anunciado por Trump el pasado 2 de abril, el famoso "día de la liberación", ha evocado la imagen del apocalipsis como pocas otras.
Los días oscuros después del apocalipsis de las tarifas fue el titular del artículo de
Alan Beattie en el
Financial Times (7/4/25). "Confusión" y "desastre" son algunas de las palabras usadas por Beattie.
Se quedan cortas para describir lo sucedido o para reflejar las incertidumbres generadas en el mercado mundial. ¿Nos está conduciendo Trump al apocalipsis? Parece ser la intención. Apocalipsis, en las palabras introductorias de la exposición de la Biblioteca Mitterrand: el fin del mundo de ayer para construir uno nuevo.
Sería tal vez un apocalipsis pasajero.
No porque estemos en transición hacia el reinado de David, sino porque es poco probable que el experimento dure. La guerra comercial desatada por Trump pronto se reflejará en alzas inflacionarias y recesión económica, que provocarán reacciones entre el mismo electorado norteamericano.
La exposición de la Biblioteca Mitterrand se presenta también como una "historia simbólica de prueba y esperanza", "una invitación a los recuerdos del futuro". Una seria advertencia sobre los horrores de un futuro apocalíptico que debemos resistir, apoyados en las exhortaciones del arte.