Imagino que la pregunta del título desconcierta a algunos educadores, pero es seria. La formación ciudadana se considera necesaria y de fundamental importancia en todos los ámbitos, pero si nos atrevemos a mirar la realidad que vivimos, y somos sinceros (condición difícil de lograr), tendremos que reconocer que no hemos sido exitosos. Seguimos repitiendo año tras año las prácticas que ya fracasaron.
Vivimos en una sociedad en crisis. Más de la mitad de nuestros municipios están dominados por grupos violentos. Hay violencia en las calles y se desobedecen las normas cívicas más elementales. Las redes sociales parecen cloacas.
Cuando estudié en el colegio, la formación ciudadana se repartía en tres cátedras: Educación Cívica, Urbanidad y Moral (esta última no necesariamente religiosa). En Cívica estudiábamos la estructura del Estado y algo de legislación. En Urbanidad, con el manual de Carreño, aprendíamos a comportarnos en sociedad. No era solo etiqueta, incluía respeto por los otros y por sus derechos. La moral la vimos en el marco de los cursos de filosofía. La profesora no era buena dictando clase, pero organizaba juicios a los filósofos éticos, con estudiantes que hacían de fiscales, defensores y jurados. Esos juicios tenían impacto, lo demás se olvidaba al salir a recreo.
Muchos en mi generación crecieron como personas correctas y responsables, pero otros no. Con los enfoques actuales –‘Educación en valores y ciudadanía’, ‘Derechos humanos’ y ‘Diversidad’– pasa exactamente igual. He oído a senadores jóvenes que no tienen idea de cómo funciona el Estado, y a defensores de los derechos humanos con discursos confusos.
Vivimos en una sociedad en crisis. Más de la mitad de nuestros municipios están dominados por grupos violentos. Hay violencia en las calles y se desobedecen las normas cívicas más elementales
En esta breve columna me atreveré a proponer tres ideas, solo para iniciar una discusión necesaria.
¿Qué tal si pensáramos en convocar una “Misión” como las que hemos tenido para educación y para ciencia? Se podría reunir a un grupo de expertos muy serios y sabidos que propongan un plan de acción. Después sería buena idea creerles lo que dicen.
La segunda idea viene de la Misión de Sabios 2019. Ella fue categórica con la recomendación de alcanzar cobertura total en educación de la primera infancia (de cero a cinco años). Cuando la revisamos era muy baja, y sigue igual, alrededor del 27 %. Vi de cerca, en mi nieta, la educación en un prekínder Montessori. Los niños incorporaban en su comportamiento el respeto por los turnos, la repartición equitativa de las crayolas y la obligación de devolver los juegos a su lugar para que los demás pudieran usarlos. Esa es en esencia la educación ciudadana, el resto son adornos.
Por último, sugiero una revisión del abordaje de los derechos humanos. Nuestros acercamientos ven una sola cara de la moneda: la de los derechos. Ignoran que ellos solo son posibles si se cumple con la otra cara, la de los deberes. Todos los grupos violentos del mundo pretenden actuar en defensa de los derechos; si lo hicieran teniendo en cuenta sus deberes, tal vez serían menos violentos.
Le pregunté a ChatGPT el número de ONG dedicadas a la defensa de los derechos humanos. Frunció el ceño y me contestó que eran incontables. Mencionó, para contentarme, que Amnistía Internacional está en 150 países y tiene diez millones de , la Federación Internacional por los Derechos Humanos representa a más de 1.800 ONG y, en América Latina, Regionar reúne a 150 organizaciones enfocadas en defender los derechos.
Después, malvadamente, le pregunté cuántas ONG conocía dedicadas a cumplir los deberes humanos. Me contestó tartamudeando que ese no es un concepto común y que no conoce datos específicos sobre ONG dedicadas a promover el cumplimiento de los deberes.
Dejo acá esas tres ideas para comenzar la discusión. Los lectores seguro tienen muchas más.
MOISÉS WASSERMAN
En X: @mwassermannl